Anonymous le declaró "guerra cibernética" al grupo que se autodenomina Estado Islámico (EI), para vengar lo ocurrido el último viernes en París.
La organización de ciberactivistas prometió lanzar la "operación más grande" jamás realizada en contra el grupo extremista en Internet.
"Los ataques (de París) no pueden quedar impunes, por eso Anonymous de todo el mundo los vamos a caza", aseguró un individuo cubierto con la característica máscara de la organización, en un video difundido por YouTube.
"Esperar ciberataques, se ha declarado la guerra. El pueblo francés es más fuerte que ustedes saldrá fortalecido de esta atrocidad", agregó.
"Operación Estado Islámico"
En su video, el portavoz enmascarado también asegura que ya comenzaron su campaña contra los yihadistas en enero de 2015, cuando se produjeron los atentados contra la revista satírica Charlie Hedbo.
De hecho, poco después, en marzo, la organización publicó una lista con 9.200 cuentas de Twitter vinculadas, según los ciberactivistas, a simpatizantes de la organización extremista.
Según un informe de Foreign Policy, hasta el momento, los hacktivistas han logrado "desarmar" más 100.000 cuentas de Twitter, 149 páginas web y casi 6.000 videos propagandísticos relacionados con EI.
Y durante más de un año, voluntarios ocasionales y programadores experimentados han estado sumidos en esta batalla cibernética contra el grupo islamista radical y sus seguidores; una lucha que ha aumentado significativamente, tanto en frecuencia como en visibilidad, en los últimos nueve meses.
Muchos de estos piratas informáticos, la gran mayoría de ellos (aunque no todos) vinculados a Anonymous, trabajan desde diversas partes del mundo y provienen de ámbitos muy diferentes.
No tienen mucho en común, excepto la pasión por la informática y el objetivo de atacar a los extremistas como parte de una campaña global que han denominado #OpISIS (operación Estado Islámico).
Pero, a pesar de la meta común, algunas opiniones dentro del colectivo se encuentran divididas en torno a una pregunta: si Anonymous defiende el uso de Internet sin restricciones, ¿debería esta garantía aplicarse a todo el mundo, incluidos los miembros de organizaciones radicales?
En debates públicos y privados en el ciberespacio, algunos autoproclamados miembros de Anonymous luchan por reconciliar las voces del colectivo, indica el informe de Foreign Policy.
Mientras tanto, la "guerra cibernética" contra EI ya se ha puesto en marcha.
Pero, ¿hasta qué punto es significativa esta lucha en el ciberespacio?
Los límites entre la propaganda de guerra y la libertad de expresión
Estado Islámico utiliza ampliamente la red, ya sea para propaganda viral, en labores de reclutamiento o para comunicaciones entre los simpatizantes del grupo extremista.
Twitter comenzó siendo la red social más utilizada por excelencia, ya que les permitía difundir su torrente propagandístico sin complicaciones.
El año pasado, en su avance en Mosul, Irak, los extremistas difundieron mensajes en esta red social con el hashtag #AllEyesOnISIS, saturando al mundo con un video en el que asesinaban al periodista norteamericano James Foley, para después difundir también otras ejecuciones de activistas y periodistas occidentales.
Otra etiqueta en la misma red social, #AMessageFromISISToUS, provocó una lluvia de mensajes entre norteamericanos y militantes de EI.
Durante meses, Twitter tuvo problemas para conciliar su política de libertad de expresión con su nuevo papel como herramienta propagandística de parte de los extremistas en todo el mundo.
Pero eventualmente la red social tomó medidas, eliminando algunas cuentas: el 2 de abril suspendió 10.000 cuentas directamente relacionadas con EI y aumentó algunas medidas de seguridad.
Aun así, los yihadistas mantuvieron su robusta presencia en la red social.
Y algunos de sus usuarios lograron burlar las nuevas medidas de Twitter: la cuenta de Asawitiri Media, por ejemplo, fue relanzada hasta 122 veces, obteniendo 10.000 nuevos seguidores en tan solo 24 horas.
