La enfermedad COVID-19 es “enemiga de la humanidad”, en palabras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y el mundo se ha movilizado para derrotarla. Pero tiene muchos aliados en el día a día.
El virus se transmite sobre todo por vía respiratoria, pero también por contacto físico y la línea del frente suele estar en casa, en los objetos de la vida diaria.
Desde el botón del ascensor hasta la taza del inodoro pueden ser enemigos, mientras que otros objetos suscitan sospechas injustificadas.
Los enemigos jurados
“Cualquier objeto o superficie que se haya tocado o contaminado por tos, saliva o excrementos puede ser infeccioso”, señala Amandine Gamble, investigadora del Laboratorio Lloyd-Smith de la Universidad de California.
Según un estudio publicado la semana pasada en la revista estadounidense NEJM, el nuevo coronavirus es detectable hasta dos o tres días en superficies de plástico o acero inoxidable, y hasta 24 horas en cartón.
Como los datos se han obtenido en condiciones experimentales, no significa que la cantidad de virus que queda sea suficiente para que siga siendo contagiosa.
“Hay que tener cuidado sobre todo con los objetos y las superficies que entran en contacto con muchas personas, como las mesas de las cafeterías, las barras metálicas en el transporte público, los pomos de las puertas, los botones de los ascensores y los interruptores de las áreas comunes”, recalca la investigadora.
“Como no es posible evitar por completo tocar estos objetos y superficies (por ejemplo en el caso de las personas que viven en edificios o cuando vamos a hacer la compra), es importante lavarse las manos y evitar tocarse la cara para no infectarse, así como toser en el codo o estornudar en un pañuelo para evitar contagiar a otros”, agrega.
Para Brandon Brown, epidemiólogo de la Universidad de California, el enemigo es lo que usamos en el exterior y traemos al interior".
“En la tienda podemos sacar nuestro monedero después de haber tocado superficies u otros objetos (infectados), podemos sacar dinero, una tarjeta, un documento de identidad y todo lo que pueda estar expuesto”, detalla.
Los enemigos insidiosos
No se excluye que el SARS-CoV-2 (nombre científico del nuevo coronavirus que da lugar a la enfermedad COVID-19) pueda transmitirse por vía fecal, según un estudio publicado en Nature el 13 de marzo por investigadores chinos, quienes detectaron rastros del virus en muestras rectales de niños.
“Si se confirma el vector fecal, también habrá que desconfiar de los inodoros, algo que puede parecer contraintuitivo para una enfermedad respiratoria, pero que ya se ha visto en el pasado” con el coronavirus que originó la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS) en 2002-03, dice Amandine Gamble.
“Las consignas en este caso son desinfectar la taza del inodoro con frecuencia y, sobre todo, cerrar la tapa antes de tirar de la cisterna para evitar dispersar las gotitas infectadas”, dijo.
Se ignora si el virus detectado en el estudio está lo suficientemente intacto como para ser infeccioso. Esto sólo se puede confirmar mediante cultivo.
El teléfono móvil también puede convertirse en la quinta columna.
“Usamos nuestros teléfonos móviles todo el día, ya sea en casa, en el trabajo (...), en la tienda para comprar: por lo tanto está muy expuesto”, explica Brandon Brown.
François Balloux, profesor de biología de sistemas informáticos en el University College de Londres, discrepa.
¿Desinfectar los teléfonos móviles? “No estaría mal, pero a menos que compartamos nuestros teléfonos con otros, no veo por qué desinfectarlos nos protegería o limitaría la propagación de la COVID-19”.
Los falsos enemigos
Como está expuesto al contacto manual, se podría sospechar que el teclado del ordenador es un nido de virus, principalmente porque está hecho de plástico y tiene muchos recovecos.
Pero algunos investigadores estiman que su papel en la propagación del virus es menor, o incluso cero, si se considera que su propietario, y a menudo el único usuario, se lava las manos al llegar a casa o a la oficina.
Según Brandon Brown, el agua del grifo y los platos calientes también son inocuos.
“El agua del grifo está tratada y la limpieza se hace de forma centralizada, de modo que no reviste peligro”, estima.
“En cuanto a la comida, si los alimentos crudos que se compran contienen virus, éste morirá cuando se hayan cocido”, precisa.
En cualquier caso, los estudios coinciden que el nuevo coronavirus es muy débil ante desinfectantes y la lejía, por lo cual es importante mantener cualquier superficie limpia con el objetivo de terminar con el virus.
AFP/El Comercio
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