Ha escapado de bombardeos en Siria y convivido con pescadores artesanales en Venezuela; estuvo hace unas semanas en Juliaca y Cusco, fotografiando las protestas; al momento de nuestra conversación, alistaba maletas para regresar a Ucrania, epicentro de la guerra más mediática de nuestros días. Rodrigo Abd (Buenos Aires, 1976) parece no poder estar quieto. Va a cumplir 20 años trabajando en la agencia de noticias Associated Press (AP), donde se ha especializado en la cobertura de conflictos sociales. Sostiene, sin embargo, que todo se ha dado sin querer.
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”Yo no me considero, necesariamente, un fotógrafo de guerra”, afirma Abd, en referencia a la forma en que suelen catalogarlo. “Fue algo que me tocó de casualidad. Cubrí la crisis del 2001 en Argentina para el diario ‘La Nación’, después entré a un país muy conflictivo como Guatemala, y a partir de esas dos experiencias seguí en Haití, Afganistán, Libia, etc. El destino me ha llevado a esos lugares”, precisa.
Dice, entonces, que no se trata de una obsesión por la adrenalina o la agitación. Lo suyo es, más bien, muchas ganas de contar historias duras y profundas de sociedades en problemas. Todas son diferentes, por supuesto, pero hay rasgos que las conectan. “Para empezar, creo que hoy existe una enorme desconfianza hacia el sistema democrático. En segundo lugar, sobre todo en países de Latinoamérica, hay también una desigualdad que ha ido creciendo y creando un malestar social muy grande. Y la pandemia vino a remover todo ese malestar”, reflexiona sobre la base de los últimos acontecimientos que le ha tocado reportear.
Y, aunque Rodrigo no suelta los lentes, hoy también está del otro lado: frente a ellos. El fotoperiodista se ha convertido en el protagonista de un documental dirigido por el cineasta peruano-español Daniel Martínez, quien ha venido acompañándolo en sus más recientes coberturas. Ambos se conocieron en enero del 2018, durante la visita del papa Francisco a Puerto Maldonado, y desde entonces han trabajado juntos, cada uno con su propio objetivo.
”Me di cuenta de que Rodrigo, como fotógrafo, va corriendo por todos lados. En cambio yo, como documentalista, necesito más tiempo”, explica Martínez sobre la película que está a punto de ingresar a su etapa de montaje, luego de acumular más de 400 horas de video, entre registro de campo y algunas reflexiones personales de Rodrigo frente a la cámara.
El documental que sigue el trabajo de Abd es dirigido por el cineasta peruano-español Daniel Martínez. La propuesta audiovisual ganó el Concurso Nacional de Proyectos en Construcción de la DAFO en el 2022.
En ese sentido, para Abd ha sido un proceso por momentos engorroso. “Acepté ser el protagonista porque Dani es un amigo y porque si alguien quiere contar algo sobre mi labor, pues me presto. Pero debo admitir que a veces no me siento cómodo de hablar sobre lo que me pasa. Nunca me ha gustado exponer mis sentimientos. Prefiero poner por encima los sentimientos de los demás. Y que mi trabajo hable de ellos, no de mí”, aclara el fotógrafo argentino.
NADA PERSONAL
La respuesta de Martínez, el director, es que su documental –aún sin título– “no es un biopic sobre Rodrigo, sino una aproximación a los lugares y realidades sociales por los que ha pasado”. De hecho, no todo en la película será revuelta, violencia y enfrentamiento, pues también se incluirán imágenes de las celebraciones en Buenos Aires por la obtención de la copa del mundo, en diciembre último.
”Estuvimos en el Obelisco y la concentración de gente fue increíble –cuenta Abd–. Había una especie de rugido popular de masas tan sorprendente que muchos argentinos se empezaron a preguntar por qué no usábamos esa energía que nos transmite el fútbol para movilizarnos o cambiar la realidad tan compleja del país”.
Esa oscilación entre la euforia y el hartazgo colectivo marca el tono del documental y refleja el ánimo de los tiempos actuales. Y, aunque pueda parecer paradójico, es ese tipo de contradicciones las que nos definen como sociedad, y las que Abd también se ha empecinado en capturar en imágenes. “Dani suele decir que yo pierdo mucho el tiempo en huevadas [risas]. Pero para mí esa ‘pérdida de tiempo’ es un espacio necesario para enfocarme en lo que ocurre fuera de las noticias. Mi trabajo en la agencia me exige registrar el momento del gas lacrimógeno, de las corridas; pero a mí también me interesa lo que ocurre más allá: la cotidianidad, lo que te descoloca, lo que no esperas. Por suerte, he tenido la suficiente libertad para perseguir eso. Soy el ‘antiagencia’ [risas]”.
¿Hay algún lugar que no haya cubierto y al cual le gustaría llegar? Abd dice que varios, pero matiza su respuesta: “Más que explorar sitios nuevos, lo que me gusta es volver. Me gustaría regresar a Siria, por ejemplo, que ha padecido una guerra brutal y acaba de sufrir un terremoto. Me gusta siempre volver al Perú, a Guatemala. Me gusta volver porque significa darle una continuidad a un trabajo que generalmente es muy fragmentado. Cuando vuelvo a un lugar, puedo seguir completando pedazos de su historia”.
"Mi trabajo en la agencia me exige registrar el momento del gas lacrimógeno, de las corridas; pero a mí también me interesa lo que ocurre más allá: la cotidianidad, lo que te descoloca, lo que no esperas".
A sus 46 años, Abd extraña cada vez más ver sus fotos impresas sobre papel, ahora que la información fluye sobre todo por vía digital. También lo sigue abrumando cargar laptops, cables, módems y baterías, y, de vez en cuando, vuelve a una vieja cámara de madera, para abrazar el encanto de lo analógico. Aunque como profesional es un hijo del siglo XXI, guarda el espíritu de los fotógrafos clásicos, perdidos en otros tiempos.
De ahí se desprende una ética que a veces también olvidamos. “Al fin y al cabo, creo que una de las claves del periodismo es la confianza. Y esa confianza lleva tiempo. Entablar una relación con alguien lleva tiempo –sostiene, combinando la nostalgia y la esperanza–. Por eso siempre digo que no me considero un buen fotógrafo. Creo que mi único talento es encontrar a alguien que me ayude a sobrevivir, que me ayude con ciertas cosas, que me dé una mano. Yo también trato de dar esa mano siempre”.
Congelar el tiempo
En el 2014, con la editorial peruana KWY, Rodrigo Abd publicó su primer fotolibro, “La cámara afgana”, en el que reunió una serie de fotografías realizadas en Afganistán con esta caja de uso ambulante, que comenzó a descubrir en el 2006. Habituado a las cámaras digitales y su practicidad para la premura periodística, la cámara afgana fue una herramienta que le permitió una conexión más profunda y duradera con los personajes retratados. Buscar el encuadre correcto, calibrar el foco, y generar la complicidad para que sus personajes permanezcan inmóviles durante los minutos que requiere esta técnica fotográfica son las claves detrás de este conjunto de imágenes en blanco y negro que cautivan por su fuerza y sensación de atemporalidad.
El trabajo de Rodrigo Abd puede seguirse en su cuenta de Instagram: @abdrodrigo