La noticia remeció a la Argentina: el presidente Alberto Fernández anunció que había dado positivo a la prueba de antígeno del SARS-CoV-2 el viernes y, tras una prueba molecular PCR la tarde de ayer sábado 3, se confirmó el diagnóstico de COVID-19. Muchos se sorprendieron, pues Fernández ya tenía desde hace dos meses sus dosis de la vacuna Sputnik V y se suponía que estaba protegido.
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Ese caso brinda una excelente oportunidad para revisar la posibilidad de que una persona sufra de COVID-19 después de haber completado su vacunación.
Una persona bien informada no debe confundir eficacia con efectividad de una vacuna. La eficacia de una vacuna se calcula en un ensayo clínico controlado de fase 3, estudio que escoge qué tipo de voluntarios participan, y en el que se compara la vacuna contra un placebo. La efectividad se calcula usando la vacuna en todo tipo de persona en la vida real, al compararse a los vacunados contra los no vacunados.
En ese sentido, la eficacia de la vacuna rusa –publicada en su estudio de fase 3– es de 92%. Es decir que, comparados con un placebo, los vacunados tienen 92% menor probabilidad de sufrir COVID-19. Sin embargo, hasta ahora solo Pfizer y Moderna han publicado estudios de efectividad en la vida real.
La infección de Fernández demuestra que, al igual que la eficacia, la efectividad de una vacuna nunca es del 100%.
—Efectividad—
Desde que varios países empezaron a aprobar las vacunas contra el COVID-19 en diciembre del 2020, la expectativa del público ha sido enorme debido a que mucha gente cree que, al vacunarse, quedará completamente protegida de la infección por el virus y nunca se enfermará.
Nada más alejado de la realidad, pues si bien es cierto la vacuna brinda una protección muy grande a quien la reciba, ninguna vacuna –así como ningún medicamento– es 100% efectiva, por lo que siempre podrán presentarse algunos casos de enfermedad, incluso en personas completamente vacunadas.
“La eficacia de la vacuna rusa es de 92%. Es decir que, comparados con un placebo, los vacunados tienen 92% menor probabilidad de sufrir COVID-19″.
Un análisis de 523.000 personas que recibieron dos dosis de la vacuna de Pfizer en Israel encontró que 544 de ellas [el 0,1%] se infectó y desarrolló COVID-19. De esas, 15 necesitaron hospitalización, ocho en condición leve, tres en condición moderada y cuatro en condición severa. Ninguna persona falleció.
Por otro lado, dos estudios de efectividad en EE.UU. se publicaron en “The New England Journal of Medicine” del 23 de marzo, y confirman que las vacunas de Pfizer/BioNTech y de Moderna son efectivas en disminuir los contagios del SARS-CoV-2.
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El primero, hecho en trabajadores de los sistemas de salud de las universidades de California en San Diego y Los Ángeles, muestra que la tasa de nuevas infecciones del personal disminuyó drásticamente, 15 días después de la administración de la primera dosis.
El porcentaje de positividad de la prueba PCR varió según el tiempo transcurrido desde la primera dosis, y fue de 2,5% en la primera semana, 1,2% en la segunda y 0,7% para los que se la hicieron en la tercera. Y quienes completaron su segunda dosis, el 0,4% tuvo una prueba molecular positiva en la semana posterior, y menos del 0,2% tras la segunda semana.
Mientras más oportunidad se da a que el vacunado produzca más anticuerpos, mayor protección da la vacuna, pero nunca llega al 100%.
“La razón por la que algunas personas se infectan no es porque el virus sea más fuerte, sino que la respuesta a las vacunas no es igual en todas las personas”.
El segundo estudio, del Centro Médico de la U. de Texas Southwestern (Dallas), demostró que el 2,61% de los empleados no vacunados desarrolló la infección, comparado con 1,82% de los parcialmente vacunados y el 0,05% de los que recibieron las dos dosis de Pfizer y Moderna. La disminución de 52 veces entre vacunados y no vacunados demuestra gran efectividad de esas vacunas.
La razón por la que algunas personas se infectan no es porque el virus sea más fuerte, sino que, al igual que muchas funciones biológicas en el ser humano, la respuesta a las vacunas no es igual en todas las personas. Si bien es cierto que la mayoría de las personas produce anticuerpos efectivos para neutralizar al virus, otras pueden producir anticuerpos menos efectivos.
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—Corolario—
Es importante entender que las personas que hayan completado su vacunación deben comportarse como si no hubieran recibido la vacuna: usando mascarillas, manteniendo la distancia física de dos metros con otras personas, lavándose las manos y evitando organizar o asistir a eventos en los que no todos estén vacunados.
Sabiendo que las vacunas disminuyen enormemente la posibilidad de desarrollar enfermedad grave, se espera que Fernández tenga una pronta recuperación, y hasta que no sepamos el verdadero impacto de las variantes del SARS-CoV-2, la posibilidad de infectarse después de ser vacunados es más alta que nunca. No se puede descartar que la infección de Fernández haya sido por la variante P.1 brasileña. Solo un análisis genómico podrá confirmarlo.
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