El Universo posee miles de millones de estrellas y planetas, uno de ellos la Tierra, donde la vida ha surgido con éxito. Los científicos investigan cómo se dieron las condiciones necesarias para que la vida se desarrolle en nuestro mundo.
Para ello, un equipo de astrónomos ha rastreado el viaje interestelar del fósforo, presente en nuestro ADN y en nuestras membranas celulares. Este es un elemento esencial para la vida tal y como la conocemos. Sin embargo, aún no sabemos cómo llegó a la Tierra primitiva.
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“La vida apareció en la Tierra hace unos 4.000 millones de años, pero todavía no conocemos los procesos que lo hicieron posible”, dice Víctor Rivilla, autor principal del estudio publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
Los investigadores usaron las capacidades de ALMA y de la sonda Rosetta, de la Agencia Espacial Europea (ESA), para determinar el recorrido que hizo el fósforo desde las regiones de formación de estrellas hasta los cometas.
Su hallazgos muestran, por primera vez, “dónde se forman moléculas que contienen fósforo, cómo se transporta este elemento en los cometas, y cómo una molécula en particular puede haber jugado un papel crucial en el inicio de la vida en nuestro planeta”, detalla la ESA.
Así, los astrónomos analizaron la región de formación de estrellas AFGL 5142 e identificaron el lugar donde se forman las moléculas portadoras de fósforo, como el monóxido de fósforo.
Según los autores, las regiones del Universo donde nacen nuevas estrellas y sistemas planetarios son “los lugares ideales para iniciar la búsqueda de los ladrillos básicos necesarios para la construcción de la vida”.
Los científicos determinaron que las moléculas portadoras de fósforo se crean a medida que se forman estrellas masivas. “Los flujos de gas que emanan de las estrellas masivas jóvenes abren cavidades en las nubes interestelares. En las paredes de esas cavidades, se forman moléculas que contienen fósforo a través de la acción combinada de choques y radiación de la estrella que está naciendo”.
Luego de detectar esta molécula en las regiones de formación, el equipo hizo lo mismo con el famoso cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, que se ubica en el Sistema Solar, con el objetivo de hallar la misma molécula y poder extrapolar cómo llegó hasta cuerpos de este tipo.
Los astrónomos lograron detectar la molécula en 67/P, convirtiéndose así en la primera detección de monóxido de fósforo en un cometa, lo cual ayuda a los astrónomos a establecer una conexión entre las regiones de formación de estrellas, donde se crea la molécula, hasta la Tierra.
“La combinación de los datos ALMA y ROSINA ha revelado una especie de hilo químico durante todo el proceso de formación estelar en el que el monóxido de fósforo juega el papel principal”, explica Rivilla, investigador del Observatorio Astrofísico Arcetri del INAF (Instituto Nacional de Astrofísica de Italia).
“El fósforo es esencial para la vida tal y como la conocemos”, añade Kathrin Altwegg, investigadora principal de Rosina. “Dado que es muy probable que los cometas proporcionaran grandes cantidades de compuestos orgánicos a la Tierra, el monóxido de fósforo detectado en el cometa 67P puede fortalecer el vínculo entre los cometas y la vida en la Tierra”.
“Entender nuestros orígenes cósmicos, incluyendo cuán comunes son las condiciones químicas favorables para el surgimiento de la vida, es un tema importante de la astrofísica moderna", finaliza Leonardo Testi, astrónomo de ESO y responsable de operaciones de ALMA en Europa.
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