TOKIO. Un incendio fatal en el tren bala de Japón, provocado por un hombre que se inmoló, puso al descubierto los puntos ciegos de un sistema reconocido por su velocidad, puntualidad y récord de seguridad.
Fue el primer incendio en los 50 años de historia del tren. Los expertos señalan que fue una llamada de atención ante un desastre mayor, un potencial ataque terrorista, y es momento de incrementar el manejo de riesgos previo a la reunión del G7 en Japón el año entrante o los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Abordar el Shinkansen es similar a subirse a un avión. A 300 kph, entra y sale tan rápido de los túneles que debe estar presurizado. No se pueden abrir las ventanas y las puertas se despliegan cuando el tren está completamente detenido, lo que le toma varios minutos.
Sin embargo, en un país con un estricto control de armas y un bajo índice de crímenes, la seguridad es escasa, ya que no se pide identificación ni se realiza inspección de equipajes.
El martes, un pensionado de 71 años de edad, Haruo Hayashizaki, se vertió líquido inflamable y se prendió fuego a bordo del tren bala que va de Osaka a Tokio. Murió en el lugar y el incendio provocó que la cabina de clase turista se llenara de humo, causando la muerte de una pasajera.
"En el incidente se aprovecharon los puntos ciegos del Shinkansen" dijo Seiji Abe, un experto en seguridad de transporte en la Universidad Kansai de Osaka. "No se anticipó un incendio con intenciones malignas, por lo que no se contaba con las provisiones para evitar material peligroso".
Hasta ahora, las autoridades de Japón no han encontrado que el operador del tren haya actuado de forma incorrecta, pero la investigación actual y los relatos de los testigos han generado preguntas, incluyendo la velocidad con la que la tripulación atendió la situación y si existe una mejor manera de despejar el humo de los vagones, sellados herméticamente.
Fuente: AP