(Video: El Comercio)
Diego Suárez Bosleman

¿Qué le ocurre a nuestro cuerpo cuando nos besan? ¿Por qué nos genera tanto placer? Y sobre todo, ¿por qué es parte de nuestro comportamiento básico? En el marco del Día Internacional del Beso, analicemos el complejo lado científico de este acto.

Si observamos detenidamente, el besar puede ser un tanto riesgoso y hasta asqueroso. De acuerdo con el portal de la revista “Smithsonian”, cuando dos personas se besan en la boca no solo intercambian sentimientos, sino también 9 mililitros de agua, 0,7 miligramos de proteína, 0,18 mg de compuestos orgánicos, 0,71 mg de grasas y 0,45 mg de cloruro de sodio.

Además, un estudio publicado en el 2014 en “Microbiome” estima que en un beso de solo 10 segundos se transfieren hasta 80 millones de bacterias. Los patógenos responsables del resfriado, herpes simple, tuberculosis y sífilis pueden llegar al organismo a través del contacto boca a boca. Pero no se alarme, de las más de 200 especies de estos organismos que se intercambian a través de esta conducta, el 95% son inofensivas para individuos con defensas normales.

Otro punto importante es que no es un acto sencillo. Los besos simples usan tan solo dos músculos y queman de 2 a 3 calorías, detalla un artículo publicado en “The American Journal of Medicine”. Los besos apasionados pueden involucrar de 23 a 34 músculos faciales y 112 músculos posturales; se consumen entre 5 y 26 calorías por minuto.

(Infografía: El Comercio)
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–Cambios abruptos–

Entonces, si biológicamente puede ser un riesgo para la salud y tiene cierto grado de complejidad, ¿por qué lo hacemos? Pues, se siente bien. Un beso en la boca desencadena en el organismo un aumento de dopamina, neurotransmisor asociado al deseo; serotonina, neurotransmisor vinculado a sensaciones obsesivo-compulsivas; y oxitocina, hormona responsable del sentimiento de apego. Esta última es la llamada hormona del amor porque está vinculada a sensaciones de unión y confianza; inclusive se la asocia a la fuerte relación madre-hijo.

Pero estos no son los únicos cambios abruptos. Se puede observar también una respiración irregular, un pulso acelerado y una dilatación de las pupilas, uno de los motivos que llevan a cerrar instintivamente los ojos al besar.

Para Sheril Kirshenbaum, autora de “The Science of Kissing: What Our Lips Are Telling Us”, el beso en sí actúa en cierta forma como una droga en nuestro cuerpo; por lo tanto, uno buscaría repetirlo.

(Infografía: El Comercio)
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–¿Un acto universal?–

No se sabe cuándo se originó, pero el registro más antiguo que se tiene de un beso es de hace 3.500 años, en textos sánscritos de la India. Los documentos –detalla Kirshenbaum– no mencionan un término específico, pero describen un comportamiento en el que dos amantes beben la humedad de sus labios o que inhalan el alma del otro, según el portal BBC.

Algunas teorías proponen que el besar pudo emerger del acto de oler a otro individuo de la misma especie, como modo de reconocimiento. En su libro, Kirshenbaum habla de un origen centrado en la lactancia materna. Y es que al lactar, en el bebe se liberan sustancias como la oxitocina, que producen seguridad y apego. Es el primer encuentro de un ser vivo con esas sensaciones, y lo hace a través de los labios. Por lo tanto, la hipótesis señala que uno empieza a asociar esos sentimientos con los labios y busca repetir la experiencia.

El beso en su forma más básica también ha sido visto en otras especies. De acuerdo con el primatólogo Frans de Waal, los chimpancés se abrazan y se besan luego de un conflicto, a modo de reconciliación. Los bonobos, una de las especies de chimpancés, se besan más a menudo y usan lengua. Puede que en estos últimos el besar tenga una connotación más sexual. Es verdad que otros animales, como perros o aves, tienen comportamientos parecidos al beso, pero los científicos son muy cuidadosos antes de decir si hay carga afectiva o social en esa conducta específica.

Entonces, ¿los besos son algo que todo ser humano hace de forma natural, instintivamente? Un estudio publicado en “American Anthropologist” analizó 168 culturas de todo el mundo y encontró que solo el 46% lo hace en un sentido romántico. Es más, en 15 grupos culturales en Norteamérica las personas ni siquiera se besan. Según BBC, para la tribu Mehinaku en Brasil dicho comportamiento es “asqueroso”.

Pero a pesar de que no sea universal, el beso sigue siendo la forma por excelencia para demostrar amor, pasión, afecto, respeto y paz.

–Para tener en cuenta–

1. Un estudio liderado por el investigador Onur Güntürkün, de la Universidad de Ruhr en Bochum (Alemania), revela que dos tercios de las personas tuercen su cabeza a la derecha al besar.

2. Los labios son 100 a 200 veces más sensibles que las puntas de los dedos.

3. La producción de saliva aumenta durante los besos activos. Esto puede ayudar a prevenir las caries dentales.

4. Aproximadamente, 700 especies de bacterias residen en la boca humana.

5. Nueve besos al día con la misma persona provocaría que ambas tengan similares comunidades de bacterias orales.

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