Si alguna vez viste la serie de ficción Game of Thrones (Juego de Tronos) seguro que escuchaste la frase que se repite como un mantra desde que la dijera Ned Stark en la primera temporada: "Winter is coming" (el invierno está llegando).
Pero lo curioso es que los personajes no conocen exactamente cuándo va a llegar, al contrario que los habitantes de la Tierra, donde las estaciones empiezan y terminan siempre en la misma fecha.
Y es que una de las principales particularidades de este mundo fantástico, recreado en base a la serie de novelas "A Song of Ice and Fire" (Una canción de hielo y fuego) del estadounidense George R. R. Martin, es la extrema variabilidad estacional.
Los veranos y los inviernos tienen una duración indeterminada y por eso los habitantes de los Siete Reinos se pasan la serie preguntándose cuánto se extenderán.
Pero, ¿tiene este escenario ficticio una explicación científica posible? La respuesta sería sí. Te presentamos tres teorías científicas.
1. Inclinación variable del eje de rotación
En la Tierra las estaciones se deben a la inclinación de 23,5 grados de su eje.
Gracias a esta, en el hemisferio que está más cerca del Sol durante la rotación del planeta suele tener un clima más cálido, lo que se llama verano. Y seis meses después llega el invierno, ya que la Tierra tarda un año en dar la vuelta alrededor de su estrella.
Además, la inclinación del eje es extremadamente estable. Y en eso tiene que ver la Luna, mucho mayor que los satélites de la mayoría de planetas.
Sin ella, el ángulo de inclinación deambularía en respuesta a los tirones gravitacionales del Sol y de Júpiter. Y las estaciones no serían tan estables.
Del planeta de Game of Thrones se sabe que tiene al menos una luna, como se cuenta en el episodio The Kingsroad.
Y los libros también mencionan que tuvo otra, que eclosionó tras acercarse demasiado al Sol y que liberó a miles de dragones. ¿Pudo esa suerte de cataclismo celestial haber provocado un cambio brusco en la inclinación del eje?
2. Una órbita extremadamente alargada
La Tierra rota alrededor del Sol en una órbita elíptica, aunque prácticamente circular.
Pero no todos los planetas giran formando un círculo casi perfecto alrededor de su estrella.
Mercurio, por ejemplo, tiene la mayor excentricidad orbital de todo el sistema solar, el parámetro con el que los astrónomos miden cuánto se desvía la rotación de un cuerpo celestial del círculo perfecto.
Es de 0,2056, en comparación con el 0,0167 de la Tierra. Y cuanto más cerca está el valor de cero, más cerca está la orbitación de ser circular.
Al rotar de una forma elíptica muy pronunciada, hay momentos en los que el planeta está muy lejos del Sol, por lo que el clima es más frío que el del invierno de la Tierra.
Y esta desviación también tiene consecuencias en la duración de las estaciones; una explicación que bien se podría aplicar a la serie.
3. Planeta circumbinario
Otra de las teorías científicas con las que se trata de explicar el loco clima del planeta de Game of Thrones es que sea circumbiario.
En el 2013, Veselin Kostov, Daniel Allan, Nikolaus Hartman, Scott Guzewich y Justin Rogers, un grupo de científicos de la Universidad de Cornell (EE.UU.), publicó un estudio en el que argumentaban la posibilidad de que el planeta de la serie orbitara alrededor de dos estrellas a la vez.
Y explicaban cómo serían las estaciones si el mundo de Game of Thrones perteneciese a un sistema binario.
Según estos expertos, un mundo con esa característica podría experimentar estaciones cortas o largas que se sucederían de forma caótica, sin un patrón determinado, como en la serie. Y es que según las leyendas, en el mundo de los Westeros hubo una vez en el que el invierno duró 900 días.
Este tipo de planetas existen. De hecho, hasta ahora se han descubierto 15 sistemas circumbinarios.
Por lo tanto, la explicación del loco e impredecible clima de Games of Thrones podría estar en alguna de estas teorías.
Y también podría deberse a una combinación de todas estas ellas.
Hay incluso quien, señalando el cambio climático, dice que "Winter is coming" no es solo un mantra, sino una advertencia clara.