El año pasado, un general estadounidense hizo una ominosa revelación: dos satélites rusos en órbita estaban acechando a un satélite espía estadounidense en la órbita de la Tierra.
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No estaba claro si los satélites Cosmos podían atacar al USA-245, una nave espacial de vigilancia estadounidense.
“Esto tiene el potencial de crear una situación peligrosa en el espacio”, dijo el general Jay Raymond, jefe del Mando Espacial del Pentágono.
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El incidente pasó, pero marcó una nueva etapa en la creciente carrera armamentística en el espacio, donde satélites potencialmente armados con bombas, naves espaciales que disparan láseres y otras tecnologías han pasado de la ciencia ficción a la realidad.
Lo que está en juego quedó claro el lunes cuando Rusia lanzó un misil desde la Tierra que hizo saltar en pedazos uno de sus propios satélites, en una demostración de fuerza.
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El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, calificó el acto de “temerario”.
“Demuestra que Rusia está desarrollando ahora nuevos sistemas de armas que pueden derribar satélites”, dijo en una reunión el martes con los ministros de Defensa de la UE.
Satélites kamikaze
La militarización del espacio es tan antigua como la propia carrera espacial: tan pronto como el Sputnik fue puesto en órbita en 1957, Washington y Moscú comenzaron a explorar formas de armar y destruir satélites.
Al principio, la mayor preocupación eran las armas nucleares en el espacio. En 1967, las superpotencias y otros países firmaron el Tratado del Espacio Exterior, que prohibía las armas de destrucción masiva en órbita.
Desde entonces, Rusia, Estados Unidos, China e incluso India han explorado formas de luchar en el espacio al margen del tratado.
Esa competencia se centra hoy en la destrucción de los satélites del rival, que son cada vez más esenciales para las comunicaciones, la vigilancia y la navegación de todo ejército avanzado.
En 1970, Moscú probó con éxito un satélite cargado de explosivos que podía destruir otro satélite en órbita.
Estados Unidos respondió en 1983, cuando el entonces presidente Ronald Reagan anunció su ambiciosa Iniciativa de Defensa Estratégica, el programa de la “Guerra de las Galaxias” que prometía misiles antimisiles y satélites que emitían rayos láser o microondas.
Gran parte de la tecnología prevista entonces era inviable. Pero en un movimiento histórico, el Pentágono utilizó un misil para destruir un satélite fallido en una prueba de 1985.
Desde entonces, los rivales han intentado demostrar que tienen la misma puntería: China en 2007 e India en 2019.
Por esto, después de intentarlo durante algún tiempo, el éxito del derribo ruso del lunes no sorprendió a muchos expertos.
“Los rusos no necesitaban detonar el satélite para demostrar que tenían la capacidad de hacerlo”, dijo Isabelle Sourbes-Verger, experta espacial del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia.
En cambio, el episodio fue una demostración “de que, si es necesario, Rusia no permitirá que Estados Unidos sea el único en controlar el espacio”, dijo.
Acosadores del espacio
Los países guardan un intenso secreto sobre sus actividades espaciales militares y, dado que muchas de las tecnologías implicadas son de doble utilidad -tienen fines civiles y de defensa-, sus capacidades no están del todo claras.
Pero la carrera es tal que para 2019, el año en que el Pentágono estableció su Fuerza Espacial, éste creía que Rusia y China tenían el potencial de superar a Estados Unidos.
“Mantener el dominio estadounidense en ese ámbito es ahora la misión de la Fuerza Espacial de Estados Unidos”, dijo el entonces secretario de Defensa, Mark Esper.
La carrera ha evolucionado desde la idea de destruir satélites con misiles, o satélites kamikaze, a buscar otras formas de dañarlos con armas láser o de microondas de alta potencia.
Tanto Rusia como China han desarrollado satélites “acechadores del espacio” que pueden ser manipulados para interferir físicamente con otros, según Brian Chow, un analista independiente de política espacial que pasó 25 años en el centro de estudios Rand Corp.
Con brazos robóticos, “pueden simplemente acechar al satélite adversario y moverlo a otro lugar, o doblar una antena” para inutilizarlo, dijo Chow.
Esos satélites siguen siendo pocos, pero el despliegue de dos por parte de Rusia para amenazar a un satélite estadounidense en 2020 demuestra que la tecnología ha llegado.
Además, tanto China como Estados Unidos tienen programas ultrasecretos de pequeñas naves espaciales aladas, reutilizables y robóticas, que podrían utilizarse con armas y dañar los satélites del rival.
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