Deben ser muy pocas -poquísimas, creo yo- las personas que no reconozcan la papel importante de la ciencia, particularmente de la ciencia médica, en extender la esperanza de vida de los seres humanos. Tanto usted como yo somos, además, testigos privilegiados del desarrollo de la tecnología para darle solución a problemas que hasta hace poco parecían imposibles o, por lo menos, acercarnos mucho más hacia la respuesta.
Teniendo en cuenta la máquina maravillosa que es el cuerpo humano, la posibilidad de trasplantar órganos entre seres humanos me parece uno de los procedimientos más extraordinarios y asombrosos que se hayan podido desarrollar. Sin embargo, es bien sabido que el procedimiento quirúrgico es solo la primera parte de un proceso mucho más complejo, en el que se debe asegurar el buen funcionamiento del órgano en otro cuerpo, evitar que sea rechazado y procurar que el receptor extienda su esperanza de vida.
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Desde inicios del siglo pasado
Hasta la primera mitad del siglo pasado hubo muchos intentos infructuosos, sobre todo por la respuesta inmune del organismo receptor. Así, en 1954 Joseph Murray realiza el primer trasplante en el mundo en humanos con supervivencia a largo plazo. El órgano en cuestión fue un riñón y se realizó entre gemelos, por lo que hubo perfecta compatibilidad. Ahí se descubrió la importancia de los antígenos de histocompatibilidad (semejanza inmunológica entre los tejidos del donante y el receptor).
En 1964, en el entonces hospital obrero de Ica, el doctor Augusto Hernández Mendoza rezlizó los primeros dos trasplantes renales con donantes fallecidos en el Perú.
“La investigación científica sigue avanzando, probando, cuestionándose y encontrando nuevas pistas para encontrar la manera en que más seres humanos puedan vivir más”.
En 1969, Hugo García Gonzales Prada se convirtió en el primer peruano en ser sometido a un trasplante de donante vivo. Recibió el riñón de su padre, pero al poco tiempo -por tratarse de un procedimiento inédito- lo perdió. Su alucinante historia de 30 operaciones y cuatro trasplantes de riñones la puede encontrar en elcomercio.pe.
En el Perú, en 1978 se realiza el primer trasplante de córnea; en 1993, el primer trasplante cardíaco exitoso; en 1994, el primer trasplante de médula ósea; en el 2000, el primer trasplante de hígado; en el 2006, el primer trasplante pulmonar parcial (una madre donó a su hijo de un año y tres meses) ; en el 2008, el primer trasplante total pulmonar en un adulto; en el 2009, el primer trasplante de páncreas y riñón; en el 2010, el primer trasplante combinado de hígado y riñón; en el 2011, el primer trasplante cardíaco pediátrico a un niño de 12 años y el primero de hígado pediátrico, a una niña de 5 años; en el 2012, el primer trasplante bipulmonar; y en el 2023 el primer trasplante de bipulmonar secuencial en un adulto mayor.
Lo más reciente
La semana pasada se conocieron dos noticias muy alentadoras para el desarrollo de los trasplantes. Por un lado, investigadores de la Universidad Northwestern (EE.UU.) publicaron un estudio en la revista “Science” sobre un dispositivo electrónico que han desarrollado, más pequeño que la uña del dedo meñique (3mm de ancho por 7 mm de largo y 220 micras de grosor), que puede ser colocado sobre un riñón trasplantado y que servirá para hacer un monitoreo de manera contínua y en tiempo real de la salud del órgano. Esto permitirá que se puedan detectar, de manera temprana, cualquier cambio en la temperatura del organismo receptor que esté relacionada con el rechazo, ganando mucho tiempo en comparación con los métodos actuales.
¿Por qué se centran en la temperatura y no miden marcadores en la sangre? Porque determinaron que el aumento en la temperatura suele acompañar a la inflamación, por lo que cualquier variación anómala se puede convertir en una alerta temprana de un eventual rechazo del trasplante.
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Luego, investigadores de los Institutos de Biomedicina y Salud de Guangzhou (China) publicaron en la revista “Cell Stem Cell” un estudio en el que lograron generar riñones a partir de celulas humanas en embriones de cerdo. Aunque esta investigación ha abierto la puerta a otros problemas éticos (pues los científicos hallaron algunas células humanas en el cerebro de los embriones), se trata de un intento más por ayudar a combatir la escasez de órganos para donación.
Los mismos investigadores señalan que todavía falta mucho para que sus hallazgos se conviertan en una solución viable, pero que sus resultados merecen “mayor exploración”.
Como queda claro, la investigación científica sigue avanzando, probando, cuestionándose y encontrando nuevas pistas para encontrar -en este caso en particular- la manera en que más seres humanos puedan tener la oportunidad de vencer serios problemas de salud y vivir más.