La pandemia permitió que gran parte de la población se familiarizara un más con el quehacer científico. Empezamos a aprender nuevos términos, a comprender procesos, a entender -a grandes rasgos- cómo funciona la ciencia. Sin embargo, parece que dejar atrás la pandemia nos ha costado dejar atrás también todo lo aprendido. Pero no solo a los ciudadanos, sino a todos en general.
Una clara muestra de ello ha sido el reciente escándalo, tras conocerse que gran parte de las vacunas bivalentes contra el SARS-CoV-2 en el país cuentan con una fecha de extensión de uso. ¿Qué es eso? Un mecanismo habitual para este tipo de sustancias, basado en estudios y evidencia, por el cual se decide extender la vida útil del medicamento, siempre y cuando se mantengan las condiciones que aseguren su seguridad, calidad y eficacia.
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Obviamente, es una situación compleja: una temporada con casos en alza de COVID-19, una población que quiere ponerse al día con sus vacunas, y todo eso se estrella contra dudas razonables tras conocer que el medicamento por recibir cuenta con una fecha de vencimiento ya alcanzada.
Lamentablemente, este es un tema que las autoridades de salud no han sabido manejar.
Primero, el viceministro de Salud Ricardo Peña y, luego, el propio titular del sector, César Vásquez, aparecieron en los últimos días en diversos medios de comunicación para tratar de explicar el tema y calmar a una población que ya estaba dudando sobre la utilidad de la principal herramienta que ha ayudado superar la pandemia: las vacunas.
Desde no saber explicar claramente el proceso de la extensión de uso en las vacunas hasta aparecer sin una estrategia unificada para quitar de los titulares la etiqueta de “vencidas” en estas sustancias, han sido los problemas de comunicación que más fácil se han podido identificar desde las voces oficiales del Minsa.
Pero ese no es el único problema, sino también la falta de transparencia. Cuando empezaron los cuestionamientos, se señaló que todo estaba previsto en una resolución ministerial firmada en setiembre del año pasado y en una autorización de la Digemid de octubre del 2023. ¿Y si todo estaba en orden, por qué no se comunicó oportunamente? ¿Por qué se esperó hasta que una persona preguntara por la fecha de vencimiento que aparecía en el vial que contenía la dosis de su vacuna?
Y si a todo esto le sumamos las respuestas muy genéricas cuando se cuestiona si las vacunas bivalentes son igual de efectivas contra la nueva variante del SARS-CoV-2, o si se pregunta cuándo llegarán las nuevas monovalentes actualizadas, lo único que aparece es la incertidumbre.
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“Quizás ha faltado difundir y comunicar mejor a la población, y ha generado esta desinformación que, ojo, si no la manejamos bien puede ser más letal que el propio virus”, señaló el propio ministro Vásquez en diálogo con radio Exitosa.
Estamos en un momento de transición. El COVID-19 se está convirtiendo en una enfermedad endémica con la que debemos aprender a convivir. Pero ya no estamos en pandemia y no podemos reaccionar como lo hacíamos entonces. En este proceso autoridades como el Minsa deberían ser guías para ayudarnos a atravesar este momento: con transparencia y con buena y oportuna información. Pero mientras se empeñen en mantenerse (y mantenernos) en la oscuridad, seguiremos tropezando con la misma piedra.