Bruno Ortiz Bisso

Con el paso de los años, los calendarios astronómicos cada vez son más nutridos, pero no solo eso. Son tantos los eventos que hoy se pueden identificar, que parece una obligación darles un nombre rimbombante para llamar la atención. Así, además de eclipses lunares y solares, tenemos los anillos de fuego, las superlunas (que a veces son hasta “de sangre” o “del cazador”) y muchos más. Y aunque una gran cantidad de gente aún se entusiasma con este tipo de eventos, casi se los considera más cotidianos que extraordinarios.

Pero hace 38 años, en plena época de los transbordadores y cuando cada descubrimiento espacial era una noticia relevante, el paso del cerca de la Tierra se convirtió en todo un acontecimiento que nadie se quería perder.

/ Raúl Rodríguez
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¿Y por qué tanta popularidad de este cometa? Su fama se la debe a su periodicidad: cada 75 o 76 años se aproxima a la Tierra, lo que hace que pueda ser visto hasta dos veces por algunos seres humanos.

era abril de 1986 y en el Perú, según informó El Comercio, miles se movilizaron hacia distintas localidades como Cañete, Lunahuaná, Canta, Punta Pejerrey, Huarochirí, Manchay, Santa Rosa de Quives, Matucana y San Mateo, incluso evadiendo el toque de queda que regía en esas épocas.

Miles de peruanos salieron en caravanas fuera de Lima para verlo. (Foto: Juvenal Alvarado / GEC Archivo Histórico)
Miles de peruanos salieron en caravanas fuera de Lima para verlo. (Foto: Juvenal Alvarado / GEC Archivo Histórico)

Este Diario realizó una cobertura intensa desde un mes antes. Exactamente, desde el 8 de marzo, cuando informó sobre el golpe que el cometa le dio a la sonda japonesa Suisei. Días más tarde, el satélite europeo Giotto publicó las primeras fotos del núcleo del .

Además de publicar instructivos para localizar con mayor facilidad el paso del cometa por el espacio, este Diario aprovechó para difundir información relacionada con el cuerpo celeste y, de esa manera, contribuir con la educación científica de sus lectores.

Ante el temor, información

La cosa fue un tanto distinta 76 años antes, durante su penúltimo paso cerca de nuestro planeta, y cuando por su larguísima cola se creía que el colisionaría con la Tierra, acabando con nuestra existencia.

Ante la creciente idea del fin del mundo, El Comercio se basó en la información científica de la época para explicar a sus lectores, de manera exhaustiva, qué cosa eran los cometas y cuáles eran sus trayectorias. Pese a ello, el pánico por el desconocimiento causó, entre otros hechos reportados en la época, centenares de suicidios.

Finalmente, el cuerpo celeste pudo ser visto en Lima el 18 de mayo de 1910. Al día siguiente, este Diario tituló: “El cometa de Halley… Y no fue nada”.

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El camino de retorno

Desde hace casi un mes se ha vuelto a hablar nuevamente del Pero no se alarme. Aunque este enero nos esté pareciendo sumamente largo, tampoco es que ya hayan pasado esos 75 o 76 años que se demora el cometa en visitarnos.

De acuerdo con diversos cálculos, sobre los últimos días del 2023 el alcanzó su afelio, es decir, el punto más lejano de su órbita alrededor del Sol. Eso significa que ya emprendió el camino hacia un nuevo encuentro con la Tierra.

Este objeto astronómico se llama 1P/Halley. Su descubridor fue el inglés Edmund Halley (1656-1742), quien en 1705 fue capaz de calcular la recurrencia orbital del cometa.

Se espera que regrese al barrio hacia el segundo semestre del 2061.

La primera vez en El Comercio
Luego del paso del Halley

En 1910 fue la primera vez que El Comercio informó sobre el Halley. Ya desde entonces se combatió la desinformación con buenas fuentes.

Luego del paso del Halley
El retorno en 1986
Explicando el fenómeno con ciencia

El Comercio es uno de los pocos medios locales que le han brindado un espacio privilegiado a la divulgación científica. Esta edición es de 1986.

Explicando el fenómeno con ciencia
Información utiliaria
Siempre al servicio de los lectores

Como parte de su labor educativa, El Comercio compartió instructivos para apreciar con seguridad el paso del cometa en 1986.

Siempre al servicio de los lectores

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