Las feromonas son sustancias químicas que secretan las personas y están ligadas a la mayoría de situaciones cruciales en la vida de los seres humanos, que van desde la lactancia hasta la selección de la pareja.
Las feromonas pueden ser consideradas como el sexto sentido, se usan para comunicarse sin hablar, para darse cuenta de algo sin conocerlo y para transmitir y recibir información crítica, incluso aquella que puede salvarnos la vida. Sin embargo, aquellas que conducen al comportamiento sexual son, sin duda, las más excitantes.
Según un artículo publicado por Smart Publications, los niveles de feromonas tienen inmensa influencia en cómo y con quién se realiza el acto sexual, en cuan confiada y atractiva se siente la persona sobre su sexualidad y en cómo otros la perciben.
Sin embargo, con el paso de los años los niveles de feromonas, junto con los de nuestras hormonas, disminuyen gradualmente.
Esto puede llevar a que las personas se sientan aisladas, irritables, desconfiadas y menos anhelantes del sexo y el romance.
Para empeorar las cosas, en un esfuerzo por lucir atractivo, probablemente se bañe, se coloque desodorante y perfume y, de esa manera, estaría quitando su cualidad más seductora sin darse cuenta. En otras palabras, se estaría suprimiendo su poderosa y única forma de seducción natural.
Tal vez recuerden aquella explosión de las feromonas al final de la década de los 80, cuando los perfumes y colonias aseguraban contenerlas y eran etiquetados como afrodisiacos potentes.
Muchas de esas fórmulas en realidad contenían una feromona llamada androstenona que venía de la saliva del chancho, pero claro, eso solo funciona para los cerdos.
El gran descubrimiento se dio en 1999 cuando una compañía de productos naturales en California develó la primera feromona derivada del humano, llamada EroScent, luego de 20 años de investigación científica.
Esta fórmula exclusiva de feromonas y sus resultados fueron clínicamente comprobados. Una sola gota podría ser suficiente para sentirse más abierto, cálido y atractivo y así dejar de lado la timidez y la falta de autoconfianza, características que obligan a las personas a esconderse del resto del mundo.
Fuente: El Comercio, Ecuador/ GDA