En esta página hemos tratado lo que se sabe del COVID-19, y los principios bajo los cuales se vienen desarrollando vacunas para enfrentar la pandemia. Hoy tenemos seis vacunas efectivas aprobadas en diversos países, incluyendo las primeras en llegar al Perú que están empezando a dar inmunidad a las personas que más urgentemente la necesitan.
El lograr a velocidad sin precedentes no una, sino varias vacunas efectivas, y ver su distribución global es en cierto modo comparable al momento en que “cambia la marea” en las guerras. Para dar una perspectiva histórica en este año del bicentenario, en el Perú podemos comparar el arribo de la vacuna al 28 de julio de 1821, cuando se hizo palpable la independencia. En la Segunda Guerra Mundial sería el Día D, cuando los aliados pusieron pie en las costas de Normandía, marcando el comienzo del fin de la Segunda Guerra Mundial.
No es exageración. Esta pandemia habrá matado a millones y arruinado a muchos en el mundo antes de ser derrotada. El inicio de la vacunación global es el momento en que la marea se vuelca a nuestro favor.
Así como los invasores siguieron dando azotes inesperados, el COVID-19 ha sacado variantes nuevas que han asustado a muchos, pero estas en realidad no pueden contrarrestar el paso decisivo que finalmente se ha dado para acabar con la pandemia.
—Variantes y vacunas—
Las vacunas que se han desarrollado no solo están probando ser efectivas contra las variantes, pero más crucial aún es el hecho de que una vez que son efectivas, las vacunas se pueden adaptar para lidiar con nuevas y futuras variantes relativamente rápido. Para entender cómo, hay que ver primero en qué consisten las variantes del virus y cómo funcionan las vacunas que se han desarrollado.
La primera variante del SARS-CoV-2 en acaparar titulares fue la del Reino Unido, cuya característica saltante es el contagio más fácil. Las otras más recientes, como las de Brasil y Japón, son similares: no causan necesariamente síntomas más severos, pero se propagan y contagian más fácilmente.
“Esta pandemia habrá matado a millones y arruinado a muchos en el mundo antes de ser derrotada”.
Como vimos en páginas anteriores, el cuerpo tiene defensas generales que nos protegen constantemente y de manera efectiva contra toda clase de virus, bacterias y bacilos. Las infecciones ocurren cuando los patógenos desbordan nuestras defensas iniciales. Al suceder esto, cantidades suficientes del patógeno se logran aferrar a tejidos vulnerables y se multiplican, creando concentraciones que hacen más difícil depurarlo. Si el cuerpo no está familiarizado con el patógeno, carecerá de defensas específicas que le permitan combatirlo a mayor escala rápidamente.
Cuando nuestras defensas ya conocen el tipo de patógeno (por ejemplo, tras recibir una vacuna), la respuesta del cuerpo es mucho más rápida y resulta más fácil derrotarlo antes de que logre aferrarse y extenderse por los tejidos.
—El contagio—
Ya sabemos que el COVID-19 se transmite por el aire y las vías respiratorias, por lo que usar mascarillas, tener buenos hábitos de higiene (lavarse las manos, no tocarse la cara) y mantener distancia prudencial es clave para evitar su propagación.
El detalle con esta enfermedad es que el virus, como todo organismo que se reproduce en gran cantidad, por variación estadísticamente inevitable, verá cambios. Se producirán mutaciones o errores genéticos que pueden manifestarse de diversas maneras. Muchas variantes son inocuas, incluso produciendo virus más débiles, pero esas tienden a desaparecer, mientras las más contagiosas o resistentes se propagan.
Las variantes que vienen propagándose muestran cambios en las aristas de proteínas que dan el nombre de ‘corona’ al globo con material genético. Con estas aristas, el virus se adhiere a tejidos del cuerpo, y son también el primer punto de ataque de nuestras defensas. Las variantes que preocupan han vuelto más “pegajosas” y resistentes esas aristas, lo que hace que se necesite una cantidad menor de virus para lograr burlar nuestras defensas y causar una infección. Es importante distinguir que el daño de la infección es similar a la del virus original, pero es su mayor adhesión y resistencia lo que lo hace más contagioso.
“El detalle es que el virus, como todo organismo que se reproduce en gran cantidad, verá cambios”.
—Respuesta del cuerpo—
La vacuna, como explicamos en otra ocasión, enseña al cuerpo a preparar defensas rápidamente cuando un patógeno conocido intenta infectarnos. En el caso del COVID-19, esto es crucial por dos razones: primero, las variantes pueden penetrar las defensas iniciales del cuerpo con más facilidad, pero las personas vacunadas producen defensas especializadas rápidamente, actuando a tiempo para impedir una propagación extensa y severa. Es por esto que, según los estudios hechos hasta hoy, si bien las vacunas tienen un poco menos de efectividad contra la infección inicial, las personas vacunadas evitan los síntomas severos que se ven en muchas personas no vacunadas.
La otra razón es que, como explicamos en más detalle en una página anterior, una característica del SARS-CoV-2 es que causa una alarma general de las defensas del cuerpo. Ante un virus que se multiplica rápido, y sin tener tiempo para familiarizarse y preparar defensas específicas (algo que generalmente toma entre una y dos semanas), el cuerpo desencadena contraataques ciegos. Estas reacciones inmunológicas desenfocadas pueden terminar bloqueando vías respiratorias y dañando órganos, con consecuencias muchas veces letales.
Las vacunas son especialmente efectivas contra este aspecto letal del COVID-19, porque la respuesta inmunológica del cuerpo ante el virus es más enfocada y específica desde un principio. Por esto, si bien pueden ocurrir infecciones tras vacunarse, estas ya no causan reacciones inmunológicas que dañan gravemente al cuerpo.
—Variedad de vacunas—
La vacuna de Sinopharm que ahora tenemos en el Perú, desarrollada por científicos en China, se basa en el mismo principio comprobado y usado hace décadas con éxito contra la polio, la hepatitis A y la rabia. El resultado es similar: enseñarle al sistema inmunológico cómo producir los anticuerpos y demás defensas específicas contra el COVID-19.
Es importante seguir cumpliendo las medidas de prevención hasta que la población haya alcanzado la inmunidad y el virus haya sido derrotado. No hemos ganado la guerra contra el COVID-19 todavía, pero ya se está volteando la marea.
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