Al concluir la 26 Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP26), hubo poco entusiasmo por el acuerdo al que llegaron los países. El objetivo era acordar medidas que impidan un aumento por encima de 1,5 °C en la temperatura promedio del planeta –con respecto a los niveles preindustriales– antes del 2100. Esto era una concesión, ya que solo un grado por encima del promedio anual representaría extremos de temperaturas y eventos climáticos peligrosos.
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Lamentablemente, los acuerdos caen por debajo de lo necesario. Análisis científicos independientes estiman que con lo acordado se llegará a 2,4 °C por encima de la temperatura promedio global preindustrial. Siendo realistas, un mal acuerdo es mejor que ningún acuerdo.
Seguir con las tendencias actuales causaría un aumento de 4 °C para el 2100, lo cual tendría consecuencias catastróficas (extinciones masivas, clima extremo alrededor del mundo, devastación económica y dislocación social generalizada).
A la reunión asistieron presidentes, primeros ministros y representantes de las industrias claves. El evento ha sido descrito como la última oportunidad para impedir un cambio climático de consecuencias económicas y sociales desastrosas para la humanidad.
–El acuerdo–
La COP26 se prolongó un día más de lo esperado para llegar al acuerdo que, si bien no es ideal, constituye un progreso. Apuntando a limitar el incremento de la temperatura global a 1,5 °C, los países presentes acordaron reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero para el 2030. Poco antes de la reunión, las naciones más desarrolladas acordaron disminuir en una década la emisión de metano en un 30%.
Otro acuerdo importante fue el apoyo financiero de países desarrollados para ayudar a las economías más pobres a usar fuentes de energía limpia y para responder al impacto del cambio climático.
Un principio fundamental que no se debe olvidar es que calentar todo el planeta un grado por encima de su temperatura actual representa una inyección de energía enorme a la atmósfera, que produce evaporación y vientos, el combustible de las tormentas. Como sabemos, cuanto más intensas son las tormentas, más destructivo es su impacto.
“Nuestro país está en una posición privilegiada para ser un modelo de progreso ambiental”.
–El desacuerdo–
Ya no cabe duda de que quemar diariamente más de 80 millones de barriles de petróleo y cantidades comparables de carbón y gas está contribuyendo al calentamiento global. La clave no es tanto el calor generado por los combustibles fósiles, sino los gases producto de la combustión. Estos gases retienen el calor que de otra forma se difundiría o escaparía al espacio.
Los combustibles fósiles no son la única fuente de gases de efecto invernadero. Dos de los gases más potentes –que permanecen más tiempo y retienen más el calor en la atmósfera– son el metano y el óxido nitroso. Estos son producidos principalmente –de manera directa o indirecta– por la actividad petrolera y gasífera, así como por la ganadería y agricultura.
Además de las campañas de desinformación financiadas por empresas petroleras y de carbón, uno de los factores que motivan las objeciones a una reducción drástica de gases de efecto invernadero es el temor al costo e impacto económico de una transición rápida a sistemas con emisiones mínimas.
–Oportunidades–
Felizmente, el mundo está tomando conciencia. Otro resultado de la COP26 es el compromiso de los participantes de revisar sus políticas y programas para presentar en un año –en detalle– las medidas que tomarán. Es una oportunidad para que los países establezcan hojas de ruta saludables, productivas e incluso rentables.
El Perú no es la excepción. Nuestro país está en una posición privilegiada para ser un modelo de progreso ambiental, gracias a una variedad de recursos y oportunidades.
En el área de energía renovable, nuestro territorio ocupa latitudes y tiene muchos espacios favorables para producir energía solar, tanto pasiva como activa. Tenemos áreas donde instalar grandes complejos de paneles solares no impediría otras actividades productivas.
A lo largo de la costa y los Andes, el viento sopla con intensidad aprovechable todo el año, presentando incontables oportunidades para aprovechar la energía eólica. Como vimos en una página reciente, el Perú también tiene una ubicación privilegiada para el aprovechamiento de la energía geotérmica con condiciones geológicas de gran potencial –como fuentes termales de Lima hasta Cajamarca– y una vasta región volcánica que se extiende por el subsuelo del sur.
“Las naciones más desarrolladas acordaron disminuir en una década la emisión de metano en un 30%”.
En agricultura, el interés en expandir y desarrollar la producción es una oportunidad para acelerar la adopción de las mejores prácticas de ganadería, cultivo y uso de fertilizantes que minimice la emisión de metano y óxido nitroso. Esto también es cierto para el manejo forestal.
Hace unas semanas vimos en esta página el potencial del bambú. Una silvicultura responsable, que pare la tala ilegal de bosques y asegure la siembra y uso de áreas más adecuadas para el aprovechamiento maderero puede promover una economía sostenible que reduzca la emisión de gases de efecto invernadero e incluso ayude a reducir su concentración en la atmósfera.
El estado de nuestro transporte público, la infraestructura vial y el parque automotor, también brinda una oportunidad excelente para la transformación. Tenemos menos automóviles per cápita que la mayoría de Latinoamérica; esto puede facilitar, con inversiones en ciclovías y otra infraestructura, el desarrollo del ciclismo como medio de transporte serio, seguro y a gran escala.
Trenes eléctricos entre ciudades principales y redes urbanas de transporte público confiable y seguro pueden impulsar nuestra economía de manera sostenible.
–Esperanzas realizables–
El Perú tiene la oportunidad de ser un líder. Mi primer bisnieto tiene apenas 1 año y el clima que determinará su futuro depende de los planes que elaboremos hoy. Espero que usemos los avances de la ciencia y la tecnología para proponer un futuro sostenible que podamos presentar con orgullo en la COP27.
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