(Foto: AP)
Diego Suárez Bosleman

No hay escapatoria. Las esponjas de cocina, las tablas de picar, las toallas de baño y hasta los cepillos de dientes han sido conquistados por poblaciones de miles de millones de bacterias. Limpiar estos productos con agua y con jabón –en muchos casos– no será suficiente para eliminar a estos gérmenes.

Si todo ha sido invadido, ¿cuáles son los lugares más contaminados? En contra de lo que se puede pensar, las esponjas de cocina son uno de los principales caldos de cultivos de bacterias en las casas. Un centímetro cúbico de este producto puede tener más 50 mil millones de microorganismos, equivalente a siete veces el número de habitantes en la Tierra y a la cantidad de gérmenes en las heces.

Para llegar a estos datos, expertos del Instituto de Microbiología Aplicada de la Universidad Justus Liebig en Giessen y de otros centros alemanes, secuenciaron el ADN de los microorganismos hallados en 14 esponjas. Identificaron concentraciones de ‘Campylobacter’ y ‘Salmonella’, dos de las cuatro principales causas de enfermedades diarreicas en el mundo; así como de ‘Escherichia coli’, con el potencial de provocar diarreas o enfermedad fuera del tracto intestinal.

Factores como la humedad y los restos de alimentos fomentan la aparición de bacterias en las esponjas. Pero el problema reside en que estas son muy resistentes. Lavar el producto con agua y con jabón –según los expertos en Alemania– no destruye a los microorganismos patógenos, sino que los hace más fuertes en algunos casos. Tampoco sirve hervir o colocarlo en el microondas. Pero la batalla no está perdida. De acuerdo con Philip Tierno, autor de “La vida secreta de los gérmenes”, se debe verter en la esponja una solución que tenga 9 partes de agua y una de lejía. Otra recomendación es cambiarla cada semana.

–Por todas partes–

Por su función, se piensa que el inodoro es otro de los lugares más sucios de la casa, pero no es así; al contrario, es uno de los más limpios. Según Chuck Gerba, profesor de microbiología en la Universidad de Arizona (EE.UU.), el asiento de un inodoro contiene unos 50 microorganismos por cada 2,54 cm2, y 200 veces menos bacterias fecales que en una tabla de picar, considerado otro de los lugares más contaminados de la casa. El experto agrega que los gérmenes de origen fecal llegan a la cocina a través de productos cárnicos o las vísceras de los animales.

Pero esto no hace al baño más seguro. Cuando uno no se lava las manos adecuadamente o no se baña bien, las bacterias sobrevivientes se mudan a las toallas cuando uno se seca; y gracias a la humedad, sus poblaciones empiezan a crecer. Gerba recomienda lavar las toallas luego de dos días de uso.

Otro reservorio que está frente a nuestras narices es el cepillo de dientes. Un reporte del 2011 de la organización de salud pública NSF International reveló que el 27% de estos productos de limpieza son hogar de coliformes, especie bacteriana que incluye a la ‘Escherichia coli’.

–Sin excesos–

Como se menciona, lavar adecuadamente los productos de limpieza y cambiarlos cada cierto tiempo son las principales herramientas para reducir el riesgo de enfermedades bacterianas. Cuando se habla de las personas, una higiene excesiva, el bañarse todos los días, no disminuye la amenaza, sino que la aumenta.

“La piel es el órgano más extenso del cuerpo y está cubierto de tres defensas: la epidermis, una capa de grasa y bacterias que combaten elementos patógenos que podrían atacarnos. Si uno arrasa esas capas puede quedar expuesto a alergias que luego deriven en eccemas a la piel”, le dijo anteriormente a El Comercio Elmer Huerta, especialista en salud pública. También que lo recomendable es bañarse de forma interdiaria.

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