Ya se especula cómo cambiará el mundo después de la pandemia. Uno de los aspectos en los que todos parecen estar de acuerdo es que habrá cambios en el transporte, y en algunas ciudades ya se iniciaron. La caída drástica en el uso del transporte motorizado será ocasión para que este renazca de otra forma. El auto eléctrico ayudará, pero el gran cambio ha sido el auge de la bicicleta en general, y de la eléctrica en particular.
Lo que era siempre un medio de transporte para quien no podía comprar un auto, y para otros un medio recreativo, se está convirtiendo en una herramienta universal.
–Impacto de la pandemia–
En la segunda mitad del siglo XX, China, por su atraso económico e industrial de entonces, fue el primer país que dependió masivamente de la bicicleta para el transporte personal. El resultado es que hoy tiene casi la mitad de las bicicletas del mundo. Al iniciarse el siglo XXI, había unos 1.500 millones de estos aparatos. Si bien en China el salto económico vio un aumento en el uso de automóviles, en países occidentales la preocupación por el medio ambiente y por el ejercicio se orientó a un mayor uso de las bicicletas como transporte.
En la última década se estima que las zonas urbanas de EE.UU. vieron crecer en más de 75% el empleo de la bicicleta para transporte urbano, aunque aun así es solo un 1% del transporte. Los líderes occidentales desde hace décadas son Dinamarca y Holanda, donde 50% y 35% de los viajes urbanos de sus respectivas capitales son en bicicleta, y estas son usadas por más del 90% de la población.
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La pandemia ha llevado a muchos a evitar el transporte público y recurrir a un transporte individual. Grandes ciudades como París, Londres, Manila y Nueva York han rediseñado rápidamente cientos de kilómetros de pistas urbanas para rutas de bicicleta. Bogotá, ciudad pionera en el uso de la bicicleta (el 7% del transporte urbano), habilitó 80 kilómetros de ciclovías temporales, que se unirán a los 550 kilómetros que tiene la capital.
Si bien no hay todavía estadísticas oficiales para el año en curso, las cifras de ventas de bicicletas en Europa, EE.UU. y alrededor del mundo indican que en muchos mercados se han duplicado o triplicado, en comparación al 2019. Algunas ciudades estadounidenses muestran saltos en abril y mayo de 700% con respecto a meses anteriores. La producción no ha podido aumentar a tiempo y se está dando una escasez de unidades y repuestos. El fabricante de bicicletas más grande del mundo, Giant de Taiwán, tiene vendida su producción hasta mediados del 2021.
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–Bicicleta eléctrica–
La bicicleta fue inventada en el siglo XIX. Inicialmente no contaba con pedales (1817), estos fueron integrados en la rueda delantera en la década de 1860. Su forma actual –con cadena– data de 1885.
Dado que no todos los nuevos usuarios tienen el estado físico necesario ni quieren llegar sudados a su destino, se ha dado también un ‘boom’ en la demanda de bicicletas eléctricas. Estas, al igual que el automóvil eléctrico y contrariamente a lo que muchos podrían pensar, se inventaron hace más de un siglo.
Los principios básicos de sus motores y transferencia de energía a las ruedas no han cambiado mayormente, pero la variedad de diseños y la producción han aumentado en las últimas dos décadas, mientras las ventas se han disparado en meses recientes. Los avances en materiales para la capacidad de recarga y propulsión de la batería han permitido incrementar el alcance y hacerlas más ligeras.
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El modelo más común es el pedelec, que posee un pequeño motor para asistir al pedaleo. Las de fuerza a pedido tienen motores activados por acelerador, generalmente en el timón –como las motocicletas–, pero el ciclista también puede avanzar solo pedaleando. La variante más reciente es la electrónica híbrida, donde la fuerza humana del pedaleo es convertida en electricidad para alimentar al motor con ayuda de una batería.
En general, las bicicletas eléctricas están limitadas a menos de 750 vatios, 1 caballo de fuerza (HP) de potencia. La mayoría tiene entre 250 y 500 vatios. Hay diversas baterías recargables: desde plomos ácidos, pesados pero baratos, hasta el níquel-cadmio y el polímero de litio.
“El fabricante de bicicletas más grande del mundo, Giant de Taiwán, tiene vendida su producción hasta mediados del 2021”.
–Arquitectura–
La bicicleta eléctrica parte de un marco similar al de la bicicleta común. La batería generalmente va en el marco pero las hay ubicadas en el asiento, o en un tanque que imita al de las motocicletas. El motor puede ir conectado a la rueda delantera o trasera. Las pedelec tienen un diferencial que permite compensar la diferencia de velocidad de pedaleo con el motor.
Algunos motores pueden invertir la marcha, y cargar la batería al frenar. En las bicicletas el límite está en las revoluciones que pueden alcanzar los pedales. Para las eléctricas, no hay hasta ahora un criterio unificado sobre especificaciones. Las pedelec modernas pueden detectar el esfuerzo y ajustar la velocidad del motor. Por lo general, las bicicletas eléctricas están diseñadas para velocidades no mayores a 45 km/h, aunque muchos países limitan su velocidad a 40 km/h y su potencia entre 0,5 y 1 HP.
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–El futuro–
La pandemia sin duda está impulsando muchos cambios duraderos. Entre estos figura el uso de la bicicleta: silenciosa, limpia, compacta y útil para ejercitarse.
La pregunta es qué países pueden aprovechar mejor estos cambios. El Perú podría fabricar bicicletas, una industria relativamente simple, y proveer a los crecientes mercados actualmente abastecidos por un puñado de naciones. Por otro lado, nuestro país, y en particular las ciudades de la costa, tienen geografía y clima privilegiados para el uso de estas herramientas.
Esperemos también que se den mayores facilidades a los ciclistas y se establezcan las vías necesarias. Si a esto se sumara un buen sistema de transporte público, el transporte urbano dejaría de ser hostil y peligroso, y podría convertirse en una experiencia sana y agradable.
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