En menos de dos semanas, el 21 de junio, tendremos el solsticio de invierno en el hemisferio sur. Será el día más corto del año y el comienzo de nuestro invierno, así como el día más largo y el comienzo del verano para el hemisferio norte. La variación en la longitud del día y el cambio de estación se deben a la inclinación de la Tierra con respecto a la eclíptica, o plano perpendicular al eje del Sol.
Si la Tierra girara en forma perpendicular a la eclíptica durante su órbita alrededor del Sol, todos los días durarían lo mismo y no tendríamos estaciones. Pero nuestro planeta tiene una inclinación de 23,4 grados, está fija con respecto a las estrellas, pero varía con respecto al Sol a medida que lo orbita.
–LOS TRÓPICOS–
Los trópicos, que forman dos líneas imaginarias alrededor de la Tierra a 23,4 grados del ecuador, marcan la latitud hasta donde llegan a caer los rayos del Sol verticalmente. Al norte está el trópico de Cáncer y al sur el trópico de Capricornio.
En la línea ecuatorial o ecuador, la noche siempre dura 12 horas. En verano, cuanto más lejos del ecuador, mayor la longitud del día. El 21 de junio, en Miami (latitud 25,76 N), el día durará 13:45 horas, mientras que en Ottawa, capital de Canadá (45,42 N), tendrá un tiempo de 15:41 horas. A partir del círculo polar (66,33 N) no habrá noche, porque el Sol estará encima del horizonte.
Inversamente, en el invierno, nuestros días se acortan cuanto más lejos se está del ecuador. En Lima, a tan solo 12 grados de latitud, el día más corto solamente pierde 35 minutos de luz (dura 11:25 horas), mientras que en Santiago de Chile (33,44 S) durará 9:54 horas.
–LAS ESTACIONES–
La inclinación del eje terrestre hace que distintos hemisferios estén más expuestos al Sol durante distintas porciones de la órbita solar, lo que marca las estaciones. El 21 de junio, cuando es verano en el hemisferio norte, a nosotros nos toca estar inclinados en dirección opuesta al Sol (invierno). En el Perú es el Inti Raymi (Fiesta del Sol), y en el hemisferio norte, el día de San Juan.
Desde la antigüedad muchas culturas han celebrado el solsticio de invierno por ser el día más corto. En varios casos lo hacían con ofrendas, implorando que regresara el Sol, que hubiera otro verano y otra cosecha. Coincidiendo con estas celebraciones, el papa Gregorio XIII sabiamente decidió que el 25 de diciembre sería el cumpleaños de Jesucristo. La fecha del solsticio ha ido cambiando por la precesión, que explicaremos luego.
Los solsticios se consideran el comienzo y no la cima del verano o el invierno. Esto se debe a que los océanos retienen calor y se calientan y enfrían lentamente, retrasando la punta de calor o frío aproximadamente 45 días.
–LOS EQUINOCCIOS–
En su órbita, la Tierra pasa dos veces al año por los equinoccios (del griego ‘noches iguales’). Son los puntos donde los dos polos están equidistantes del Sol. Este año sucede el 20 de marzo y el 22 de setiembre. El equinoccio de marzo marcó nuestro otoño y la primavera del hemisferio norte. El de setiembre marcará nuestra primavera y el otoño del norte.
El día (24 horas) tiene la duración que corresponde a una vuelta completa (360 grados) de la Tierra alrededor de su eje. Cada hora significa que el planeta ha girado 15 grados, cada grado demora cuatro minutos. En los equinoccios, la noche dura 12 horas en toda la Tierra.
–LAS TEMPERATURAS–
La posición del Sol determina la temperatura y el clima. En las zonas polares, debido al menor ángulo de los rayos solares que atraviesan gran distancia a través de la atmósfera y a pesar de la longitud del día que llega a 24 horas en verano, hace frío. En cambio, entre los trópicos, donde los días son más cortos pero los rayos solares caen verticalmente, las temperaturas son altas todo el año.
En pocas partes el Sol ilumina desde el amanecer hasta la puesta. Hay muchos lugares donde los accidentes topográficos acortan las horas de luz directa. Por ejemplo, en ciertas áreas de nuestra costa la cercanía de los Andes al este posterga la salida del Sol.
–LA PRECESIÓN–
La definición de la palabra ‘precesión’ es “la rotación del eje de un cuerpo que está rotando”. El eje del cuerpo que rota marca un círculo. Esto lo observamos en los trompos. El eje retrocede en relación con la dirección en que gira la Tierra, a razón de 50 segundos de arco por año; o sea, un grado por cada 71,6 años.
En el caso de la Tierra, el ángulo se mantiene en 23,4 grados, pero su posición respecto a las estrellas describe un círculo completo cada 25.772 años. De aquí a unos 12.400 años, el eje estará en la posición opuesta a la de hoy. Nuestro verano será el 21 de julio y nuestro invierno en Navidad.
La velocidad a la cual ocurre la precesión del eje terrestre, en términos de la vida humana, es muy lenta. Si tomamos en cuenta que el Zodíaco actual fue inventado por los babilonios hace más de 2.500 años, vemos que las fechas de apogeo de las constelaciones zodiacales se han corrido solamente 35 grados.
Los babilonios usaban la posición de las constelaciones del Zodíaco para marcar el tiempo. Un mes son 30 grados de la esfera celeste. El solsticio de junio, que en tiempos babilónicos ocurría cuando la constelación de Cáncer estaba en su punto más alto de la esfera, ahora ocurre durante el apogeo de Géminis.
Cuando la NASA anunció en el 2016 el nuevo cálculo que cambia las fechas correspondientes a la posición de las constelaciones zodiacales, muchos se preguntaron si esto acabaría con la astrología, pero esta no es una ciencia y puede ignorar esta realidad.
Mientras tanto, los astrónomos siguen estudiando cada milímetro de cambio en la posición de la Tierra y su órbita. Esos cálculos son necesarios, por ejemplo, para los viajes espaciales y las comunicaciones satelitales.
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