En una localidad del norte de Escocia, Debbie Banks mira a la pantalla de su computadora, haciendo clic de forma metódica en una base de datos con fotografías de pieles de tigre.
Hay miles de imágenes, incluyendo alfombras, carcasas y especímenes disecados.
Banks, responsable de la campaña contra el crimen de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA), una organización benéfica con sede en Londres, está revisando las imágenes con la esperanza de identificar a los grandes felinos individuales a partir de sus rayas.
Cuando un tigre es identificado, el investigador puede marcar de dónde viene.
“Las rayas de un tigre son tan únicas como las huellas digitales de un humano”, explica Banks a la AFP.
“Usamos imágenes para compararlas con otras de tigres cautivos que han podido ser criados para comerciar” con ellos.
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Actualmente se trata de una ardua tarea manual, pero el Alan Turing Institute, el instituto nacional de ciencia de datos y de inteligencia artificial (IA) del Reino Unido, está desarrollando una nueva herramienta que previsiblemente hará la vida de Banks y a las autoridades que luchan contra el tráfico ilegal mucho más fácil.
El proyecto en marcha tiene por objetivo desarrollar y probar tecnología de IA que pueda analizar las rayas de los tigres para identificarlos.
“Tenemos una base de datos con imágenes de tigres que han sido ofrecidos para la venta o que han sido capturados”, señala Banks.
“Cuando nuestros investigadores reciben nuevas imágenes, tenemos que compararlas con los de la base de datos”.
Se espera que la nueva tecnología ayude a determinar de dónde provienen las pieles de tigre y que esto les permita investigar las redes transnacionales involucradas en el tráfico de diferentes tigres.
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Una vez que los funcionarios conocen los orígenes de las pieles y productos de tigre confiscados, pueden saber si el animal fue criado en granjas o cazado furtivamente en un área protegida.
Según la AIE, las incautaciones de productos de vida silvestre y la información comercial muestran que la caza furtiva, impulsada por la demanda de los consumidores, sigue siendo una gran amenaza para la supervivencia de la especie.
Las pieles y partes del cuerpo del tigre son buscadas, en parte debido a su uso en la medicina tradicional china.
Se estima que 4.500 tigres permanecen en estado salvaje en toda Asia.
“La población de tigres ha sufrido una disminución masiva en los últimos 120 años, así que queremos hacer todo lo posible para acabar con el tráfico”, explica Banks.
La investigadora llama a cualquier persona, ya sean académicos, fotógrafos o simples amantes de los animales, a enviar fotos de rayas de tigres a la AIE para mejorar su base de datos con inteligencia artificial.
“Necesitamos miles de imágenes” para “desarrollar, entrenar y poner a prueba al algoritmo”.
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