La relación entre el sexo y el placer fue mencionada en un debate en el Congreso esta semana, causando gran revuelo. (Ilustración: Víctor Aguilar / El Comercio)
La relación entre el sexo y el placer fue mencionada en un debate en el Congreso esta semana, causando gran revuelo. (Ilustración: Víctor Aguilar / El Comercio)
Bruno Ortiz Bisso

“Poniendo las cosas en su lugar: la función biológica del sexo y de su anatomía orgánica es la reproducción y no el placer, siendo este subsidiario a la función primera”. Esta es una de las frases con las que la congresista fujimorista Tamar Arimborgo se convirtió en tendencia en las redes sociales esta semana. Esto sucedió durante la sesión de interpelación a la ministra de Educación, Flor Pablo, en el Congreso. ¿Pero qué tanto de verdadera tiene esa afirmación?

“En una investigación liderada por Lorenzo Moccia, del policlínico universitario Agostino Gemelli, de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Italia, se señala que ‘el placer es más que un mero evento sensorial, sino que se puede conceptualizar como una experiencia compleja y multiforme que involucra la memoria, la motivación, la homeostasis y, a veces, efectos negativos’. El placer humano es una actividad cerebral normal y es independiente de la función reproductiva”, explica a El Comercio el doctor Elmer Huerta, experto en salud pública.

Pero eso no quiere decir que uno esté desconectado del otro, porque en el cuerpo humano nada funciona por separado. Sin embargo, la carga de esa forma de pensar con respecto a las funciones reproductivas siempre ha estado en la mujer.

“Así se pensaba hasta el siglo XIX. Es recién a inicios del siglo XX que se empieza a hablar de la ligada al placer de la mujer, sobre todo cuando se empieza a conocer más sobre el clítoris, un órgano diseñado para recibir y obtener placer. Se empieza a responsabilizar a la mujer de su propio placer, a dejar de lado la idea de que es el varón quien le va a ‘regalar’ un orgasmo”, detalla Patricia Espinoza, psicóloga especialista en sexualidad de Inppares. “No es que solo se haya asociado en la mujer a que el placer está en un encuentro coital, sino a que la pareja es quien lo va a proporcionar”, agrega.

De acuerdo con la experta, un pensamiento que se ha mantenido a lo largo de los años es que el área genital de una mujer en algo sucio y que tiene una función reproductiva. “Por eso muchas mujeres tienen miedo a explorar y no experimentan cómo su cuerpo reacciona al placer”, subraya Espinoza.

“El hecho de que se quiera pensar que el tema sexual solo tiene que reducirse a lo reproductivo es un retroceso. Ahora sabemos –con respaldo científico– que la gente puede gozar de una sexualidad plena, a sentirnos felices. Y parte de ello es disfrutar de la pareja desde el punto de vista afectivo, desde lo recreativo y desde lo sexual”, refiere a este Diario Antonella Galli, psicóloga de la clínica Ricardo Palma.

Para Galli, pensar solo en fines reproductivos sería un error. “Se tendría que apoyar el no cuidarse y, por lo tanto, tener los hijos ‘que Dios nos manda’. Es necesario cuidarse para decidir, a partir de varios factores, cuántos hijos puedo tener y mantener”, aclara.

—LA REVOLUCIÓN—
El urólogo andrólogo Max Lazo considera que la gran revolución en esta historia del placer y las relaciones sexuales la marcó el inicio del uso de anticonceptivos. “Sobre todo los orales para la mujer, porque ya existían los preservativos pero no eran tan efectivos. Entonces cambió la concepción del sexo y se le encuentra un uso recreativo. Ojo que no estamos hablando de libertinaje sexual, porque hay que recordar que en la actualidad la promiscuidad se paga muy caro, con diversas enfermedades, algunas de ellas mortales”, señala el experto a El Comercio.

Aunque hay otras maneras para que las personas encuentren placer, en el caso de las relaciones sexuales Lazo considera que es complicado hacer una separación.

“Imagina una pareja que busca de forma imperiosa, a través de tratamientos, un hijo. Varones que tienen relaciones sexuales dirigidas porque su pareja está ovulando y debe ser todo en ese momento. Llega un momento en que ya no se piensa en el placer, empiezan los bloqueos psicológicos, la tensión. No hay erección, no hay eyaculación. Se bloquea el aspecto recreativo, amoroso, sensorial de esa relación sexual. Pero también pasa que cuando dejan de intentarlo, ya sin la tensión de estar en tratamiento, logran la concepción”, explica el andrólogo.

“Si las relaciones sexuales tuvieran solo un fin reproductivo, qué pasaría con las parejas que tienen problemas para tener hijos o con aquellos que han decidido no tenerlos. ¿Qué les decimos? Que no pueden tener relaciones sexuales porque así no se puede conseguir placer”, reflexiona Patricia Espinoza.

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