Sita, un proveedor internacional de tecnología que monitorea el manejo de equipaje a nivel global, dice que las valijas extraviadas de pasajeros en todo el mundo bajaron de 46,9 millones en 2007 a 24,8 en 2018. Es una buena noticia, claro, pero aun así implica que hay 25 millones de maletas que, finalizado un vuelo, no llegan a las manos de sus dueños. En la mayoría de los casos se trata de un desvío: el equipaje no está donde debe, y deberá ser reubicado.
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Al documentalista estadounidense Errol Webber, sin embargo, le pasó algo diferente: cuando volvió de un viaje por Alaska a Los Angeles se encontró con que los bolsos donde traía parte de sus equipos tenían los cierres corridos; no le dio importancia, pero cuando fue a buscar esos equipos no los pudo encontrar. Y, dice, estaba segurísimo que los había guardado allí.
Webber lo tenía claro: esos equipos habían sido robados. Y tenía una manera muy sencilla de confirmarlo: en el bolso donde estaba la cámara que le había desaparecido (con un valor, dice, de unos 200 dólares) había escondido, meses antes, un AirTag de Apple, un rastreador Bluetooth, para tener un mejor seguimiento de dónde estaba su equipaje. Así que activó el sistema de búsqueda para ver dónde podía estar ese equipo: quizá se había extraviado en el vuelo de conexión, o algo.
Los AirTag, como los SmartTag de Samsung o los Tile, son pequeñas antenas Bluetooth que tienen dos modos de funcionamiento: el básico hace sonar un alerta cuando se aleja del iPhone de su dueño lo suficiente como para perder la conexión inalámbrica (10 o 15 metros); ideal para poner en la billetera, la mochila o cartera, etcétera.
El otro modo de funcionamiento se activa cuando esa conexión inicial se pierde. Los AirTags no tienen acceso propio a internet, pero sí pueden avisarle a otro dispositivo de Apple (otro iPhone, por ejemplo), en forma anónima y transparente, que están lejos de su dueño, y usar la geolocalización de ese dispositivo que sí tiene acceso a internet (un iPhone, un iPad) para poder ser encontrados.
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El sistema funciona en forma automática y oculta: es decir, todos los usuarios de iPhone del mundo crean una red de búsqueda, sin que nadie tenga que hacer nada; simplemente, si un teléfono y un llavero Bluetooth de la compañía se comunican, uno le avisará al otro que está ahí, esto se reflejará en los servidores de Apple, y el equipo podrá ser ubicado por su dueño (y solo por él). El sistema de Samsung es similar, aunque la participación en esa red de búsqueda es voluntaria.
Como sea, Webber inició el servicio de búsqueda de Apple, y rápidamente dio con el AirTag que, sabía, estaba dentro del bolsito que tenía la cámara ausente: estaba, inesperadamente, en un domicilio particular de Anchorage, Alaska.
Webber tuiteó su hallazgo; el tuit se hizo viral y alertó a la aerolínea que había llevado el equipaje, United, que puso en movimiento el proceso para ubicar el equipaje. Webber luego borró el tuit, porque mostraba una dirección particular de alguien que podía o no estar involucrado en el robo: el sistema tiene un cierto margen de error para determinar la ubicación geográfica de un AirTag.
Ahora Webber está a la espera de que actúen las autoridades para recuperar sus equipos, y todo gracias a un AirTag.
GDA / La Nación / Argentina
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