Bruno Ortiz Bisso

Así como los genes y la genómica se han convertido en elementos claves para la investigación y el desarrollo de la , el estudio del exposoma será fundamental para alcanzar diagnósticos y tratamientos novedosos.

Aunque parezca una novedad, el término ‘exposoma’ no es nuevo. Fue acuñado en el 2005 por el epidemiólogo molecular Christopher P. Wild, para referirse a todas las exposiciones que recibe una persona durante su vida y su interacción con enfermedades crónicas. Y no solo es el medio ambiente, sino la dieta que seguimos, el comportamiento y otros procesos.

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El Comercio conversó con el doctor Konstantinos Lazaridis, gastroenterólogo e investigador de de la clínica Mayo (Rochester, Minnesota), para conocer más sobre cómo cambiará la atención de la salud en menos de una década.

— ¿Qué tanto va a cambiar la atención en salud?

Pensamos en el futuro, en cómo afectará la exposición a estos elementos a la salud. Sin duda, será una atención distinta. El paciente recibirá una caja, reunirá muestras de sus propios bioespecímenes, usará algunos dispositivos para hacer sus mediciones y los resultados se analizarán en una plataforma digital, de manera que cuando llegue a su consulta se le pueda dar un diagnóstico y terapia personalizados.

— ¿Qué tan caros serán los tratamientos personalizados?

Hay un estudio importante en proceso, que está secuenciando el exoma de 100.000 pacientes para descubrir cáncer en estadio temprano. Creemos que ese tipo de estudios permitirán ahorrar, pues estos tests cuestan entre US$200 y US$300 en Estados Unidos que es mucho más barato que otros procedimientos invadidos para detectar si hay cáncer o no. Además, estos tests detectan muchas otras cosas.

“Necesitamos de la inteligencia artificial para entender qué significan los millones de datos de un solo paciente”.


— ¿Cómo saben que estudiar la exposición puede ser la clave en el diseño de la medicina del futuro?

La clave es que si sabemos qué tipo de exposición contribuye a la aparición de una enfermedad, podemos tomar medidas preventivas. Por ejemplo, al fumar sabemos que hay químicos que producen las enfermedades. A través de muestras de sangre y orina, podemos detectar la presencia de ese elemento químico o algo a lo que no conviene exponerse y buscamos cómo eliminarlo del flujo sanguíneo, usando medicamentos o de otras formas.

— ¿Qué tan importante es la tecnología en este nuevo paradigma de la salud?

Nosotros necesitamos hacer muchos exámenes, desde el genoma hasta los elementos del medio ambiente. Recogemos muchos datos del paciente y, para nosotros, usar la inteligencia artificial nos permite entender mejor la cantidad de información específica recogida. Hace 10 o 15 años un paciente generaba 100 puntos de datos; hoy puede generar 100 millones. Por eso la tecnología es tan importante para nosotros, porque no podemos hacer el mismo análisis que hacíamos entonces. Necesitamos de la inteligencia artificial para entender qué significan esos datos.

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— ¿Hay factores particulares en Latinoamérica relacionados con la cantidad de casos de cáncer?

En mi opinión, lo que sucede en Latinoamérica no es distinto a otras partes del mundo. Tal vez haya diferencias, pero las generales son la exposición al medio ambiente, lo que respiramos, lo que tocamos, lo que comemos, lo que tenemos en casa. El ambiente natural también es crítico. Aún no tenemos evidencia suficiente.

— ¿Se necesita hacer otro tipo de estudios?

Hay muchas exposiciones que no estamos midiendo. En estudios epidemiológicos, se responden cuestionarios y mejores datos se tendrían haciendo muestras de sangre, de heces y de otros especímenes biológicos. Cuando tengamos esa información, entenderemos mejor la influencia de la exposición.

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