En la mitología escandinava, el kraken es una criatura que vive en las profundidades de los océanos, que de vez en cuando emergía y usaba sus larguísimos tentáculos para atacar barcos y devorar marineros. Ya en 1857, el naturalista danés Japetus Steenstrup relacionó las historias de barcos arrastrados al fondo del océano con la existencia del calamar gigante: un invertebrado de diez brazos, que se cree que puede crecer hasta 13 metros y pesar más de 900 kilos.
Tuvieron que pasar más de 160 años para que un equipo de científicos, encabezado por Rute da Fonseca, pudiera secuenciar el genoma de un calamar gigante. Y todo a partir de los pocos restos de calamares gigantes (‘Architeuthis dux’) que han podido recolectar en diferentes partes del mundo.
“Estos nuevos resultados pueden desbloquear varias preguntas pendientes sobre la evolución con respecto a esta especie”, dice Da Fonseca, profesora asociada del Centro de Macroecología, Evolución y Clima (CMEC) en el Instituto Globe de la Universidad de Copenhague.
Para este logro, los científicos usaron secuencias de ADN mitocondrial de las muestras encontradas. Previamente, los investigadores de la Universidad de Copenhague confirmaron que todos los calamares gigantes eran de una sola especie.
“Nuestro análisis genético inicial generó más preguntas de las que respondió”, indicó el profesor Tom Gilbert, del Instituto Globe, que participó en un trabajo anterior sobre la criatura gigante.
Los desafíos en el laboratorio comenzaron con el hecho de que las muestras disponibles se originan a partir de animales en descomposición, generalmente conservados en formalina o etanol en museos de todo el mundo. Esto significa que la mayoría de ellos no se puede usar para obtener el ADN de alta calidad necesario para ensamblar bien el genoma.
UN RETO POR DELANTE
“Los calamares gigantes rara vez son vistos y nunca han sido capturados y mantenidos vivos. Esto significa que su biología (incluso cómo se reproducen) sigue siendo en gran parte un misterio. La secuencia del genoma puede proporcionar información importante”, indica Caroline Albertin, científica del laboratorio de biología marina (MBL) de la Universidad de Chicago e investigadora del proyecto.
“En términos de sus genes, el calamar gigante se parece mucho a otros animales. Esto significa que podemos estudiar a estos animales verdaderamente extraños para aprender más sobre nosotros”, agrega Albertin, quien en el 2015 dirigió el equipo que secuenció el primer genoma de un cefalópodo (calamares, pulpos, sepias y nautilos).
Una muestra de tejido recién congelado de un calamar gigante recolectado cerca de Nueva Zelanda fue clave para producir el mejor genoma de cefalópodo disponible en la actualidad.
Al permitir la comparación del calamar gigante con los genomas de los tipos de cefalópodos más conocidos, se espera descubrir más sobre estas misteriosas criaturas, sin tener que atraparlas u observarlas en las profundidades de hasta 1.200 metros en que habitan.
Todo serviría para explorar los fundamentos genéticos del tamaño, crecimiento y la edad del calamar gigante.
Las cifras
2,7 mil millones de pares de bases de ADN tiene el genoma del calamar gigante, casi el 90% del tamaño del genoma humano.
10 genes de la familia de las protocadherinas, que no se encuentran en los invertebrados, los tiene el genoma del calamar gigante.