Aún no hay un estudio científico concluyente que determine que la ivermectina, un antiparasitario usado desde hace décadas, es un tratamiento seguro y eficaz contra el COVID-19. En ese sentido, la defensa de su eficacia se reduce a un grupo de médicos, empresarios y autoridades, mientras el Ministerio de Salud (Minsa) deja su uso a discreción de los médicos tratantes.
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La web Clinical Trials registra, en total, 41 ensayos clínicos sobre ivermectina y COVID-19 en distintas partes del mundo y en distintas fases. Los resultados de algunos de ellos ya han sido publicados y observados por la Organización Panamericana de la Salud/OMS, pero se esperan los informes de otros como el que se desarrollan en Bangladesh, ya concluido y que es de fase III. En el Perú, la Universidad Peruana Cayetano Heredia lidera una investigación que se encuentra en fase de reclutamiento, según el Registro de Ensayos Clínicos del Instituto Nacional de Salud.
¿Qué dice la OPS sobre los resultados que ya se conocen? En una revisión de más de 60 alternativas terapéuticas para COVID-19 que se prueban en el mundo, la OPS halló hasta diciembre del 2020 11 ensayos clínicos, publicados y en prepublicación, relacionados a la ivermectina. “A pesar que los resultados de cuatro estudios sugieren una reducción en la mortalidad con ivermectina, la certeza en la evidencia [científica] resultó muy baja por limitaciones metodológicas y un número pequeño de eventos. Se necesita más información procedente de estudios con un diseño adecuado para confirmar o descartar estas conclusiones”, señala el documento.
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En los últimos días, el expresidente Martín Vizcarra y el vicedecano del Colegio Médico del Perú (CMP), Ciro Maguiña, han señalado -sin mostrar evidencias- los supuestos beneficios de la ivermectina para tratar el COVID-19.
“[La ivermectina] funciona pese a no tener una constatación científica rigurosa, médica y de laboratorio”, dijo el exmandatario, actual candidato al congreso.
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En tanto, el representante del CMP, quien tuvo COVID-19, dijo que “como parte del tratamiento tomé ivermectina por cinco días, es algo que siempre he recomendado cuando se usa oportunamente, tiene base científica”.
Poco después, el CMP se desmarcó de la posición de Maguiña: “Como institución aclaramos que, a la fecha, no existe evidencia científica que avale el uso de estos medicamentos y garanticen algún beneficio clínico en la prevención o tratamiento del COVID-19″.
Sin respaldo
Junto a la hidroxicloroquina y azitromicina, la ivermectina no es considerada como una alternativa de tratamiento para el COVID-19 entre las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud/OMS, la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) e incluso entidades nacionales como el Instituto de Evaluación de Tecnologías en Salud e Investigación (IETSI) de EsSalud. Los investigadores recomiendan su uso solo en el marco de ensayos clínicos controlados.
Al inicio de la epidemia en el Perú, en mayo, el Ministerio de Salud autorizó el uso de la hidroxicloroquina, azitromicina e ivermectina para pacientes con COVID-19 luego de que el Comité de Expertos así lo recomendara.
“Aun cuando el nivel de la evidencia es bajo, con la opinión mayoritariamente a favor de los miembros del grupo, se pone a consideración de los médicos tratantes las siguientes pautas de tratamiento”, decía una resolución ministerial.
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Luego, en diversas regiones del país, las autoridades locales iniciaron campañas masivas de entrega de dosis de ivermectina a la población en general, con la promesa de que este antiparasitario evitaría que se contagien de coronavirus, incluso se utilizaba ivermectina para uso en animales, como mostró El Comercio en una serie de informes.
Todo ello sucedía en momentos en que la FDA daba marcha atrás en su autorización de emergencia para la hidroxicloroquina e incluso alertaba sobre el uso de ivermectina veterinaria, al igual que la Organización Panamericana de la Salud. Lo mismo hizo la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) ante la creciente automedicación con este fármaco.
Pero pasaron meses para que se comenzara a hablar sobre la falta de evidencia científica que respalde el uso de ivermectina en el país. Fueron los investigadores del IETSI de EsSalud, dirección de generación de evidencia científica del seguro social, quienes dieron la voz de alerta sobre la ineficacia de la hidroxicloroquina, ivermectina y azitromicina en pacientes con COVID-19 hospitalizados. La gerenta de investigación de salud de EsSalud, Yamilée Hurtado, quien dirigió el estudio, fue separada del cargo en noviembre después de ratificar los hallazgos, que iban en la línea de la evidencia científica internacional. Lo mismo sucedió en octubre con Patricia Pimentel, directora del IETSI.
