En esta época de inmediatez de las redes sociales, la comunicación científica ha sufrido un cambio muy profundo. Si hace 15 o 20 años los científicos del mundo se enteraban de los nuevos conocimientos o tendencias a través de las comunicaciones personales con otros científicos o publicaciones especializadas, ahora lo hacen por Twitter.
Su nombre es centauro
Ese es el reciente caso relacionado a la nueva variante BA.2.75 del SARS-CoV-2, nombrada como Centauro –o centaurus–, originalmente identificada en la India en mayo, y que Tom Peacock, virólogo británico del Imperial College de Londres, mencionó en un hilo por Twitter del 30 de junio, urgiendo a los expertos a que vigilen muy de cerca la nueva variante debido a que –en su opinión– las distintivas mutaciones en la espiga, su rápida diseminación y su amplia distribución geográfica sugerían que pudiera tratarse de una variante de segunda generación.
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Luego, el austríaco Ulrich Elling, en un hilo de Twitter, informó el 3 de julio que BA.2.75 mostraba un crecimiento explosivo en la India, y que centauro se había identificado ya en Australia, Canadá, Alemania, Nueva Zelanda, el Reino Unido y Estados Unidos.
El 5 de julio, la directora científica de la OMS informaba que estaban preocupados por la aparición de esa variante y reveló que se encontraba ya en diez países y que estaba siendo considerada por la organización un linaje de variante de preocupación bajo monitoreo (VOC-LUM, por sus siglas en inglés).
Centauro tiene ocho mutaciones muy distintivas que –según los expertos– la hacen muy diferente del resto de variantes de la familia ómicron. Aunque se considera que es demasiado pronto para saber si BA.2.75 reemplazará a los otros miembros (especialmente, BA.2 y BA.5), existe la preocupación de que, por el escape inmunológico basado en mutaciones que presenta, pueda ser la próxima variante de segunda generación dominante en el mundo.
La pandemia de BA.5
Desde su aparición a fines de noviembre del 2021, la familia de subvariantes de ómicron, caracterizada por su extraordinaria contagiosidad y por su enorme capacidad de burlarse de los anticuerpos producidos por la enfermedad natural COVID-19 y por las diversas vacunas contra el SARS-CoV-2, ha tomado por asalto el planeta.
“Centauro tiene ocho mutaciones muy distintivas que la hacen muy diferente del resto de variantes de la familia ómicron”.
El asunto es que cada una de las nuevas subvariantes de ómicron ha desplazado con mucha rapidez a la anterior, y se tiene que la variante original ómicron BA.1 fue desplazada por la BA.2, y esta a su vez por su subvariante BA.2.12.1, la cual está siendo desplazada por las BA.4 y BA.5, que en el Perú constituyen ya el 47,6% de todas las muestras secuenciadas (11,9% de BA.4 y 31,4% de BA.5). Como comparación, en Estados Unidos el 70% de casos de COVID-19 son por las subvariantes BA.4 y BA.5 (16% y 54%, respectivamente).
Esta nueva etapa de la pandemia por BA.5 se caracteriza por un enorme número de personas contagiadas, pero un relativo bajo número de muertes. Su principal característica es que está infectando a millones de personas que ya tenían inmunidad natural o adquirida contra el SARS-CoV-2, y se conoce que mucha gente puede enfermar de COVID-19 por segunda, tercera y hasta cuarta vez.
Al respecto, una reciente prepublicación de autores estadounidenses advierte que con cada episodio de reinfección, el riesgo de presentar síntomas más severos es mayor, hecho que va en contra de la creencia popular de que si uno se infecta más veces, desarrolla mayor inmunidad y, por lo tanto, la enfermedad es cada vez más leve.
El estudio comparó las historias clínicas electrónicas de más de 250.000 personas que dieron positivo para COVID-19 una vez, con las de casi 39.000 personas con más de dos infecciones. De ese total, 36.000 la tuvieron por segunda vez, unos 2.200 por tercera vez y 246 por cuarta vez. Todos los casos fueron comparados con un grupo de control, de más de 5,3 millones de personas sin COVID-19.
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Los resultados indicaron que las personas con reinfecciones tuvieron más del doble de riesgo de morir y tres veces el riesgo de ser hospitalizados dentro de los seis meses tras su última infección.
También se vio que los reinfectados tuvieron mayor riesgo de COVID-19 persistente con problemas pulmonares y cardíacos, fatiga, trastornos digestivos y renales, diabetes y problemas neurológicos tras cada reinfección, síntomas que podían durar por lo menos seis meses.
Corolario
¿Hacia dónde está yendo esta pandemia? ¿Será centauro la próxima variante dominante? ¿Cuándo dejarán de producirse nuevas subvariantes de la familia ómicron? ¿Será que irán apareciendo nuevas subvariantes cada cierto tiempo y tendremos que acostumbrarnos a ellas hasta que estas se vuelvan más inofensivas? ¿O será que alguna de estas subvariantes cambie radicalmente y cause una enfermedad más seria en personas con inmunidad intacta?
Nadie sabe las respuestas, pero de lo que sí se tiene evidencia es que la pandemia se ha convertido en una seria amenaza para las personas débiles y vulnerables de la sociedad. Los muy ancianos, los debilitados por sufrir de cáncer, enfermedades cardíacas crónicas y los inmunosuprimidos son las principales víctimas de la pandemia.
Si la tendencia sigue así, ¿cuáles serán las políticas de salud que desarrollen los gobiernos para proteger a los más vulnerables? y, al mismo tiempo, ¿cuál será nuestra actitud para proteger a nuestros amigos y familiares más vulnerables?
Nadie puede predecir el futuro, pero sí podemos estar seguros de que la gran pandemia del 2019 aún no termina.