El 6 de noviembre del 2016, a las 8:40 p.m., se registró en el país la primera explosión del volcán Sabancaya desde 1998. Esto inició su actual proceso eruptivo, el cual ha generado hasta el día de hoy 37.338 explosiones. Ubicado en la provincia de Caylloma, en Arequipa, el Sabancaya es el primer volcán con monitoreo geofísico en la historia del Perú. Aunque su actividad explosiva es de leve a moderada, su vigilancia constante es vital, ya que sí puede representar un riesgo para los ecosistemas, el tránsito aéreo y la salud.
—El riesgo de las cenizas —
El Sabancaya es el volcán más joven del país, con menos de 11.000 años de antigüedad, pero el segundo más activo después del Ubinas (Moquegua). Se le considera un estratovolcán, es decir, un volcán de forma cónica constituido por diversas capas, producto de erupciones pasadas.
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A diferencia del Misti, el Sabancaya no se encuentra cerca de ninguna población. Está situado en una zona un poco aislada. Sin embargo, a su alrededor, en un radio de 20 kilómetros, existen más de 40 estancias, que son refugios donde viven personas dedicadas a la crianza de ganado.
De acuerdo a Marco Rivera, investigador en vulcanología del Instituto Geofísico del Perú (IGP), en el 2017 el volcán llegó a generar 110 explosiones en un solo día, una cifra récord para este proceso eruptivo. Actualmente, el promedio es de 30 a 40 explosiones diarias.
“La intensidad de las explosiones es variable, y dependiendo de ello pueden provocar enormes columnas o plumas de cenizas. En este último período de actividad hemos registrado una columna de ceniza que se elevó hasta 5,5 km por encima del cráter. Esas cenizas son dispersadas rápidamente y pueden alcanzar distancias de entre 30 km y 50 km”, detalla Rivera a El Comercio.
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El experto sostiene que en las últimas semanas se ha observado que las cenizas se han estado dirigiendo hacia el valle del Colca, y podrían llegar a Achoma, Maca y Chivay, todos poblados de Caylloma.
“La actividad eruptiva es constante y sabemos que las cenizas pueden causar problemas oculares, como conjuntivitis o laceraciones en la córnea. Si son ingeridas, pueden provocar malestares estomacales. Asimismo, las cenizas frenan el crecimiento de los cultivos y contaminan las fuentes de agua”, dice el experto, pero recalca que la expulsión de cenizas no es rápida, sino lenta, progresiva.
Hay que destacar que el comportamiento de los volcanes es distinto. "Hay erupciones muy grandes que ocurren en un corto tiempo, de horas a días. En el caso del Sabancaya, hablamos de explosiones pequeñas pero que se prolongan en el tiempo”, señala Rigoberto Aguilar Contreras, Coordinador del Observatorio Vulcanológico del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico (Ingemmet).
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Germán Russian, responsable del Centro de Aviso de Cenizas Volcánicas de Buenos Aires, monitorea la emisión de este material de varios volcanes sudamericanos, entre ellos el Sabancaya. Lo sorprendente es que, en el 2017, el 93% de los mensajes que emitieron sobre la detección y el pronóstico de cenizas fueron originados por el Sabancaya. Esta vigilancia es importante porque las nubes de cenizas volcánicas pueden conducir a la falla o al mal funcionamiento de uno o más motores de los aviones.
—Respuesta local—
Milagros Llasa, subgerenta de la Oficina de Defensa Civil y Defensa Nacional de Caylloma, comenta a este Diario que sí fue complicado para la población de esta provincia enfrentarse a un volcán que está todos los días en actividad.
“El volcán tiene afectación en el ganado, en la agricultura, en las vías –por el ingreso de lahares, flujos de material volcánico–, en la infraestructura hidráulica y, en algunos casos, en la salud de los pastores que viven cerca del Sabancaya”, dice Llasa.
Caylloma tiene un centro de operaciones exclusivamente para el monitoreo de las emergencias y realiza un trabajo coordinado con entidades técnico-científicas. Asimismo, cuenta con información en vivo que le permite vigilar en tiempo real la actividad volcánica.
“Anteriormente, parte de un lahar entró en contacto con una fuente de agua de la población de Lluta. Lo bueno es que tenemos un contacto directo, y a toda hora, con especialistas técnicos y científicos para orientarnos”, indica Llasa.
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