Con el paso de los meses, se va conociendo cada vez más cómo el COVID-19 puede afectar a los órganos. Al ser una infección respiratoria, se conocen mejor sus efectos sobre los pulmones, pero el corazón también puede resultar dañado.
Una muestra de ello es el primer seguimiento prospectivo de pacientes infectados por el coronavirus, presentado en el Congreso Internacional de la Sociedad Europea de Respiración, que concluye que los pacientes con COVID-19 pueden sufrir daño pulmonar y cardíaco a largo plazo pero, para muchos, este tiende a mejorar con el tiempo.
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Los investigadores realizaron un seguimiento a 86 pacientes en la región tirolesa de Austria a las seis, 12 y 24 semanas después de su alta del hospital. Durante estas visitas se realizaron exámenes clínicos, análisis de laboratorio, análisis de las cantidades de oxígeno y dióxido de carbono en sangre arterial, pruebas de función pulmonar, tomografías computarizadas (TC) y ecocardiogramas.
Entre otros rezagos, en la visita de seis semanas, los ecocardiogramas mostraron que 48 pacientes (58,5%) tenían disfunción del ventrículo izquierdo del corazón en el punto en que se relaja y dilata (diástole). Los indicadores biológicos de daño cardíaco, coágulos de sangre e inflamación fueron todos significativamente elevados.
La doctora Sabina Sahanic, estudiante de doctorado clínico en la Clínica Universitaria de Innsbruck y parte del equipo que llevó a cabo el estudio, ha explicado que no creen que la disfunción diastólica del ventrículo izquierdo sea específica de COVID-19, “sino más bien un signo de la gravedad de la enfermedad en general. Afortunadamente, en la cohorte de Innsbruck, no observamos ninguna disfunción cardíaca grave asociada al coronavirus en la fase posaguda. La disfunción diastólica que observamos también tendió a mejorar con el tiempo”, ha añadido.
A su juicio, “los hallazgos de este estudio muestran la importancia de implementar una atención de seguimiento estructurada para los pacientes con infección grave por COVID-19″.
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Dos problemas cardíacos principales
Según explica el doctor Leslie Cooper, director del Departamento de Cardiología en Mayo Clinic, "se sabe que la función cardíaca puede disminuir durante una infección severa por SARS-CoV-2, pero esa disminución, a veces, es consecuencia de la respuesta inflamatoria sistémica a la infección y, ocasionalmente, en algunos se debe a una infección viral directa en el corazón”.
Para el especialista, predominan dos problemas cardíacos relacionados con el COVID-19: la insuficiencia cardíaca que ocurre cuando el músculo cardíaco no bombea la sangre tan bien como debería, y los ritmos cardíacos anómalos o arritmias que pueden deberse a la infección o a los medicamentos empleados para tratar el virus.
La insuficiencia cardíaca puede ser consecuencia de la respuesta inflamatoria sistémica ante la infección, de la existencia de presiones pulmonares altas debido a un daño del pulmón, o de una inflamación cardíaca conocida como miocarditis.
“Dentro del contexto de la infección del COVID-19, en muchas personas que se presentan con insuficiencia cardíaca, no se sabe si ese problema está relacionado con la miocarditis o es la respuesta del organismo a la inflamación sistémica del COVID-19”, explica Cooper.
En los pacientes mayores con arteriopatía coronaria o hipertensión, posiblemente se trate de una insuficiencia cardíaca derivada de mayores exigencias al corazón y de una capacidad ya disminuida en la reserva cardíaca. En los pacientes de menos edad, en cambio, posiblemente se trate de una miocarditis primaria causada por el virus.
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Dudas sobre los medicamentos
Existe cierta controversia respecto a si los medicamentos empleados para la presión arterial pueden aumentar el riesgo de sufrir insuficiencia cardíaca.
“Aunque no se sepa con certeza si los medicamentos para la presión arterial llevan a un cierto deterioro de la función cardíaca, por ahora, no hay evidencia de que los medicamentos más empleados en Estados Unidos para los trastornos cardiovasculares conlleven mayor riesgo de contraer COVID-19 o de sufrir las consecuencias de la infección”, anota el Dr. Cooper.
Recomienda continuar con los medicamentos, a menos que el médico imparta otras instrucciones.
Problemas prolongados de la salud cardíaca
Existen pocos datos disponibles acerca de los problemas cardiovasculares prolongados a causa del virus del COVID-19 porque es una enfermedad nueva, pero el Dr. Cooper anuncia que Mayo Clinic ya empezó los estudios.
“Hay que determinar los efectos prolongados del COVID-19, tanto para la salud poblacional como la individual”, dice el Dr. Cooper. Añade que el financiamiento de la Asociación Americana del Corazón y de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos es lo que lidera la investigación relacionada con el impacto cardiovascular del COVID-19.
Conservar la salud cardíaca
“Sabemos que para todos es un período estresante debido al impacto económico y social de la enfermedad, aunque nosotros mismos no la tengamos, pero eso pone a la gente en más riesgo de contraer todo tipo de enfermedades relacionadas con el estrés”, señala.
Quienes tienen problemas cardíacos conocidos, sea presión arterial alta u otra enfermedad, deben enfocarse en practicar los fundamentos de una buena salud cardíaca. “Cuidar de uno mismo, prestar mucha atención a la higiene de las manos, procurar mantener el nivel anterior de actividad física y comer bien son cruciales para conservar la salud”, señala el médico.
Comenta que aunque se deba seguir las instrucciones de evitar reuniones grupales grandes y de mantener la distancia social, también hay que hacer tiempo para permanecer en conexión con los demás porque eso conserva la salud emocional del corazón. “Mantener el contacto social a través del Internet o el teléfono es realmente importante, así que no pierda el contacto para que no se deprima ni se sienta aislado”, añade.
Agencias/Mayo Clinic
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