Ya son varios los países que han anunciado la administración de una dosis de refuerzo de vacunas en sus habitantes. Entre ellos Chile, Uruguay, República Dominicana, Francia, Reino Unido, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Alemania, Rusia e Israel.
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Sabiendo que ya se han administrado las dosis suficientes para vacunar completamente al 31,6% de la población mundial, y que los países y regiones con los ingresos más altos se vacunan con una rapidez 20 veces mayor que los países con ingresos más bajos, la Organización Mundial de la Salud ha cuestionado el valor ético del administrar una tercera dosis de vacunas a millones de personas, cuando hay países que no han vacunado siquiera al 2% de su población.
Veamos qué demuestran los estudios en Israel, país que pese a haber vacunado al 78% de la población mayor de 12 años está atravesando por una sorpresiva ola de infecciones por la variante delta, la mitad de ellas en personas completamente vacunadas.
Recordemos que la efectividad de una vacuna se mide como la capacidad que tiene de disminuir la probabilidad de sufrir enfermedad leve, enfermedad grave o muerte. Una medición que se hace en el contexto de un programa comunitario de vacunación, es decir, de la vida real, y que compara a personas vacunadas con las no vacunadas.
—Las vacunas en Israel—
Debido a que empezaron a vacunar desde diciembre del 2020, a que usan casi una sola vacuna (Pfizer), a tener una infraestructura de salud muy sólida y que casi toda su población esta afiliada a dos planes de salud –y puede ser por lo tanto fácilmente estudiada–, Israel es un modelo en los estudios de efectividad de vacunas.
Las evidencias nos indican que es muy posible que la efectividad de la vacuna de Pfizer esté disminuyendo. Una prepublicación del mes pasado encontró, por ejemplo, que la protección contra la infección por COVID-19 durante junio y julio disminuyó en proporción al tiempo transcurrido desde que un individuo fue vacunado.
“La OMS ha cuestionado el valor ético de una tercera dosis [...] cuando hay países que no han vacunado siquiera al 2% de su población”.
Al respecto, personas vacunadas en enero tuvieron un riesgo 2,26 veces mayor de infectarse estando completamente vacunadas, comparadas con personas vacunadas en abril. Esto indicaría que cuanto más tiempo pasa, menos protectora es la vacuna, posiblemente por disminución de los anticuerpos neutralizantes.
Al respecto, los israelíes han documentado que no solamente están aumentando los casos de infecciones en personas completamente vacunadas, sino también las hospitalizaciones, incluyendo admisiones a las unidades de cuidados intensivos.
Por ejemplo, al 15 de agosto, 514 israelíes fueron hospitalizados con COVID-19 grave o crítico, un aumento del 31% con respecto al 11 de agosto. De los 514, el 59% estaban completamente vacunados, y de los vacunados, el 87% tenía 60 años o más.
En un artículo publicado en “Science” del 16 de agosto, Uri Shalit, bioinformático del Instituto de Tecnología de Israel (Technion), dijo que “hay tantas infecciones en personas completamente vacunadas que la mayoría de los pacientes hospitalizados pertenece a ese grupo”, agregando que la principal lección que están sacando en ese país es que “las vacunas funcionan, pero no lo suficientemente bien”.
Por su parte, Dror Mevorach, quien atiende a pacientes con COVID-19 en el hospital Hadassah Ein Kerem y asesora al Gobierno, dijo en el mismo artículo que el Ministerio de Salud está muy preocupado por la sobrecarga de los hospitales, y que ya están preparando a anestesiólogos y cirujanos en caso de verse abrumados por una ola como la de enero, habiéndose iniciado ya un programa de apoyo emocional para profesionales de salud, en prevención del estrés postraumático que pueda provocar esta nueva ola.
“El 30 de julio, Israel dispuso el uso de una dosis de refuerzo de Pfizer para las personas mayores de 60 años”.
Es debido a esas razones, que el 30 de julio Israel dispuso el uso de una dosis de refuerzo de Pfizer para las personas mayores de 60 años, la que desde el 13 de agosto se extendió a los mayores de 50 años.
Después de haber administrado ya más de un millón de dosis, se ha informado que las personas mayores de 60 años que han recibido una dosis de refuerzo tienen la mitad de las probabilidades de ser hospitalizadas, comparadas con personas que no recibieron esta tercera dosis de la vacuna.
Se informó también que de una muestra de más de 4.500 personas que recibieron una dosis de refuerzo, el 88% dijo que los efectos secundarios de la tercera inyección no fueron peores, y en ocasiones fueron más leves que los de la segunda.
Con esa información, es posible entender la respuesta a las críticas que recibieron consejeros de la Casa Blanca y funcionarios de salud del Gobierno de EE.UU., cuando anunciaron el 18 de agosto pasado su plan de preparación para enfrentar la variante delta, con una dosis de refuerzo de sus vacunas.
Ellos dijeron que, si bien es cierto que en sus propios estudios las vacunas no han demostrado una pérdida de efectividad para prevenir la hospitalización y la muerte, deseaban adelantarse a lo que está ya sucediendo en Israel, que lleva una ventaja de seis a ocho semanas a EE.UU. en su programa de vacunación. Dijeron que querían prevenir en vez de lamentar, y que las dosis de refuerzo mejorarán la inmunidad de la población en prevenir infecciones que puedan después complicarse.
Mientras tanto, le recordamos que hasta que llegue el momento de vacunarse debe cumplir estrictamente las reglas de prevención de la infección: uso de doble mascarilla, distancia física en lugares públicos, evitar asistir u organizar reuniones sociales en ambientes cerrados y sin ventilación, y lavado de manos constante.
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