La realidad es que en los últimos cuarenta años las técnicas de reproducción asistida han echado por tierra milenarios conceptos de maternidad y paternidad. (Foto: Pexels en Pixabay. Bajo licencia Creative Commons)
La realidad es que en los últimos cuarenta años las técnicas de reproducción asistida han echado por tierra milenarios conceptos de maternidad y paternidad. (Foto: Pexels en Pixabay. Bajo licencia Creative Commons)
Elmer Huerta

El viejo dogma de que “madre solo hay una” ya no es cierto. Esto se ha demostrado con el caso de los chilenos Jorge Tobar y Rosario Madueño, acusados por la fiscalía peruana de trata de personas por intentar salir del país con dos mellizos, los cuales nacieron gracias a técnicas de reproducción asistida (TRA). Hoy veremos algunos conceptos relacionados a esta metodología y ciertas controversias.

Primero que nada, hay que tener en cuenta que hasta el 25 de julio de 1978 procrear un hijo era un acto –biológicamente hablando– relativamente simple. Bastaba una relación sexual entre un hombre y una mujer para que se diera la posibilidad de ser padres. Ese día, con el nacimiento en Inglaterra de Louise Brown –la primera bebe probeta de la historia–, cambió para siempre la historia de la reproducción humana. Al 2014, ocho millones de niños han nacido en el mundo gracias a las técnicas de reproducción asistida.

La realidad es que en los últimos cuarenta años las TRA han echado por tierra milenarios conceptos de maternidad y paternidad. Usando los nombres de Carlos y Luisa como ejemplo de una pareja que desea tener un hijo, veamos algunas de las posibilidades de estas técnicas.

Caso 1. Se usa esperma de Carlos y un óvulo de Luisa para formar un huevo en el laboratorio, el cual se implanta luego en el útero de Luisa. El bebé que nace es hijo biológico de ambos. Ese fue el caso de Louise Brown.

Caso 2. Se usa esperma de Carlos, pero debido a que los ovarios de Luisa no producen óvulos, se necesitan los óvulos de otra mujer para formar un huevo. El esperma de Carlos puede ponerse directamente dentro del útero de una voluntaria o puede usarse para fertilizar un óvulo extraído de esa misma persona. El bebé que nace es hijo biológico de Carlos e hijo biológico de la mujer que llevó el embarazo y lo parió (portadora gestacional o ‘gestational carrier’). El niño no tiene ningún rasgo genético de Luisa.

Caso 3. Se usa esperma de Carlos, pero debido a que los ovarios de Luisa no producen óvulos, se obtienen óvulos donados por una mujer anónima. Y debido a que el útero de Luisa tampoco puede llevar al bebe, el huevo creado es implantado en el útero de una mujer que se ofrece a llevar el embarazo (embarazo subrogado o ‘surrogate pregnancy’). El bebé que nace es hijo biológico de Carlos y de la mujer anónima, pero también es hijo gestacional de la voluntaria que lo parió. Después del nacimiento, y solucionando los problemas legales, Luisa se convierte en madre adoptiva; por lo tanto, el menor tiene tres madres. Este es el caso de la pareja chilena.

Caso 4. Debido a que Carlos no produce espermatozoides, el esperma de un donante anónimo es usado para impregnar a Luisa en su casa. El bebé que nace es hijo biológico del donante anónimo y de Luisa. El niño no tiene rasgos genéticos de Carlos. Esta técnica es usada por madres solteras y parejas lesbianas.

–Los retos–

En el caso 1, el asunto es relativamente sencillo, ambos miembros de la pareja son padres biológicos del bebe, y la mujer es también la madre gestacional. Pero ya los casos 2, 3 y 4 complican la situación jurídica del recién nacido.

En el caso 2, el bebé es hijo biológico del padre y de la voluntaria. La única opción para la mujer que encargó el embarazo es adoptar al niño. El caso 3 complica el registro del bebe si el país en el que ocurre el nacimiento tiene vacíos legales, como el Perú. ¿De quién es hijo el recién nacido? ¿De la mujer que lo parió –y de quien no tiene ningún rasgo genético–, de la voluntaria anónima que donó el óvulo o de la mujer que lo reclama como madre adoptiva por haber firmado un contrato?

–En el Perú–

En el país no existe legislación específica para técnicas de reproducción asistida. El artículo 7 de la Ley General de Salud (Ley 26842) establece que “toda persona tiene derecho a recurrir al tratamiento de su infertilidad, así como a procrear mediante el uso de técnicas de reproducción asistida, siempre que la condición de madre genética y de madre gestante recaiga sobre la misma persona”. Es decir, solo el caso 1 está permitido.

–Otros desafíos–

En EE. UU. se ha desarrollado un movimiento religioso llamado ‘personhood’. Este propone dar estatus de persona al embrión. Los expertos consideran que ese movimiento representa una grave amenaza para las técnicas de reproducción asistida.

En la actualidad, existen cientos de miles de embriones congelados que no han sido usados, los cuales son descartados o utilizados para investigación. Si la ley les concede ese estatus, ¿qué pasará con la reproducción asistida?

También se han presentado situaciones –como el de la actriz colombiana Sofía Vergara– en que la pareja que tenía embriones congelados enfrentó graves disputas legales por la pertenencia y derecho al uso de embriones después de un contencioso divorcio.

–Corolario–

Los derechos reproductivos de las personas y los derechos civiles de aquellos con diferente orientación sexual o situaciones de asignación de sexo biológico (para la ciencia no se nace solo como hombre o mujer) son algunos ejemplos que demuestran que la ciencia tiene ruedas más rápidas que la de los códigos legales. Es hora de ponerse al día.

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