Un estudio publicado recientemente en la ‘Revista Española de Cardiología (REC)’ ha reforzado la asociación del COVID-19 con la enfermedad cardiovascular, concluyendo que uno de cada 16 pacientes hospitalizados sufre algún evento cardiovascular mayor (MACE) en el primer año tras el ingreso y un tercio de estos durante los primeros 30 días.
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“Nuestro objetivo fue analizar la incidencia acumulada de eventos cardiovasculares mayores durante el primer año tras una hospitalización por COVID-19″, explica el doctor Martín Negreira Caamaño, uno de los autores del trabajo.
Para ello, se realizó un análisis retrospectivo de todos los pacientes con alta de hospitalización por COVID-19 en un centro de referencia entre el 10 de marzo y el 4 de mayo de 2020, y se realizó un seguimiento hasta el 18 de abril de 2021.
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En total, se incluyó en el análisis a 673 pacientes con una elevada prevalencia de factores de riesgo cardiovascular: el 30,3% eran diabéticos; el 20,8%, obesos; y el 17,9%, fumadores.
Los eventos cardiovasculares mayores (MACE) incluyen el síndrome coronario agudo, el accidente cerebrovascular, la enfermedad tromboembólica venosa (ETEV), la hospitalización por insuficiencia cardiaca o la mortalidad por causa cardiovascular.
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“El principal hallazgo fue la elevada incidencia de eventos cardiovasculares tras el ingreso. Uno de cada 16 pacientes hospitalizados por COVID-19 sufrió algún MACE en el primer año tras el ingreso y un tercio de estos, durante los primeros 30 días”, detalla el doctor Negreira Caamaño.
El evento cardiovascular más frecuente en el seguimiento fue la hospitalización por insuficiencia cardiaca, mientras que la enfermedad tromboembólica venosa fue el más precoz, especialmente en forma de tromboembolia pulmonar.
En concreto, el 75% de los casos de ETEV se produjeron en los primeros 30 días y el 62,5% fueron tromboembolias pulmonares, todas ellas precozmente tras la hospitalización.
Estos datos contribuyen a enfatizar la asociación de la COVID-19 con la enfermedad cardiovascular y otorgan plausibilidad a la hipótesis de que el SARS-CoV-2 actúe como un factor modificador de la enfermedad cardiovascular, de forma análoga a como interactúan otros agentes más estudiados como el virus Influenza.
No obstante, el doctor Negreira Caamaño puntualiza que “se requieren más estudios que profundicen en el impacto cardiovascular del virus a largo plazo y que permitan caracterizar los mecanismos fisiopatológicos subyacentes”.
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