Como si fueran policías, un amplio grupo de proteínas centinelas patrullan todo nuestro genoma en busca de daños o errores.
Sin embargo, la cantidad de proteínas reparadoras no es suficiente como para cubrir toda la longitud de nuestro ADN, el cual se puede dañar hasta un millón de veces cada día, ya sea por la radiación solar (especialmente los rayos UV-B) o los compuestos mutagénicos presentes en los alimentos y el ambiente.
¿Cómo es que se cumple con la función reparadora? Léelo en el más reciente post del blog Expresión Genética de David Castro.