Un equipo científico de Texas (EEUU) busca enrolar 10.000 perros de todas las razas y tamaños para estudiar el proceso de envejecimiento, mejorar la calidad de vida de los canes y los humanos, y buscar las claves de la longevidad.
Los investigadores presentaron su proyecto en la reunión anual de la Sociedad Gerontólogica de Estados Unidos, celebrada en Austin (Texas) “y de inmediato nuestra lista de potenciales 10.000 perros saltó a casi 20.000 solicitudes”, comentó hoy la veterinaria Harmony Peraza en una entrevista con Efe.
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La meta del proyecto es entender cómo los genes, el estilo de vida, la alimentación, los cuidados médicos y el ambiente influyen en el envejecimiento biológico de los perros, y los resultados ayudarán en los esfuerzos por prolongar la vida saludable tanto de los animales como de los humanos que comparten esa vida con ellos.
En Estados Unidos hay aproximadamente 89 millones de perros domésticos, un incremento de casi 20 millones de canes desde que se inició en 2000 una encuesta citada por la plataforma Statista. Según la Asociación Médica Veterinaria Estadounidense, el 36,5 % de los hogares del país tiene perros.
A los investigadores, encabezados por Kate Creevy, de la Universidad de Texas A&M, y Matt Kaeberlein de la Universidad de Washington, les llevó diez años conseguir el apoyo financiero de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, en inglés), y ahora iniciarán un seguimiento por otros diez años de los perros incorporados al estudio.
“Los perros comparten nuestro ambiente, nuestra vida cotidiana, en muchos casos nuestra comida y hasta nuestra cama”, señaló Peraza. “Cuando envejecen, padecen muchas enfermedades comunes en los humanos, como la artritis, cataratas y ceguera, los males cardiovasculares, la diabetes”, agregó.
En términos generales, los perros de mayor tamaño envejecen y mueren más pronto que los canes más pequeños, y los científicos esperan hallar respuestas a esta diferencia con estudios que incluyen el análisis del ácido desoxirribonucleico (ADN), exámenes anuales de sangre y la información periódica que brinden los dueños de los animales y sus veterinarios.
“Queremos identificar los factores que realzan la longevidad”, añadió Peraza, quien trabaja en el Colegio de Medicina Veterinaria y Ciencias Biomédicas en Texas A&M y quien comparte la vida con su ovejero alemán O’Boy, ex buscador de explosivos de la Policía de Los Ángeles.
“La detección y tratamiento tempranos pueden conducir a resultados más felices”, agregó. “Nosotros somos los compañeros de los perros, responsables por su cuidado, y también por tomar las decisiones razonables para no prolongar la vida y evitar el sufrimiento”.
Los científicos también observarán la eficacia de un compuesto rapamicina o sirolimus, una lactosa aislada de la bacteria Streptomyces hygroscopicus que se encuentra en el suelo de la isla Rapa Nui, en la provincia chilena de Isla de Pascua.
Según un estudio publicado la semana pasada por la Universidad de Texas, la rapamicina modifica la disminución del flujo de sangre al cerebro y la pérdida de memoria relacionadas con el envejecimiento.
Durante el próximo año, el equipo investigador estará ocupado en la recepción y selección de candidatos caninos para el estudio, y para ello en su página dogagingproject.org han colocado un formulario de solicitud “que lleva apenas tres minutos para llenarlo”, dijo Peraza.
“Queremos reclutar perros de todos los tamaños y edades, tanto de pura raza como mestizos, y de diferentes puntos geográficos”, aseguró la investigadora, que dijo querer “hacer llegar la convocatoria a dueños de perros y a veterinarios en todas partes”.
Agencia EFE