Llegamos otra vez al trágico momento del año en que, en el Perú, centenares de personas vulnerables –especialmente niños– empiezan a morir por el frío. La semana pasada, por ejemplo, cinco niños de la comunidad nativa de Parijaro (Junín) murieron por el frío. Tanto nos hemos acostumbrado a este vergonzoso fenómeno, que su periódica ocurrencia no causa mayor impacto en la opinión pública. Nadie se da por enterado.
Debido a su periodicidad, los seres humanos han aprendido a prepararse a recibir la época de frío de manera proactiva y previsora, pero en el Perú parece que ese tipo de previsión no existe, por lo menos para los gobiernos de las últimas décadas.
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Al respecto, recién el 6 de mayo pasado (en pleno otoño y a poco del invierno), se publicó el Decreto Supremo N.º 047-2022-PCMA, “Plan multisectorial ante heladas y friaje 2022-2024″.
Lo que llama la atención de ese documento es que en su artículo 3, sobre el financiamiento, dice: “La implementación de las medidas y acciones realizadas en el marco de lo dispuesto en el presente decreto supremo se financia con cargo a la disponibilidad presupuestal de los pliegos involucrados, conforme a sus presupuestos institucionales, y sin demandar recursos adicionales al Tesoro Público”. Es decir, el plan solo se llevará a cabo si los ministerios involucrados “tienen fondos disponibles”, pues el Gobierno Central no proveerá financiamiento.
Lo cierto es que, a no ser por hipotermia accidental, el frío no mata al ser humano. La prueba de eso la dan miles de comunidades que viven normalmente en las frígidas zonas del norte de Europa, Norteamérica y Asia. Allí, el Estado ha dispuesto y financiado que los pobladores tengan vías de comunicación (terrestres, fluviales o aéreas) operativas, casas preparadas con suministro de energía para generar calor, electricidad que permita almacenar agua y alimentos, y que se asegure que los pobladores tengan participación en actividades económicas que les generen recursos locales de supervivencia.
Al respecto, la Oficina Regional Europea de la OMS, en el reporte del 2010 “Cambio climático, eventos climáticos extremos y salud pública”, menciona que las consecuencias del frío sobre la salud humana son de dos tipos: enfermedades y lesiones.
“Los niños anémicos y desnutridos son incapaces de formar una adecuada cantidad de células de defensa contra infecciones”.
Las enfermedades incluyen las respiratorias (asma y enfermedad obstructiva crónica), cardiovasculares (infartos cardíacos y derrames cerebrales), vasculares periféricas (síndrome de Raynaud), musculares (tenosinovitis, síndrome del túnel del carpo) y de la piel (psoriasis, dermatitis del frío, dermatitis atópica). En tanto, las lesiones incluyen sabañones, hipotermia, pie de trinchera, y accidentes.
El asunto es que, de acuerdo con los datos del Ministerio de Salud (Minsa), los cientos de niños que mueren cada año por el frío en el Perú no pierden la vida ni por enfermedades ni lesiones asociadas al frío.
Razones de los decesos
Los niños peruanos mueren por complicaciones pulmonares causadas por infecciones respiratorias comunes, tales como resfríos, gripes y bronquitis, es decir, no mueren por el frío, sino por neumonía. Pero entonces, ¿cómo esa infección pulmonar es la primera causa de muerte por el frío en niños peruanos?
La respuesta la da el artículo “Investigaciones para reducir la mortalidad por neumonía en países en desarrollo” de la Universidad de Oxford, de Inglaterra, que nos ayuda a entender que la razón por la cual la neumonía mata a los niños peruanos es por la pobreza y la desnutrición.
La secuencia de hechos ocurre entonces de la siguiente manera: miles de peruanos olvidados viven en situación de aislamiento y pobreza permanente en las alturas de los Andes. Ellos son parte del 25,9% de pobres peruanos identificados por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en el 2021
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Los niños que mueren por el frío son, probablemente, hijos de esos peruanos pobres y que además son parte del 11,5% de niños menores de 5 años que tuvieron desnutrición crónica y 38,8% de niños de 6 a 35 meses con anemia en el 2021 (70,4% en Puno y 60,8% en Ucayali).
Los niños anémicos y desnutridos son incapaces de formar una adecuada cantidad de células de defensa (linfocitos) y de anticuerpos (proteínas) para luchar contra las infecciones virales propias del invierno. Al no poder defenderse, una simple infección viral causa una severa infección bacteriana pulmonar. La muerte por neumonía constituye entonces un indicador de la pobreza de un país.
Aunque la revisión de Oxford recalca que la vacunación contra la neumonía es importante para prevenir esas muertes, dice que la única solución a largo plazo es la corrección de la pobreza y las condiciones de vida de esas olvidadas comunidades.
Corolario
Todos los años sabemos que viene el invierno y, con él, el frío. Y también, la sociedad se esfuerza en colectar ropa y abrigos para los afectados. Según cómo la ciencia describe el modo en que se desarrollan la neumonía y la muerte de esos niños, no es un tema de frío, ropa o abrigo.
Esas comunidades no tienen carreteras, trabajos bien remunerados, educación nutricional, servicios médicos innovadores, variedad de alimentos y casas equipadas con calefacción.
Lo que necesitan esas comunidades son planes de desarrollo bien pensados a corto, mediano y largo plazo para salir de la pobreza y mejorar sus condiciones de vida.