El ejército más poderoso del mundo prepara una nueva fuerza. Pero en esta ocasión, los soldados estadounidenses no portarán ametralladoras, no conducirán vehículos de combate ni aviones, no sangrarán ni tampoco morirán en el campo de batalla.
El Pentágono no prepara a estos soldados para el combate sobre el terreno, sino para la inmensidad digital de Internet. Después de haber sufrido algunos ciberataques sin precedentes contra la red de computadoras del Gobierno por parte de hackers, parece que ha llegado el momento.
El nombre del proyecto ultrasecreto del Pentágono es Plan X, y con él, los cibersoldados podrán detectar ataques informáticos contra el país de manera inmediata. El objetivo de este proyecto, que costará 125 millones de dólares y se extenderá durante más de cuatro años, es "obtener un espectro completo de las cibercapacidades" y más opciones para los presidentes, tal y como explicó el ex secretario de Defensa Chuck Hagel en el 2014.
Hagel prometió la construcción de una "ciberpotencia" moderna formada por auténticos y excepcionales profesionales. Esta previsto que esta fuerza -que colaborará estrechamente con los comandantes militares y con el servicio secreto NSA- cuente el año que viene con 6.000 hackers militares.
La formación de la primera promoción, con aproximadamente 30 futuros cibermilitares, comenzó en en la base militar Fort Gordon, en el estado de Georgia. Más de la mitad de los alumnos provenía de la prestigiosa Academia de West Point de Nueva York.
Un nuevo campo de batalla
El principal problema de la guerra virtual es que, a diferencia de la clásica, que puede ser por tierra, mar y aire, esta transcurre sin ser vista. La víctima de un ciberataque sabrá muy tarde que ha sido atacada, si es que llega a saberlo.
Incluso en el Pentágono, o en las mejores empresas de seguridad digital, los expertos tienen que descifrar minuciosamente las líneas de código para reconocer irrupciones en el sistema.
Las redes del gobierno de Estados Unidos fueron escaneadas millones de veces al día, informó la revista "Christian Science Monitor" (CSM). No hay un sistema de alarmas que avise cada vez que un intruso entra en contacto con algún cable trampa.
Y es aquí donde el Plan X entra en juego, mediante una visualización en tiempo real de la evaluación de la amenaza. En el futuro debería bastar con una simple mirada a una pantalla para localizar puntos débiles o irrupciones en el sistema.
A través de gráficos, visualizaciones 3D, íconos animados para computadoras conectadas y procesos en curso, lo invisible podría volverse visible.
Incluso se han llegado a probar los lentes de realidad aumentada Oculus Rift. Con ellas uno puede sumergirse, afirmó a la revista "Wired" el coordinador del programa Plan X, Frank Pound. "Es como si pudieras nadar en Internet". De este modo, la ciberguerra casi se convierte en un videojuego.
El Gobierno estadounidense mantiene silencio sobre posibles ofensivas para contrarrestar los ciberataques que se atribuyen a China y Rusia. Washington reacciona a las amenazas "en el momento, el lugar y de la forma que le parece", declaró un alto representante del Gobierno.
"Por motivos de seguridad operativa no publicamos cómo mitigamos las muchas ciberamenazas que vemos", afirmó la teniente coronel Valerie Henderson. El objetivo primordial es proteger las redes propias.
Está aún por ver cómo de bien se puedan visualizar las amenazas digitales. Sin embargo, no parece descabellado que la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés) pueda alcanzar un gran éxito con Plan X, teniendo en cuenta sus logros anteriores.
DARPA lanzó en los años 70 ARPANET, el precursor de Internet, y también la tecnología que hoy en día está detrás de los sistemas de navegación GPS. Al igual que con el Internet, Plan X podría pasar de ser una tecnología desarrollada para uso militar a utilizarse masivamente por la población civil.
Antes de que eso ocurra, los hackers del Pentágono pueden desempeñar una función fundamental para soldados sobre el terreno. Pound sueña con un sistema de Plan X instalado en cada dispositivo del ejército estadounidense y en cada puesto de mando de todo el planeta.
Cada vez que el smartphone de un soldado o la computadora de un vehículo de combate es hackeada, es necesario intervenir. Ahora mismo, un solo comandante supervisa miles de computadoras y hardware de red.
El capitán James McColl, uno de los primeros oficiales en la rama cibernética del ejército, compara su papel con el de los pioneros de la aviación.
"Primero tienes que averiguar qué eres capaz de hacer con el avión". Primero volará 15 minutos, después 30 y poco a poco cada vez más rápido. Es el mismo concepto sirve para el entorno cibernético. "El ejército se pone en nuestras manos para trasladar los efectos de esa batalla cibernética al combate" finaliza.