FaceApp se hizo popular el año pasado, al punto que se convirtió en la app del momento, convirtiéndose en la más bajada en más de cincuenta países. Su primer hit fue la función de envejecer los rostros. Ahora, volvió al ruedo con la posibilidad de cambiar de género: caras masculinas se transforman en las típicamente femeninas y viceversa.
La usan los famosos, los medios para mostrar cómo serían los jugadores de fútbol si fueran mujeres y hasta se la aplica en rostros de políticos. Pocos recuerdan las advertencias que salieron a la luz en 2019, cuando surgieron dudas sobre la seguridad que esta aplicación ofrece a sus usuarios.
La aplicación fue creada por el ruso Yaroslav Goncharov y emplea redes neuronales para escanear caras y hacerlas más viejas, jóvenes, agregarles distintos tipos de barbas o cambiarles el género, entre otras opciones.
Para los defensores de la privacidad, con estas acciones se le otorga demasiada información a la empresa sin saber qué harán con ella. El comentarista de tecnología Stilgherrian sugirió el año pasado al diario ABC.au: “Todo este modelo de negocios está recogiendo cantidades masivas de datos personales sin ninguna idea de cómo podría ser utilizado en el futuro”.
Esta semana, la atención está puesta en su política de privacidad actualizada el 6 de junio. En ella, los usuarios aceptan que el sistema registre el IP del dispositivo y a qué página ingresaron antes de usar su sistema. Fernando Suárez, presidente del Consejo General de Colegios de Ingeniería Informática de España dijo al diario El País que ceder estos datos a ciegas es como "vender el alma al diablo".
El servicio también quedó expuesto a acusaciones de racismo cuando se comprobó que uno de sus filtros blanqueaba la piel de usuarios de color con el supuesto objetivo de volverlas más atractivas. En su momento, Goncharov pidió disculpas por la situación y retiró las herramientas bajo cuestionamiento.
Con información de La Nación de Argentina (GDA).
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