El Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile ha contabilizado 222 personas con heridas en los ojos en los hospitales locales. (Foto: AFP)
El Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile ha contabilizado 222 personas con heridas en los ojos en los hospitales locales. (Foto: AFP)
/ CLAUDIO REYES
Diego Suárez Bosleman

En un período de seis años, en Israel se registraron unos 164 casos de traumatismos oculares. En Chile, durante este mes de protestas, solo en el Hospital del Salvador, ubicado en la capital, han ingresado alrededor de 222 personas con cuadros severos de este tipo de lesiones. Así le informó a El Comercio Patricio Meza, vicepresidente del Colegio Médico Chileno. La situación no tiene precedentes en el mundo y es considerada una emergencia sanitaria por los especialistas del país sureño.

— Un panorama preocupante —

De acuerdo con Meza, el 80% de los pacientes que ingresan a los centros hospitalarios por traumas oculares graves –en el marco de las marchas– se debe al impacto de balas o perdigones de goma, que disparan los carabineros.

“Cada día, diez personas han sufrido daño grave en los ojos por estos productos”, sostiene el especialista.

Aunque estos proyectiles no son de metal, el daño que producen hace parecer que lo fuesen. Según Juan Carlos Corbera, especialista de Oftálmica Clínica de la Visión, al impactar estas balas con el ojo cerrado se provoca un trauma ocular contuso.

“En este tipo de lesión, el golpe del perdigón comprime el ojo cerrado, lo que aumenta la presión intraocular abruptamente, generando un daño que va desde dentro hacia fuera, lo que conlleva a que el órgano implosione, vaciando su contenido”, explica Corbera.

Si en las siguientes cuatro horas de producirse el trauma el paciente no ingresa a un quirófano, se puede perder toda la estructura interna del ojo. Pero a esto hay que sumarle que al tratarse de una herida abierta cercana a la pestaña y en el rostro –áreas muy contaminadas–, es susceptible a infectarse. Asimismo –señala Corbera–, cuando el ojo estalla, una parte interna, el cristalino, implosiona también y libera proteínas que el cuerpo humano no reconoce. Esto puede generar una reacción que terminará afectando el ojo sano, que no recibió golpe alguno, y que se conoce como oftalmía simpática.

“El porcentaje de recuperar un ojo que ha estallado es muy bajo, hablamos de menos del 10%. Pero existen heridas por estallamiento que adecuadamente tratadas pueden mejorar. Pero hay que dejar claro que la capacidad visual se reducirá ampliamente, hasta llegar al 30%, en los mejores casos. El paciente podrá ver bultos y cosas delante, pero no recuperará la visión al punto de poder leer o ver la televisión”, detalla el especialista de Oftálmica.

Hay que tener en cuenta también que luego de haber pasado por el tratamiento para controlar el trauma, el afectado deberá pasar por un servicio de baja visión, en el cual aprenderá a adaptarse y a sacar todo el potencial del ojo herido.

Para Meza, toda esta situación no es más que una mancha en la salud del país.

—Combatiendo la ‘epidemia’—

El pasado martes, el director general de Carabineros de Chile, Marios Rozas, anunció el cese del uso de perdigones como herramientas antidisturbios.

La decisión se tomó luego de que un estudio de la Universidad de Chile revelara que solo el 20% de este proyectil está compuesto de caucho, mientras que el resto contiene minerales o metales de alta dureza, como sílice y sulfato de bario, además de plomo.

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