Finalmente, el Minsa retiró el primer medicamento de sus recomendaciones, pero dejó el segundo para que siguiera siendo analizado. En diciembre, a 10 meses del inicio de la epidemia en el país, la ministra Pilar Mazzetti aceptó en RPP que “no existe en este momento, a nivel mundial, evidencia que nos diga que podemos usar la ivermectina de forma profiláctica [prevención]”.
Para Alvaro Taype Ronda, médico epidemiólogo y uno de los autores de un artículo científico que cuestiona la transparencia en los documentos técnicos para el tratamiento de pacientes con COVID-19, los expertos seleccionados por el Minsa “propusieron una sobremedicación que no tenía sentido”, pues no había evidencia suficiente para su uso.
Promotores y críticas
En estos meses de pandemia, la ivermectina ganó un protagonismo importante. El Comercio mostró cómo en la selva central, un médico promocionaba dicho medicamento y aseguraba tener la mayor evidencia científica del mundo respecto a su eficacia. Hasta el momento, no ha publicado en alguna revista científica los datos que dice tener. También surgió un supuesto estudio que se hizo viral en internet y que tuvo que ser retirado de la página web de la Universidad de San Marcos luego de que se mostrara una serie de falencias en él.
Sin embargo, pese a no contar con ensayos clínicos que respalden su uso, este medicamento sigue siendo promocionado, incluso por populares empresarios como Manolo Fernández, CEO de Farvet, laboratorio que desarrolla candidatas a vacunas contra el COVID-19 en el Perú. El médico veterinario ha defendido en diversos espacios a la ivermectina y ha asegurado -sin mostrar evidencia- que las vacunas contra el COVID-19 que ya están siendo aprobadas son menos eficaces que este fármaco. Como mostró este Diario, sus afirmaciones tienen una serie de imprecisiones.
Esto hizo que el Colegio Médico se pronunciara en contra de la comparación entre la ivermectina y la vacuna hecha por Fernández en un programa de televisión:
“Hay una total falta de evidencia en cuanto a ivermectina. No hay ningún ensayo clínico bien hecho y todos los que hay son estudios pequeños que dan resultados contradictorios. Así que no podemos decir algo a ciencia cierta sobre la ivermectina. Algo muy opuesto a lo que sí sucede con la vacuna. Pfizer publicó sus primeros resultados de fase III en extenso y AstraZeneca una parte de ellos. Ya tenemos datos relativamente claros. Tenemos datos sobre la eficacia y sobre la seguridad, pero ni por asomo sucede lo mismo con la ivermectina. En ivermectina tenemos ensayos de 20 o 30 participantes y mal hechos, y quieren con eso dar afirmaciones categóricas. Eso no tiene sentido”, señala Taype.
Coincide en ello el médico y editor científico Percy Mayta-Tristán: “La comparación que han realizado entre vacunas e ivermectina es realmente inverosímil. Primero porque la vacuna tiene un propósito claro: generar anticuerpos para que la persona se proteja de una posible infección futura. La ivermectina es un antiparasitario, no tenemos una evidencia tangible de que pueda ser profiláctico [preventivo]. Y si lo fuese, solamente podría serlo mientras el medicamento esté disponible en sangre, no hay estudios que afirmen ello, se han encontrado algunos, pero los mismos análisis que se han realizado demuestran que son de baja calidad. En ninguna de las guías de los países serios está incluida la ivermectina. Hacer una comparación de este tipo es un problema porque le va a dar una falsa seguridad a las personas de que tomando este antiparasitario podrían no contagiarse”.
Los expertos consultados por El Comercio coinciden en que es fundamental que en el país se comiencen a tomar decisiones basadas en evidencia, como ha sucedido en otros países que han manejado mejor la pandemia de COVID-19.
“Es clave que las políticas publicas estén basadas en evidencia, sin embargo, recordemos que en el mundo real, las acciones del estado están guiadas por varios elementos, entre ellos el financiamiento, las capacidades, la agenda política, etc. Estos elementos estarán siempre presentes, pero, si estas acciones no tienen como base la evidencia, va a ser difícil que salgamos adelante como país y como sociedad. Por ello, es clave que los tomadores de decisiones sepan balancear estos elementos”, reflexiona Ángela Uyen, médica peruana y asesora en políticas de salud de Médicos sin Fronteras, con sede en Bélgica.
*NOTA: este informe fue publicado el 30 de diciembre de 2020 y ha sido actualizado con información reciente a propósito de las declaraciones del expresidente Martín Vizcarra y el médico Ciro Maguiña.
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