Un día soleado en la playa o la piscina puede convertirse en una tragedia en cuestión de segundos.
“Los ahogamientos en los Estados Unidos todavía están entre las principales causas de muerte accidental en niños, aunque también afectan a los adultos”, comenta Michael Boniface, especialista en medicina de emergencia en Mayo Clinic.
En los países de ingresos bajos y medios, como el nuestro, se concentra el 90% de las muertes por ahogamiento no intencional, según la OPS
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No obstante, según Boniface, los ahogamientos no son como la gente imagina.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), más de 10 personas, en promedio, mueren a diario por ahogamiento y la mayoría de ellas son niños. Sin embargo, generalmente no hay ni los chapoteos ni los gritos de las películas.
“En la mayoría de los casos, no se ve ninguna batalla, sino que solo se ve a alguien bajo el agua o flotando boca abajo”, dice Boniface.
No obstante, en algunos casos, hay un margen de pocos segundos en los que se podría notar alguna señal.
La persona que se ahoga no sacude los brazos porque, instintivamente, los empuja hacia abajo para intentar mantener la cabeza fuera del agua. Además, quien está ahogándose no puede emitir ningún sonido, así que cuando un niño está notoriamente callado, tómelo como una señal de alarma.
Boniface afirma que lo más importante que se puede hacer es tomar medidas para evitar los ahogamientos. Es decir, limitar el consumo de alcohol, colocar cercas alrededor de la piscina y no despegar los ojos de los niños mientras están en el agua.
“Para eso, se requiere la supervisión estrecha y constante de un adulto, de alguien que vigile el agua en todo momento”, explica el especialista.
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