Luego de experimentar la fase aguda de la infección por el coronavirus, algunos pacientes pueden desarrollar un síndrome con diferente síntomas que pueden durar varias semanas o meses, al que se le conoce como COVID-19 de larga duración, prolongado o persistente.
El COVID-19 persistente se definió así en España a partir de las evidencias científicas: “es el conjunto de síntomas multiorgánicos no atribuibles a otras causas que perduran tras la fase aguda de la infección”.
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El estudio del Instituto de Salud Carlos III, a través del Consorcio Centro de Investigación Biomédica en Red, confirma que, para establecer un posible diagnóstico de COVID-19 persistente es necesario disponer, además de la citada definición, de un diagnóstico previo de la infección aguda, bien con pruebas de laboratorio o bien por inclusión en la historia clínica, y descartar otros problemas de salud a lo que pueda vincularse la sintomatología.
Ahora, un estudio del Reino Unido que fue realizado por investigadores del King’s College de Londres -aún no revisado por pares- descubrió que existen tres formas diferentes del síndrome post-covid.
En el estudio se examinó a 1.459 personas con COVID-19 persistente (pacientes que padecen síntomas durante al menos 84 días tras la infección) y se determinó que existen tres ramas de la enfermedad: una neurológica del covid persistente, una respiratoria y la tercera forma es una gama diversa de síntomas más graves y de mayor alcance.
Los pacientes con COVID-19 persistente que tienen más síntomas neurológicos, que incluye fatiga, niebla cerebral y dolor de cabeza, han tenido la infección cuando circulaban las variantes Alfa y Delta en el Reino Unido, entre diciembre de 2020 y mayo de 2021.
Los pacientes que experimentaron síntomas respiratorios, como dolor en el pecho, problemas pulmonares y dificultad para respirar, estuvieron más frecuentemente entre los infectados entre marzo y mayo de 2020, cuando la gente no estaba vacunada contra el coronavirus.
Según el King’s College, los síntomas del tercer grupo incluyen palpitaciones, dolores musculares, cambios en la piel y el cabello, así como “síntomas multiorgánicos debilitantes”.
Los investigadores afirmaron que estos tres subtipos eran evidentes en todas las variantes, pero sin asignarle un porcentaje de riesgo a cada una de ellas.
Niños y adolescentes
Un nuevo estudio publicado este jueves por los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) detectó que la COVID-19 persistente también afecta a los niños y adolescentes.
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Según informaron los CDC, las condiciones médicas asociadas a la COVID-19 persistente detectadas en menores de edad son coágulos de sangre, problemas de corazón, insuficiencia renal y diabetes tipo 1, todos ellas poco habituales o raras en pacientes pediátricos antes de la pandemia del COVID-19.
Como medida fundamental para evitar el contagio de covid-19 y por tanto estos efectos a largo plazo, los CDC insistieron en la necesidad de que todos los niños mayores de 6 meses -la edad mínima para recibir la vacuna- se inmunicen.
Con información de EFE
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