Desde que comencé a escribir esta página de ciencia, hace más de 30 años, hay un tema que quiero tratar. No es propiamente científico, pero está directamente ligado a su comprensión. Se trata del valor de incluir la enseñanza de la ciencia en todos los cursos, de incorporarla en el currículo escolar a todo nivel.
Por razones idiomáticas, las lenguas romances han adoptado la palabra ‘educación’ para abarcar más que la adquisición de conocimientos. La educación comprende valores, modales y conductas que se aprenden principalmente en la casa y con el ejemplo. Para la enseñanza y el aprendizaje están los colegios.
—LA ENSEÑANZA—
Terminé el colegio hace mucho tiempo, 74 años, y efectivamente ha habido progresos desde que me enseñaron los hermanos maristas del colegio Champagnat. Sin embargo, en la mayoría de los colegios, la enseñanza de la ciencia sigue siendo relegada a cursos aislados, y creo que mis sugerencias siguen siendo válidas.
—EN LA PRIMARIA—
Subestimamos la capacidad de los niños de comprender temas complicados, que se pueden simplificar si usamos ejemplos de la vida real. Por ejemplo, parte del cálculo infinitesimal se puede simplificar a solo un concepto de relación tiempo-cambio antes de enseñar fórmulas de derivadas e integrales. Un par de coordenadas permite ilustrar con una curva cómo varía la velocidad de un auto, o la producción agrícola con las estaciones.
“Cuando las ciencias se enseñan integradas en todo el currículo, es más fácil enseñar, aprender y recordar”
Esa familiarización con dos variables permite el uso de letras combinadas con números que prepara a los chicos para el álgebra. En algunos colegios ya se enseñan conceptos algebraicos desde inicial.
No olvidemos que las matemáticas no son ciencia, sino una herramienta indispensable del pensamiento y de todas las ciencias. Una materia aparentemente tan antipática y aburrida como la trigonometría se puede hacer interesante integrada con la geografía y la astronomía. Si los estudiantes la usan para medir las distancias recorridas por Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes, que en ningún momento sabían dónde estaban (no tenían reloj), veríamos para qué sirven los senos y los cosenos.
—EL CURRÍCULO INTEGRADO—
Esto nos lleva a la enseñanza de la historia. A pesar de lo que dicen los libros sobre el papel de los reyes y las dinastías, guerras, batallas y los pactos, casi todos los elementos definitorios de la historia son los inventos. Para comprenderlo se necesita aprender ciencia.
Por ejemplo, hasta el invento de la vela latina (que permite navegar contra el viento) en el primer milenio, nadie se aventuraba a cruzar un océano. Los vikingos cruzaron el Atlántico, pero lo hicieron por donde es más angosto que el Mediterráneo, y a remo, para lo cual estaban diseñados sus barcos.
Así como para entender la navegación de Colón y Magallanes se necesitan trigonometría, geografía y astronomía, para entender bien otros cambios históricos se requieren conocimientos científicos. La contribución de la pólvora, esencial para acabar con el feudalismo, es una excelente ocasión para enseñar un poco de química y física.
La óptica que permitió a Galileo Galilei hacer un buen telescopio en el siglo XVII revolucionó el mundo. Después, el microscopio evolucionó tanto que Louis Pasteur pudo identificar una bacteria y eventualmente explicar la vacuna de Edward Jenner y hacer una contra la rabia. Así nació la bacteriología, después de la cual nada fue igual. La población mundial rápidamente alcanzó mil millones y no paró de crecer. Una ocasión para aprender biología y combinarla con la química y la óptica de la física.
“Las matemáticas no son ciencia, son una herramienta indispensable del pensamiento y de todas las ciencias”
—EL RELOJ—
La historia enseña que Isabel I y sus corsarios le dieron la supremacía naval a Inglaterra, lo cual es falso. El poder de la marina inglesa se debió en gran parte al uso del jugo de lima, cuyo efecto contra el escorbuto lo descubrió el médico naval escocés James Lind, y al cronómetro naval inventado por John Harrison, que hizo posible que los navegantes pudieran determinar la longitud.
El reloj de péndulo, que tenía cientos de años, no puede trasladarse en barcos porque se altera. En 1707, el Parlamento de Inglaterra ofreció 20.000 libras esterlinas por un reloj que pudiese ir en barco. El carpintero inglés John Harrison lo construyó con cuerda y un mecanismo de escape.
A partir de entonces los navegantes sabían no solo la latitud, por las estrellas visibles, sino la longitud, que solo se puede sacar por la diferencia de hora con el punto de salida y la latitud de ambos. Una excelente ocasión para aprender algo de geografía, geometría y astronomía.
Un invento que nuevamente cambió todo fue la máquina de vapor, que desarrolló James Watt para bombear agua de las minas de carbón. Ese trabajo lo hacían los caballos. Así se inmortalizó el “caballo de fuerza” como medida de potencia de todas las máquinas, comenzando por la de vapor, que inició la era industrial. Una ocasión para aprender geología, física y biología.
—LA ETIMOLOGÍA—
En mi época el término ‘etimología’, que ve el origen de las palabras, no aparecía ni siquiera en el libro de gramática del colegio, pero hubiera sido muy útil. Cuando teníamos que memorizar nombres de músculos, huesos, animales y otros términos científicos, era una avalancha de palabras exóticas que no significaban nada.
Yo tuve la suerte de que mi madre hablara griego y latín, y que me enseñara que la mosca era un díptero porque tenía dos alas, y que una especie tenía por nombre ‘melanogaster’ porque su barriga era negra, y que donde se repetía ‘melano’ era porque algo era negro. Aprendí que el músculo sartorio era el del sastre, y el diente canino el que compartimos con los perros.
La etimología no solo sirve para entender anatomía y física, es útil en todas las ciencias y ayuda a hacer conexiones.
La lección siempre es la misma: cuando las ciencias se enseñan integradas en todo el currículo, es más fácil enseñar, aprender y recordar. La próxima semana continuaré con el tema, que tiene mucho más por cubrir, y espero que sirva de estímulo para todos los que están trabajando para mejorar la enseñanza.
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