Por miles de años, el plomo ha ejercido una fuerte atracción sobre pintores, constructores, químicos y productores de vino; pero históricamente también ha hecho un daño - especialmente a los menores - del que no se habla.
Pese a que fue vetado en la gasolina, tu auto todavía contiene varios kilogramos de esta sustancia. ¿Hemos aprendido finalmente a utilizar el plomo de forma segura?
El elemento número 82 es uno de los pocos que la humanidad conoce desde hace miles de años. El plomo puro más antiguo, hallado en Turquía, fue trabajado por los fundidores de hace más de 8.000 años.
El plomo es muy sencillo de producir. A menudo viene mezclado con otros minerales más preciados, sobre todo plata.
Una vez que la mena está desenterrada, gracias a su bajo punto de fundición, el plomo se puede extraer fácilmente con una fogata.
Los romanos, pioneros en la explotación del plomo
Los romanos fueron los primeros en explotar el plomo a escala industrial. Núcleos de hielo en Groenlandia contienen rastros de polvo de plomo de hace 2.000 años, transportados por el viento desde las gigantes fundiciones romanas.
El plomo tuvo múltiples usos durante el Imperio Romano, como en la construcción de acueductos y cañerías para el agua. No en vano la palabra "plomero" se deriva del término en latín para el plomo: plumbum.
"Pienso en el plomo como en el plástico del pasado", explica el historiador especializado en minería del plomo, Lynn Willis.
"Es flexible, lo puedes convertir en finas láminas, soldarlo en tuberías".
Material omnipresente
Al ser maleable y aparentemente inmune a la corrosión, el plomo –al igual que los plásticos modernos- se hizo omnipresente. Y no sólo en tiempos romanos.
"En una gran casa del siglo XVII podías encontrar una mesa cubierta con cacharros de plomo, así como las cisternas que contenía el agua, los desagües, las cañerías".
El plomo tiene un tradicional vínculo con el gremio de la construcción, al ser un material resistente al agua muy útil para techos y marcos de ventanas y para sellar paredes de piedra.
También se descubrió que tenía otras propiedades. El carbonato de plomo, por ejemplo, sirvió como pintura barata y duradera desde tiempos antiguos.
Conocido actualmente como "copo blanco" era valorado por antiguos maestros como Rembrandt por la resolución de su color y los bellos contrastes que aportaba a sus pinturas al óleo.
Entre tanto, los fabricantes de vidrio aprendieron que si añadían óxido de plomo lograban darle brillo a objetos como decantadores de vino, porque el plomo refracta la luz a través de un arco más amplio.
Dulce pero peligroso
Sin embargo, un decantador de vino de cristal con plomo pasa a ser una idea particularmente mala, según Andrea Sella, profesor de química en el University College de Londres, sobre todo si el vino (o jerez, porto o brandy) está en el recipiente durante mucho tiempo.
"El plomo se disuelve lentamente en el vino. Lo llamativo es que obtienes un componente que se empezó a conocer como 'el azúcar del plomo’".
Este componente, acetato de plomo, no sólo se parece al azúcar, sino que tiene un sabor intensamente dulce, explica el profesor Sella.
"Una de las cosas curiosas es que la bebida que pones en tu decantador gradualmente se va haciendo más dulce". Pero el plomo, por supuesto, también es tóxico.
Una vez dentro del cuerpo, interfiere con la propagación de señales a través del sistema nervioso central y se abre camino hacia las enzimas, perturbando su papel en el procesamiento de elementos nutritivos como el zinc, el hierro y el calcio.
Y así, la historia está repleta de ejemplos de personas que, a menudo sin saberlo, realzan el sabor de sus bebidas con plomo, con consecuencias horribles para la salud de los consumidores.
Gota, melancolía, locura
La gota -un sello de la nobleza inglesa en el siglo XVIII- puede ser causada por el envenenamiento por plomo.
Esta enfermedad inducida por el plomo también fue muy familiar para los romanos. Ellos la asociaban con el lúgubre dios Saturno, que se comió a sus propios hijos.
La conexión era acertada. Una exposición crónica al plomo causa depresión, dolores de cabeza, agresividad y pérdida de memoria.
También puede causar esterilidad y algunos sugieren que esto explica el fracaso común de los aristócratas romanos, como César Augusto, a la hora de producir un heredero natural.
¿Causa del fin del Imperio Romano?
Los romanos pudieron ser envenenados por el plomo presente en las cañerías, o también por su presencia en monedas, cazuelas y platos, así como en pinturas y cosméticos.
Sin embargo, la fuente más probable fue -una vez más- el vino, especialmente un edulcorante y conservante que los romanos llamaban sapa o defrutum.
¿Ayudó el envenenamiento por plomo a destruir al Imperio Romano? Los romanos hervían jugo de uvas en cazuelas de plomo para extender la vida de los vinos.
¿Por qué cazuelas de plomo? Según el productor de vino Columella, "los recipientes de bronce sueltan polvo de cobre, que tiene un sabor desagradable".
El resultado es claro: si se analizan los huesos en antiguos cementerios romanos se observa que contienen niveles de plomo tres veces más altos que el límite moderno de seguridad recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
La pregunta de si esto contribuyó a la aparente locura de emperadores como Calígula o Nerón y al eventual colapso del Imperio sigue siendo tema de debate entre académicos clásicos.
