Pensamos que habitamos en la superficie del planeta pero en realidad vivimos en el fondo de un vasto océano de aire que es dinámico, frágil y el hogar de unas de las fuerzas más poderosas de la naturaleza. Pero, ¿cómo puede haber vida en un ambiente tan hostil?
En busca de la respuesta, un equipo de expertos internacionales pasó un mes estudiando los cielos y llevando a cabo pioneros experimentos mientras volaban sobre Estados Unidos en una nave flotante gigante. Esa plataforma científica única se llama ‘Cloud Lab’, un laboratorio en las nubes.
EXPLORANDO LA TOPÓSFERA
La tropósfera es una capa turbulenta de aire que empieza en la superficie de la Tierra y se alza de 7 a 20 kilómetros sobre el nivel del mar, dependiendo de la latitud, estación y hora del día.
Los expertos aún no han determinado cuál es el límite más alto en el que hay vida en la Tierra pero la nueva investigación ha encontrado una gama de animales que viven en la parte superior de la atmósfera del planeta.
Ahora se sabe que efectivamente existen bacterias en las nubes y los científicos piensan que juegan un rol importante en la creación de la lluvia, pero es poco lo que se conoce de la vida más arriba.
El microbiólogo Chris Van Tulleken descubrió que las bacterias pueden vivir a una altura superior a 3 kilómetros, en un ambiente hostil con presión baja, radiación ultravioleta, gélidas temperaturas, vientos fuertes y falta de oxígeno y agua.
VIVIR EN LA ZONA MUERTA
El cuerpo humano tiene la habilidad de adaptarse a la altitud, algo que a menudo aprovechan los atletas para mejorar su resistencia, pero el cuerpo humano no se puede aclimatar más arriba de los 7 kilómetros.
Los seres humanos tienen que llenar sus pulmones con oxígeno puro para poder funcionar en altitudes extremas, para evitar que gases disueltos como el nitrógeno formen burbujas en la sangre. Pero sigue siendo un misterio cómo seres microscópicos pueden subsistir a tales alturas.
Una explicación puede estar en la manera en la que los tardígrados pueden suspender todos los procesos biológicos que no son esenciales en condiciones extremas y soportar la congelación y la desecación. Unas pocas gotas de agua basta para reanimarlos.
EXPLORANDO LA CAPA FRONTERIZA
Aunque se sabe mucho sobre los insectos que viven cerca de la superficie de la Tierra, las investigaciones indican que otras especies existen en gran escala más arriba, en la capa fronteriza o capa límite planetaria, a uno o dos kilómetros de altura.
Cuando se observó un kilómetro cuadrado de cielo sobre un lugar silvestre durante un mes en verano se registraron alrededor de 3.000 millones de insectos volando.
INSECTOS EN LA ALTURA
Durante el día, a los insectos más pequeños, como los crisomélidos (especie de escarabajos), se los llevan los vientos turbulentos hacia la atmósfera.
Luego, a medida que el Sol se oculta, surgen raudas corrientes de aire que los insectos más grandes utilizan para aligerar su migración, seleccionando las altitudes más favorables y las corrientes en las que les conviene viajar.
POLILLAS NORCTURNAS
Las polillas de la familia Noctuidae, como la Mythimna unipuncta, aprovechan esas corrientes de aire nocturnas para que las lleve al norte y al sur de América, siguiendo sus rutas migratorias.
ARAÑAS VOLADORAS
No se necesitan alas para volar. Algunas especies jóvenes de arañas recorren largas distancias lanzando hilos de seda hacia las rápidas corrientes de aire.
Éstas actúan como paracaídas y a veces las llevan a las partes altas de la atmósfera para luego depositarlas en islas remotas o montañas distantes.
Las arañas Euophrys omnisuperstes vive en altitudes de hasta 6.700 metros en el Éverest y su única fuente de comida a esas alturas extremas son insectos perdidos que llegan con los vientos.