La semana pasada hablamos sobre la voz y el sonido, conceptos indispensables para entender el funcionamiento del teléfono, invento de fines del siglo XIX que permitió a la humanidad comunicarse a distancia. Sin embargo, la historia de los orígenes del teléfono recién ha sido aclarada este siglo.
–La patente–
De acuerdo a la creencia popular, el escocés Alexander Graham Bell inventó el teléfono. Pero no fue así. En el 2002 quedó oficialmente establecido por el Congreso de EE.UU. que su creador fue Antonio Meucci.
Este inventor italiano demostró el funcionamiento de un teléfono en Nueva York en 1870, y reservó una intención de patente en 1871, pero no tuvo fondos para mantenerla más allá de 1874. El inglés Elisha Gray presentó otra intención de patente en febrero de 1876. Bell lo hizo unos días después y obtuvo el reconocimiento formal.
Para entonces, el escocés ya tenía una empresa formada, y logró ganar juicios en contra de Meucci, Gray y otros inventores. Su compañía, South Western Bell Telephone Company, obtuvo la patente y se convirtió en 1885 en American Telephone & Telegraph (AT&T).
Esta fue una de las empresas más poderosas de EE.UU., al punto de que el Gobierno intervino en 1982 para romper su monopolio sobre las comunicaciones, obligándola a dividirse en varias compañías independientes.
Probablemente la empresa más importante formada en la división fue Laboratorios Bell (Bell Labs), que había sido la sección de investigación y desarrollo de AT&T. Se trató de uno de los centros de investigación más importantes de EE.UU. y tal vez de la historia de la tecnología. De ahí salió el láser y, en 1947, el transistor, que acabó con el tubo de vacío e hizo posible la computadora, la revolución digital e Internet. En Bell Labs se encontró la radiación de fondo del universo, la prueba más sólida hasta ahora del origen del big bang.
–El teléfono–
El invento del teléfono consistió básicamente en dos transductores, artefactos que convierten una forma de energía en otra. En este caso, uno convierte las vibraciones del aire (ondas sonoras) en vibraciones eléctricas. Luego, estas llegan a otro transductor que hace la operación opuesta: transformar vibraciones eléctricas en vibraciones acústicas.
El artefacto que convierte sonido en vibraciones eléctricas es el micrófono, mientras que el parlante hace lo opuesto.
“En el 2002 quedó oficialmente establecido por el Congreso de EE.UU. que su creador fue Antonio Meucci”.
–El micrófono–
El primer micrófono fue construido a fines del siglo XIX por varios inventores, incluyendo a Tomás Edison. Se trató del micrófono de carbón, llamado así porque poseía granos de carbón entre láminas de metal delgadas, que funcionaban como un diafragma frente a la persona que hablaba. Las vibraciones de la lámina comprimían el carbón, produciendo fluctuaciones de corriente eléctrica.
Estas fluctuaciones de corriente eran transmitidas por un alambre al otro extremo, donde el parlante convertía la señal eléctrica en sonido haciendo vibrar láminas de papel, u otro material, que producían vibraciones acústicas. La señal de sonido necesitaba ser amplificada para llegar al parlante; esto lo hacía un tubo de vacío, que a partir de los años 50 fue reemplazado por un transistor. El alambre que lleva la señal del micro al parlante se conecta en ambas direcciones, formando el ‘par’, el nombre del doble alambre que conecta los teléfonos.
El sistema telefónico tiene una fuente independiente de energía eléctrica de corriente directa, de más bajo voltaje y amperaje que la red eléctrica general. Por esta razón los teléfonos siguen funcionando aun cuando hay apagones.
–Automatización–
Muchos inventores contribuyeron al desarrollo del sistema telefónico. En 1876, el húngaro Tivadar Puskás, colaborador de Edison, propuso el tablero de conmutación, o central telefónica; antes de su invención, se conectaban directamente solo dos teléfonos. La primera central se inauguró en 1878, con 21 abonados en Connecticut, EE.UU., y la primera guía telefónica contenía 50 nombres.
Cuando se pusieron las primeras redes telefónicas su funcionamiento requería primero levantar un auricular que conectaba el teléfono al sistema, luego girar una manivela que hacía sonar un timbre en el tablero de la operadora, quien enchufaba sus auriculares y preguntaba con qué número debía conectarlo. La operadora conectaba el número pedido y le daba vuelta a su manija, haciendo sonar el teléfono deseado. Si el auricular era levantado, enchufaba su alambre y anunciaba que iba a conectar una llamada.
En 1905, Almon B. Strowger inventó el primer teléfono que podía hacer llamadas automáticas. Esta secuencia se hacía por medio de un disco giratorio, con números del 1 al 0. Este permitía marcar en orden: el primer número indicaba la central correspondiente, el segundo buscaba la sección de esa central, y así sucesivamente hasta que el último número daba el teléfono preciso.
Como consecuencia, en los años 20, las operadoras habían sido reemplazadas por centrales automáticas, que permitían marcar el número deseado desde el teléfono mismo.
–El teléfono moderno–
El diseño más popular y duradero surgió del movimiento Bauhaus en Alemania, en 1927. Era negro, de plástico baquelita, combinó el auricular de parlante y el micrófono en el manubrio, y el transformador, batería, timbre y disco giratorio en la base.
Este sistema fue reemplazado por el marcado por tono en los 70. Esto hubiera sido imposible sin la invención de la modulación por impulsos codificados, proceso inventado en 1937 por el inglés Alec Reeves, que transforma la señal analógica en señal digital, y la invención en 1959 del semiconductor complementario de óxido metálico, empleado en la fabricación de circuitos integrados, otro invento de Bell Labs.
La tecnología celular se desarrolló gracias al sistema electrónico inventado por Joel Engel y Richard Frenkiel, de Bell Labs. En abril de 1973 se inició una nueva era telefónica: el gerente de Motorola llamó a Bell Labs por un teléfono celular inalámbrico, frente a la prensa.
Los avances del último siglo habrían sido increíbles aun para visionarios como Edison y Bell. De una pequeña central con 21 abonados conectados por operadora a una red global que permite llamar directamente a otro continente, y 5.200 millones de personas con teléfonos celulares. Y todo comenzó cuando aprendimos a transmitir las ondas sonoras.
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