En la década de los 70, cuando se lanzaron los primeros satélites, se pudo captar un extraño fenómeno nunca antes visto en el océano. Se trataban de agujeros gigantes en medio de las capas de hielo de la Antártida. Los científicos creían que tales aberturas se habían formado muchos años atrás y que ya no volverían a aparecer. Pero se equivocaban.
En 2016 y 2017, la NASA detectó nuevamente grandes agujeros en el hielo congelado del Mar de Weddell. El más reciente medía 50.000 km cuadrados. Sorprendidos por el hallazgo, investigadores de la Universidad de Washington (EE.UU.) decidieron escudriñar el misterioso origen de las aberturas. El resultado de la investigación fue publicado en la revista Nature.
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Los agujeros se denominan "polinias", un término ruso que significa literalmente agujero en el hielo. Lo que llamaba la atención es cómo podían sobrevivir en el gélido invierno antártico sin congelarse.
Los científicos descubrieron que para que una polinia se forme deben ocurrir varios factores a la vez. Algunos de estos elementos pueden suceder en cualquier temporada del año, pero a menos que se den todos juntos, no aparecerá una polinia.
Recurriendo a imágenes por satélite, robots y focas equipadas con sensores, el equipo de la Universidad de Washington descubrió que, en primer lugar, los fuertes vientos que se acercan hasta la costa favorecen la mezcla del agua en el Mar de Weddell. Las aguas de la profundidad son más calientes y saladas que los de la superficie. Allí, en las profundidades, existe una montaña submarina, conocida como la Elevación de Maud, que forma torbellinos que atrapan al agua más densa.
Cuando el agua de la superficie es especialmente salada, los vientos fuertes pueden generar una reversión de la corriente, en la que el agua superficial comienza a circular de forma que el hielo no puede formarse. Es decir, el agua salada y caliente se queda anclada a la superficie, pero el viento la enfría y la hunde, de modo que es reemplazada por agua un poco más caliente que está más abajo. Esto crea un ciclo que permite el intercambio entre el agua superficial y la profunda.
Las polinias grandes y duraderas también pueden afectar a la atmósfera, porque las aguas profundas contienen carbono de formas de vida que se han hundido durante siglos y se han disuelto en su camino hacia abajo.
Una vez que esta agua llegue a la superficie, ese carbono podría ser liberado. "Esta profunda reserva de carbono ha estado encerrada durante cientos de años, y en una polinia puede ser ventilada en la superficie a través de esta mezcla realmente violenta. Un gran evento de desgasificación de carbono realmente podría afectar al sistema climático si ocurriera varios años seguidos", dijo Ethan Campbell, director de la investigación.
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