Algunas de las secuelas que presentan los pacientes que tuvieron COVID-19 están relacionadas a la estancia prolongada en UCI. (Foto: AFP).
Algunas de las secuelas que presentan los pacientes que tuvieron COVID-19 están relacionadas a la estancia prolongada en UCI. (Foto: AFP).
/ PAOLA MAFLA
Diego Suárez Bosleman

El tratamiento de un paciente con no finaliza luego de haber sido dado de alta. Ya sea por la misma enfermedad o por su estancia prolongada en , estas personas pueden presentar diversas secuelas, que van desde fatiga y dificultad para respirar hasta problemas para comer y debilidad muscular.

Dependiendo del grado de los síntomas, el paciente debe ser monitoreado y sometido a terapia física, ocupacional o de lenguaje.

–Las secuelas–

Contrariamente a lo que se puede pensar, las personas que han padecido un cuadro leve de COVID-19 presentan secuelas. De acuerdo a la doctora Nives Santayana, jefa del Departamento de Medicina Física y Rehabilitación del , algunos de estos pacientes desarrollan –meses después de su recuperación inicial– síndromes dolorosos musculoesqueléticos o polineuropatías, esa sensación de falta de fuerza en los miembros superiores o inferiores.

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En los cuadros moderados –que requieren de hospitalización y oxigenoterapia, pero que no ingresan a UCI– también se ha observado secuelas como polineuropatías, pero a esto se suma atrofia muscular, asociada a los días en cama.

Los cuadros severos –que implican períodos de hospitalización de un mes o más y el uso de un ventilador mecánico– no solo están relacionados a secuelas como el adelgazamiento muscular y el acortamiento de los tendones, sino también a trastornos en la deglución de alimentos y en la voz.

Los pacientes que superaron cuadros severos salen y tienen dolor en el hombro, en la columna cervical y lumbar, y muchos van a presentar una polineuropatía del paciente crítico, que les impide caminar por sí solos y les ocasiona dificultades para realizar tareas diarias como peinarse, vestirse o alimentarse”, explica a El Comercio Santayana.

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–Tratamientos–

Después de su recuperación inicial, las personas que tuvieron COVID-19 necesitan volver a su entorno familiar, social y laboral en el más corto plazo. Por tal motivo, el programa de rehabilitación al que es sometido el paciente recuperado es integral, abarca diversos aspectos.

“La terapia física tiene como objetivo mejorar la capacidad respiratoria del paciente, es decir, volverle a enseñar cómo debe respirar de forma adecuada. También nos ayuda a fortalecer la musculatura que se ha adelgazado por los 20, 30 o 40 días en UCI”, detalla la especialista.

Para tratar los trastornos en la voz y en la deglución se realizan terapias de lenguaje, que consisten en ejercicios linguales (de la lengua), de relajación, de respiración, así como de mejoramiento de los músculos orofaciales, la capacidad fonatoria y de los cambios de voz.

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Por otro lado, también se aplican terapias ocupacionales, que se enfocan en los déficits motores, sensoriales y cognitivos vinculados al estar en UCI.

En la terapia ocupacional, mediante actividades sencillas, se busca que la persona mejores destrezas y realice nuevamente tareas diarias sin ayuda de nadie, como lavarse, colocarse la ropa o sujetar los cubiertos o incluso sentarse.

–Monitoreo–

Santayana recalca que la telemedicina ha sido una herramienta muy útil para evaluar y monitorear a los pacientes COVID-19 que han sido dados de alta.

A través de los sistemas de telemedicina podemos atender a los pacientes un día después de que dejaron el hospital; es decir, llegan a casa y al día siguiente ya están empezando con el proceso de rehabilitación. Nos ha ayudado bastante, sobre todo para mejorar la capacidad respiratoria”, indica la experta.

No obstante, es necesario realizar una consulta presencial y una prueba de esfuerzo para determinar qué programa de rehabilitación seguirá el afectado.

“Lo que hemos visto en estos meses, llegando de forma precoz al paciente mediante telemedicina, es que la parte respiratoria mejora muchísimo entre la segunda y la tercera semana de haber sido dado de alta. Después nos enfocamos en mejorar la parte de la movilidad, que el paciente se desplace de forma independiente”, finaliza Santayana.

–Para tener en cuenta–

  • El sobreesfuerzo asociado a la dificultad para respirar en un cuadro de COVID-19 puede hacer que la lengua retroceda. Esto genera problemas para pasar la comida.
  • El COVID-19 puede afectar varios órganos, como el corazón y el cerebro, lo que aumenta el riesgo de presentar problemas de salud a largo plazo.
  • Los síntomas más comunes del COVID-19 que suelen persistir son fatiga, falta de aire al respirar, tos, dolor en las articulaciones y dolor en el pecho.

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