La mano humana ha cambiado menos que la del chimpancé en 6 millones de años y representa una de las estructuras más primitivas del esqueleto humano, según un estudio publicado en Nature Communications.
El trabajo asegura que las proporciones de esta parte del cuerpo no evolucionó específicamente para fabricar y usar herramientas de piedra, como se creía hasta ahora. También afirma que no ha cambiado mucho desde los simios ancestrales, que vivieron hace 18 millones de años.
Sergio Almécija, investigador del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont y líder del estudio, explicó que hay diferencias anatómicas importantes en las manos entre los primates, que se creían consecuencia de la evolución para manipular los objetos y de la locomoción.
Los científicos tradicionalmente han explicado estas diferencias entre la mano humana y la de los monos por la condición bípeda, ya que la eliminación de la función locomotora de las extremidades superiores habría permitido dedicar las manos solo a manipular.
Así, se consideraba que la mano humana habría cambiado con respecto al ancestro común que compartimos con los chimpancés hace entre 6 y 7 millones de años. Y estos cambios se habrían producido como consecuencia directa de presiones de la selección natural para fabricar herramientas de piedra.
“Ahora proponemos una visión de la evolución de la mano radicalmente diferente de la que hemos tenido en los últimos 30 años”, indicó Almécija.
A partir del análisis de las proporciones de las manos de más de 250 primates actuales y fósiles, los investigadores han constatado que las de los grandes simios actuales no son tan parecidas y que cada linaje ha evolucionado en los últimos millones de años.
El estudio constata que las manos de los chimpancés y los orangutanes actuales son más parecidas entre ellas que entre chimpancés y gorilas, lo que se explicaría por un fenómeno de convergencia evolutiva: las dos especies representan simios de gran tamaño que se mueven ágilmente entre las ramas de los árboles y se cuelgan de ellas sin dificultad cuando son adultos.
Esta misma función de la mano es lo que hace que se parezcan anatómicamente y no por el hecho de que la hayan heredado de un ancestro común.
Grandes implicaciones
De acuerdo a Almécija, estos resultados tienen grandes implicaciones para comprender el origen de la pinza de precisión que los humanos pueden hacer con las puntas de los dedos y la del pulgar para manipular objetos y que, tradicionalmente, se ha relacionado con la capacidad de fabricar herramientas de piedra.
Según los investigadores, que no se hayan encontrado herramientas tan antiguas (las primeras son de hace 3,3 millones de años) es probablemente porque no tenían las capacidades cognitivas suficientes para desarrollarlas y no por una “incapacidad” táctil.
El estudio también tiene implicaciones sobre el tipo de locomoción del ancestro a partir del cual evolucionaron los primeros homínidos bípedos.
Si, como indica el trabajo, el ancestro tenía unas manos relativamente cortas (más parecidas a la de los humanos que a la de los chimpancés) significaría que el linaje humano evolucionó de un antepasado que no era un especialista arbóreo como los chimpancés y orangutanes actuales.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han analizado en detalle la longitud de los huesos de las manos de una muestra de más de 250 primates actuales y extintos, entre macacos y mandriles, gibones, orangutanes, gorilas, chimpancés y Homo sapiens.
También han estudiado las manos de especies extintas de homínidos (Ardipithecus ramidus, Australopithecus sediba y neandertales) y simios como Hispanopithecus laietanus, un gran primate extinto del Mioceno encontrado en diferentes yacimientos de Cataluña.
Fuente: EFE