A pesar de haber sido mayormente ignorados o vistos por bañistas como un inconveniente, nuestros yuyos y las algas en general son la piedra angular de toda la vida marina. Oxigenan el agua, contribuyen a balancear su acidez y dan albergue a la reproducción de los peces. Su producción de materia orgánica constituye el primer y más importante eslabón de la cadena alimenticia de los océanos.
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En tiempos recientes, su extracción ilegal y a gran escala ha empezado a poner en peligro el recurso natural más valioso del Perú: la pesca. –¿Que son las algas?–
Hace unas semanas hablamos del inicio de la vida en la Tierra y de las cianobacterias o algas verdiazules. Las algas se clasifican como protistas; es decir, organismos cuyas células contienen un núcleo (eucariotas), pero que no son animales ni plantas ni hongos.
Hoy existe una enorme variedad de algas unicelulares y multicelulares. Las primeras se asemejan a las plantas, pero no tienen sus tejidos vasculares. El talo o cuerpo de las algas multicelulares tiene un rizoide –similar a una raíz, aunque puede tener forma de disco o bulbo– cuya función no es absorber agua, sino fijarse a las rocas. En vez de tallos, las algas tienen un estipe, más corto y consistente. En vez de hojas, poseen láminas que se unen al estipe o directamente al rizoide. Para flotar y aprovechar la luz solar, necesaria para la fotosíntesis, las algas tienen vesículas llenas de gas en su fronda o follaje.
–Funciones–
El oxígeno que producen las algas permite la respiración de los peces; estos pasan el agua por sus agallas o branquias, que funcionan como pulmones, extrayendo el oxígeno. Mientras el aire tiene una concentración de oxígeno de 200.000 partes por millón (21% del aire), el agua tiene de 4 a 8 partes por millón (menos de 1%). Sin el oxígeno con el que contribuyen las algas, no sobreviviría la mayoría de las especies marinas.
Las algas son la base de la cadena alimenticia del mar, pues aportan sustento a toda clase de animales, desde el zooplancton microscópico hasta crustáceos, nutrias marinas, tortugas y una amplia gama de peces grandes y pequeños.
“La cantidad de usos posibles para las algas y su potencial para el cultivo a escala recién empieza a explorarse”.
–Bosques marinos–
Otro rol fundamental de las algas, especialmente los yuyos y otras especies grandes y relativamente densas, es el dar abrigo y protección a los huevos y alevinos de los peces; de otro modo serían devorados antes de nacer o madurar.
Los bosques de algas, también llamados bosques de kelp, son áreas con alta densidad de algas pardas. Se han encontrado principalmente en aguas templadas y árticas de las costas y en alta mar. En el 2007 se descubrieron bosques de algas en aguas tropicales cerca de Ecuador, a una profundidad de 200 metros. Hoy se cree que bosques semejantes existen en todos los océanos y latitudes, donde aguas frías y nutrientes crean condiciones favorables.
Estos ecosistemas son reconocidos como uno de los más dinámicos. Son criaderos irreemplazables de peces, que permiten la renovación de incontables especies marinas. A su alrededor prosperan aves y mamíferos costeños y marinos. No es exageración decir que nuestra riqueza pesquera se debe a los yuyos y demás algas de nuestro litoral.
Otra función que recién está empezando a apreciarse es el enorme potencial de absorción de CO2: las algas pueden capturar hasta cinco veces más CO2 que una planta o árbol en tierra, y convertirlo en materia orgánica y oxígeno puro. Dada su presencia en todos los océanos, no es exageración decir que son el principal pulmón del planeta.
–Usos y cultivo–
La cantidad de usos posibles para las algas y su potencial para el cultivo a escala recién empieza a explorarse. Desde hace tiempo conocemos la afinidad de la cocina japonesa por estos organismos. Menos conocida es la posibilidad de procesarlos para producir una variedad de alimentos, incluyendo ‘carne vegetal’. Hay que tener en cuenta que las algas son vegetales que tienen una gama impresionante de vitaminas y minerales, además de fibra; y no poseen colesterol u otras grasas que se encuentran en las carnes.
También se usan las algas como alimento en la piscicultura y para extraer ácido algínico (utilizado en la producción de antiácidos y pasta de dientes). Otros usos cada vez más populares son como alimento de ganado y fertilizante. El detalle crucial es que estas aplicaciones exigen que las algas sean producidas como cultivos acuáticos, y no extraídas de su hábitat natural.
Varios países ya tienen operaciones de cultivo de algas, y en algunos casos granjas acuáticas masivas. Japón fue un pionero en esta área. Entre los países que están empezando a expandir su cultivo se encuentra EE.UU., específicamente los estados de Alaska y Maine, que tienen aguas frías y ricas en nutrientes como las del Perú.
“Las algas son la base de la cadena alimenticia del mar, pues aportan sustento a toda clase de animales”.
–Amenazas–
Algunos mercaderes ya han comenzado a explotar las algas de nuestro mar, pero sin control ni esfuerzo alguno por respetar sus funciones ecológicas fundamentales, menos aún por regenerar o cultivarlas para hacer de ellas un recurso sostenible.
Fenómenos naturales como tormentas catastróficas y el fenómeno de El Niño han impactado a las algas marinas. Estas amenazas han crecido debido al calentamiento global, pero los factores que generan el mayor impacto en estos organismos son la contaminación y la sobrepesca.
Desechos humanos e industriales han causado la degradación de los bosques de algas. La sobrepesca –al eliminar especies más arriba en la cadena alimenticia– causa una sobrepoblación de herbívoros que diezma las algas. Esto reduce la concentración de oxígeno, creando zonas hipóxicas o muertas donde no pueden sobrevivir animales marinos, como se dio en el 2019 en el golfo de México.
La mejor estrategia para conservar las algas y los ecosistemas marinos es la creación de áreas marinas protegidas. Este tipo de reservas apenas cubren el 2,07% de los océanos, pero son un primer paso para limitar el impacto humano, proteger y renovar los recursos marinos.
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