Me gustaría contestar la interesante pregunta que hace mi colega columnista y extraordinario músico Pedro Suárez-Vértiz en su columna de Somos 1447.
Pedro pregunta: “¿Sirven las vacunas contra la gripe? Casi todos mis amigos estaban vacunados e igual se enfermaron. ¡Exijo una Explicación!”.
Las clásicas infecciones respiratorias altas que todos solemos tener una o dos veces al año son conocidas como los resfríos. Estos son causados por la infección de múltiples virus -englobados en el término ‘virus del refrío común’-, que se inicia generalmente en la nariz o garganta con enrojecimiento y destilación nasal. Luego afecta levemente la voz, produce tos, expectoración durante tres o cuatro días hasta que uno se recupera. Por otro lado, existen otros virus, más agresivos, que comparten síntomas con el resfrío común y que causan ‘La Gripe’ (The Flu, en inglés). Estos virus son muchos y los podríamos considerar la ‘familia de las influenzas’, que no solo nos afectan a nivel local: oído, nariz, garganta, bronquios, sino que también a nivel sistémico: fiebre, malestar general, náuseas, vómitos, dolor abdominal, pérdida del apetito, dolor de cabeza, dolor de cuerpo y fatiga, en la mayoría de los casos.
Así como mejora la ciencia, la tecnología, los conocimientos médicos; los virus y otros agentes patógenos también ‘mejoran’, se hacen resistentes a las condiciones del medio en que se desarrollan y a nuestro sistema inmunológico. Incluso sobreviven a antibióticos (para el caso de las bacterias).
Una infección por influenza, y en general por cualquier virus, nos genera una respuesta inmunológica en el organismo, lo que nos ayuda a no contraer la misma infección por el mismo virus. Es una forma o sistema de ‘vacunación’ activa con el propio germen (virus) y la respuesta inmunológica del individuo. Pero lamentablemente estos organismos quieren sobrevivir y seguir alterando nuestros sistemas, molestándonos, por lo que logran cambiar su estructura molecular, haciéndose ‘no reconocibles’ al sistema inmunológico, diferenciándose. Es por estas variaciones que la respuesta de mi cuerpo que logré con la infección o con la vacuna y el doloroso pinchazo pueden ser no efectivas para prevenir una nueva infección.
Estimado Pedro, a veces pienso que hay que rendirle una especie de homenaje a nuestro sistema inmunológico. Cuidarlo y estimularlo ya que, en la inmensa mayoría de ocasiones, termina sacando ‘las garras’, todas sus armas, logrando en un porcentaje altísimo la recuperación completa, e incluso inmunidad futura.
Lee la columna completa en la próxima edición de la revista Somos.