Plomo en las fábricas y en nuestros autos
La Revolución Industrial (siglos XVIII-XIX) dio lugar a una nueva oleada de envenenamiento por plomo mucho más grande que cualquier hecho sucedido en los tiempos antiguos.
Esta vez fueron las clases trabajadoras más que los aristócratas quienes soportaron la carga.
Los trabajadores de las minas de plomo de Derbyshire (Reino Unido), por ejemplo, tenían a menudo una línea negra en sus encías, al parecer causada por la reacción química entre el plomo en la sangre y el sulfuro liberado por las bacterias en la boca, después de que comieran cierto tipo de alimentos, huevos incluidos.
Los más afectados fueron los empleados en fundiciones o fábricas de pinturas basadas en plomo, que se hallaron rodeados diariamente por los gases emanados por el plomo.
Dado que el envenenamiento por plomo ha estado presente por tanto tiempo, se puede decir que las acciones del químico Thomas Midgley Jr fueron temerarias hasta el extremo. Él fue el hombre que puso plomo en la gasolina.
En 1921, como brillante joven químico de la automotriz General Motors, descubrió que al añadir el componente tetraetílico - derivado del plomo - los motores funcionaban de forma más eficiente, eliminando el golpeteo incontrolable de los primeros autos de motor. El producto se comercializó con el inocente nombre de "etilo".
Cuando fue retado por los peligros del contenido de plomo, Midgley convocó una rueda de prensa en la que roció sus manos con el elemento químico y respiró su vapor durante todo un minuto, alegando que podría hacer lo mismo cada día sin sufrir efectos nocivos.
La planta de etilo de GM en Nueva Jersey tuvo que cerrar después de que varios trabajadores se volvieran locos y algunos murieran. La prensa rebautizó el etilo con el nombre de "gas lunático".
Un legado trágico
Años después, Midgley contrajo la polio y fue confinado a una cama, con lo que diseñó un sistema de poleas para elevarse – un día se vio enredado en ellas y murió de asfixia.
Sin embargo, la tragedia más grande fue su legado.
Fue Midgley quien inventó los clorofluorocarbonos - CFCs – los gases refrigerantes señalados por abrir el agujero en la capa de ozono e incrementar la incidencia del cáncer de piel.
Y los autos continuaron expulsando gases de bromuro de plomo durante décadas.
Aunque esta fue una fuente mucho más diluida de envenenamiento que la sapa romana o el aire viciado de las pinturas victorianas, era sin comparación mucho más extensa, afectando a cada ciudad del planeta. Y esta vez las víctimas eran niños.
Severos riesgos para los niños
Fue otro estadounidense, el psiquiatra infantil Herbert Needleman, quien finalmente logró que se eliminara el plomo de la gasolina.
En las décadas de 1970 y 80, Needleman descubrió que incluso los niveles muy bajos de exposición al plomo causaba daños irreparables a infantes, incluidos bebés no natos.
Conforme crecieron, sus coeficientes intelectuales eran más bajos, tenían problemas de concentración y a menudo abandonaban los estudios.
Como adultos jóvenes - sugirieron los datos - eran más propensos a convertirse en abusadores, delincuentes, criminales, drogadictos, desempleados, etc.
Needleman concluyó que el plomo había debilitado permanentemente su capacidad de resistir a impulsos arriesgados.
En gran parte gracias al trabajo de Needleman, Estados Unidos empezó a eliminar gradualmente el tetraetilo de plomo en 1975, y la mayor parte del mundo siguió el ejemplo. Aun así, sólo ahora se empieza a conocer la posible escala del daño causado por el envenenamiento por plomo.
Larga campaña contra el plomo en el ambiente
La campaña para eliminar el plomo del entorno continúa. Needleman alegó que la pintura con plomo es una fuente de envenenamiento casi tan grande como la gasolina en el mundo moderno.
Todas las pinturas, incluso las duraderas basadas en plomo, tienden a desmenuzarse. Pero al ser un elemento químico, el plomo nunca se descompone ni desaparece.
Al contrario, el polvo se puede inhalar o los copos de sabor dulce pueden ser consumidos por un bebé curioso. Todavía se puede encontrar plomo en muchos elementos de nuestra vida diaria, pero el uso más grande, irónicamente, está todavía en tu auto. Casi el 90% del plomo se usa para fabricar baterías.
Baterías seguras y selladas
Algunas de ellas están en hospitales o en teléfonos celulares para aportar energía adicional en caso de que haya algún fallo en la red eléctrica pero la mayoría de ellas se usan para arrancar los autos cada mañana.
Incluso autos híbridos o completamente eléctricos contienen una batería ácida de plomo que complementa a la principal de litio o híbrida de metal.
Y ahora las buenas noticias: a diferencia de una lata de gasolina con plomo, una batería con plomo es una unidad sellada.
El plomo nunca se escapa. Y esto permanece así incluso al final de la vida de la batería.
"El plomo tiene la tasa de reciclaje más alta de cualquier metal", señala Andy Bush, jefe de la Asociación Internacional del Plomo.
"La tasa de reciclaje en Europa y Estados Unidos para las baterías es del 99%".
Más allá de las baterías selladas, el plomo sigue presente en nuestras vidas, en algunas cañerías viejas y en viejas capas de pintura del hogar.
O incluso en la gasolina de países como Irak, Yemen, Birmania y Corea del Norte, siguen usando gasolina con plomo.
En algunos lugares, como en la británica región de Derbyshire, encontró su camino de vuelta a la tierra. Allí continuará hasta que alguien lo limpie.