El COVID-19 cambió la vida de todos. La cuarentena y el aislamiento social nos obligaron a quedarnos en casa e interrumpir la mayor parte de nuestras actividades cotidianas, o al menos las que podían hacerse lejos del hogar.
Los servicios de salud no estuvieron exentos a esos cambios. Si bien el estado de emergencia nacional no detuvo las urgencias y emergencias en clínicas y hospitales, sí obligó a suspender algunos servicios médicos como los tratamientos de reproducción asistida, de los que dependen miles de parejas con problemas para tener hijos.
Esta paralización generó un fuerte impacto en aquellas personas con problemas de fertilidad. Estos tratamientos suelen ser la última opción que tienen para convertirse en padres o madres, gracias a la ayuda de la ciencia. Por ello, la suspensión por casi tres meses de estos servicios, generó angustia y preocupación en este público, muchas veces ignorado.
Con el reciente reinicio de varios servicios médicos, entre ellos los relacionados con la reproducción asistida, muchas mujeres han podido retomar o iniciar tratamientos como la Fertilización in Vitro (FIV), la vitrificación de óvulos, la inseminación artificial y otros.
Aquí una charla sobre congelación de óvulos con el doctor Antonio Lévano, ginecólogo y profesor de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, :
En estas semanas, las clínicas especializadas en este tipo de tratamientos han tenido que reforzar sus protocolos de bioseguridad, debido a que la pandemia del COVID-19 aún no termina. “La protección para el personal de salud y los pacientes es esencial en este tipo de tratamientos. Cuando una paciente quiere someterse a una Fertilización in Vitro, se le hace una prueba rápida de COVID-19 días previos a la estimulación ovárica. Si da positivo, se la deriva a un centro que atienda estos casos. En caso sea negativo, se sigue con el tratamiento”, explica el Dr. Javier Ascenzo Aparicio, ginecólogo y experto en fertilidad asistida de la Clínica Miraflores.
La protección se replica en cada etapa de la intervención. Cuando ya se tiene programada una aspiración de óvulos para continuar el tratamiento de FIV, es importante que se haga una nueva prueba de COVID-19, para descartar que la paciente se haya contagiado en este periodo. En caso salga negativo, el tratamiento continúa. “Hasta el momento no se ha demostrado que este virus ingrese al semen ni que infecte los óvulos y embriones. No hay estudios que demuestren eso. Igualmente, es bueno ser precavidos”, acota el experto.
Una reciente investigación publicada en la revista Reproductive Biomedicine Online revela que ni los espermatozoides ni los óvulos son vulnerables al COVID-19. De hecho, se comprobó que estos gametos no poseen los componentes que pueden ser utilizados por el virus “como puerta de entrada”. Esta ausencia excluye la transmisión de la enfermedad en tratamientos como la Fecundación in Vitro, donde se unen el óvulo y el espermatozoide en un laboratorio.
Este tipo de cuidados deben repetirse en otros tratamientos como la vitrificación de óvulos, que utiliza tanques de nitrógeno líquido a -196 grados bajo cero, para conservar y guardar los gametos femeninos hasta el momento que la paciente lo requiera. “Para cada etapa del tratamiento, se realizan pruebas de descarte. Además, en el caso de la vitrificación, las muestras que se han venido obteniendo desde la pandemia, se guardan en un tanque nuevo, separado de todos los gametos y embriones conservados previamente”, explica el doctor Ascenzo Aparicio.
Para estos tratamientos, también se ha multiplicado el uso de materiales y equipos de protección personal, tanto para médicos, enfermeras, biólogos y técnicos y las propias pacientes. Además de las mascarillas obligatorias, se usan batas descartables y protectores faciales en cada fase. “El cuidado es mucho mayor cuando se está en estrecho contacto con la paciente. Para reforzar el cuidado, usamos protección ocular. En nuestro caso, desde antes que existiera la pandemia ya usábamos un protocolo bastante estricto. Esta crisis nos ha permitido reforzar estos cuidados por el bien de nuestras pacientes”, sostiene el especialista.
DATOS
- En el Perú se realizan cada año entre 2.500 y 3.000 tratamientos de fertilidad asistida
- Dos de cada diez parejas en el Perú tiene problemas para tener hijos