Los especialistas en salud mental de la infancia y adolescencia han alertado que se han detectado problemas de neurodesarrollo en niños nacidos durante la pandemia del COVID-19.
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Según la Dra. Gemma Ochando, pediatra especializada en Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia en el hospital La Salud y miembro de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría, “en los niños nacidos con el inicio de la pandemia se está detectando un aumento de los problemas del neurodesarrollo como retrasos del lenguaje, retrasos madurativos o síntomas de trastorno del espectro autista” mientras que en adolescentes han encontrado un aumento en los problemas emocionales como la ansiedad y la depresión.
Con la pandemia ha cambiado el modo de relacionarse y la interacción social ha disminuido, el niño pequeño aprende a no tocarse, mantener la distancia y no acercarse al resto- y con ello las fuentes de estimulación neurosensorial en los niños han quedando limitadas al ambiente intrafamiliar, ha indicado.
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Fuera del ambiente intrafamiliar todas las personas que interactúan con el niño lo hacen con mascarilla lo que supone una limitación en el reconocimiento de expresiones faciales y del lenguaje verbal que produce una disminución de la intensidad del sonido, especialmente de los agudos, con mayor dificultad para la comprensión e imitación de los mismos, indica la pediatra.
Las fuertes restricciones provocadas por la pandemia han causado una disminución drástica de juegos tradicionales, en grupos, con otros niños de su edad lo que conlleva una menor estimulación y una disminución del aprendizaje por imitación.
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Con el confinamiento estricto se limitó el acceso de los niños a los centros de educación infantil y esto ha supuesto una disminución en la estimulación neurosensorial que se realiza en estos entornos y por otra parte ha retrasado los diagnósticos de las dificultades del neurodesarrollo por parte de los profesores, agentes importantes en la detección de dichos problemas, especialmente es sus etapas iniciales.
Por otro lado, los padres han tenido que conciliar la vida familiar con la laboral, muchos de ellos han tenido que teletrabajar y los niños han pasado más tiempo en contacto con pantallas, lo que tiene consecuencias en el neurodesarrollo de los niños pequeños por lo que su uso no está recomendado, especialmente en niños menores de 3 años.
“Todo ello ha condicionado este aumento en la incidencia de trastornos del neurodesarrollo y el retraso en el diagnóstico de los mismos. También ha motivado un retraso en los ítems del desarrollo madurativo en distintas esferas”, explica la doctora Ochando, que además matiza que “afortunadamente la gran plasticidad neuronal de los niños, especialmente en esta franja de edad, permitirá que se puedan revertir estas situaciones en un porcentaje importante de ellos.
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