Sin embargo, en muchos casos el cierre repetido de las cuentas llevó a los extremistas a distribuir su propaganda a través de una nueva plataforma: la aplicación de mensajería móvil Telegram, que es considerada una de las más seguras.
La organización utiliza ampliamente ambas plataformas, tanto Twitter como Telegram.
Pero expertos sostienen que algunas operaciones de EI en redes sociales están siendo manejadas por contratistas y voluntarios desde diversos lugares el mundo, y quizás lejos de los territorios ocupados en Siria e Irak.
Los hacktivistas también han invertido grandes esfuerzos en destruir las nuevas páginas web del grupo para difundir noticias y recaudar donaciones.
"Si podemos romper sus canales de comunicación tendrán menos fuerza", dijo a Foreign Policy @DigitaShadow, uno de los miembros de Anonymus.
Y otra de las campañas en contra EI en Internet —y una de las más surrealistas— es el personaje de anime ISIS-chan, que comenzó tras el rapto y ejecución de los japoneses Haruna Yukawa y Kenji Goto en enero de 2015.
ISIS-chan es un personaje de ficción que pretende "perturbar la propaganda de Estado Islámico en Internet", a través de un personaje del manga "Moé", cuyo objetivo es "traer la paz y los melones" a los miembros de la organización extremista y enseñarles que "los cuchillos son para cortar fruta, no para la violencia".
Pero una guerra cibernética va más allá de la interrupción de la difusión de los mensajes propagandísticos.
¿Contraproducente para la seguridad?
Efectivamente, a lucha cibernética contra Estado Islámico también se ha expandido al espionaje y a los servicios de inteligencia.
Piratas informáticos de GhostSec, una organización formada en gran parte por exmiembros de Anonymous, que también luchan contra EI, se infiltran en foros yihadistas con el objetivo de descifrar las ubicaciones y direcciones electrónicas de los ciberyihadistas.
Esta información es después enviada al servicio de inteligencia estadounidense.
Es por ello por lo que algunos expertos en seguridad consideran que la declaración de guerra de Anonymous podría ser "contraproducente".
Según declaró a AFP el experto en ciberseguridad Olivier Laurelli, la "guerra" declarada de Anonymous a EI "podría interferir en los esfuerzos de la policía a la hora de identificar a los miembros de EI y seguirles la pista".
"El cierre de esas cuentas hará que los investigadores policiales queden sordos y ciegos para muchas cosas", explicó Laurelli.
Es interesante, por ejemplo, saber qué cuentas están activas en Francia, Siria o Irak", dijo.
"Poder identificar las conexiones y comunicaciones entre individuos es también fundamental, pero si Anonymous elimina esos vínculos, los investigadores llegarán a un callejón sin salida".
Nueva amenaza: ciberataques mortales
Por otra parte, según acaba de anunciar el ministro de finanzas británico George Osborne, los extremistas están tratando de desarrollar la capacidad de crear ciberataques mortales en el Reino Unido.
Según Osborne, los hackers islamistas pretenden hacerse con el control del suministro eléctrico de la nación, así como el control del tráfico aéreo y hospitales.
De acuerdo con el ministro, EI ya ha demostrado su capacidad para "explotar Internet con horribles fines propagandísticos", incluida la radicalización y la planificación de operaciones.
Pero el canciller británico advirtió que los yihadistas pretenden ahora apoderarse de las infraestructuras británicas para arrebatar vidas.
"Desde nuestros bancos hasta nuestros coches, militares o escuelas. Todo lo que esté en internet es un objetivo", afirmó.
Osborne también aseguró que "los yihadistas todavía no cuentan con la capacidad para lograr algo así, pero sabemos que es lo que quieren hacer y estamos adoptando todas las medidas para evitarlo".
Ante la amenaza, el gobierno británico ha aumentado la seguridad y anunciado la contratación de más especialistas y cerca de 2.000 agentes de inteligencia.
Además, Osborne anunció la creación de un nuevo Centro Nacional de Ciberseguridad que permita reunir a los mejores expertos del país.
Por su parte, Francia también anunció más inversión en equipos armados y movilizó a 115.000 oficiales de seguridad, según declaró el ministro del Interior Bernad Cazeneuve.