Elon Musk ya lleva un año al frente de Twitter, y hay múltiples opiniones y lecturas para evaluar cómo le fue en estos doce meses. Fue a finales de octubre de 2022 cuando finalmente entendió que no le convenía ir a juicio con el directorio de Twitter por su intención de desistir de la compra que había hecho en abril de ese año.
Así que finalmente aceptó y pagó 44.000 millones de dólares por Twitter, el doble de lo que vale hoy esa plataforma. En abril de este año, Musk dijo que hacerlo fue “doloroso”, pero que no tenía opción: la Justicia iba a obligarlo a cumplir con la oferta que había hecho a principios de 2022, así que mejor cumplir con ella que entrar en un pleito legal.
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La charla con Joe Rogan
La semana pasada, sin embargo, ofreció una justificación más filosófica (y melodramática) respecto del motivo por el que siguió adelante con la compra. Entrevistado en el podcast del presentador Joe Rogan, en EE.UU.
“Esto va a sonar algo melodramático, pero temía que estuviera teniendo un efecto corrosivo en la civilización”, le dijo Musk a Rogan, sin mencionar sus problemas legales por la oferta cancelada como motivo para cerrar la operación en octubre de 2022.
Parte de ese impacto negativo, explicó Musk, tiene que ver con su ubicación en la zona céntrica de San Francisco. “Pienso que San Francisco es una ciudad hermosa -y deberíamos luchar con mucha fuerza para enderezar el barco de San Francisco-, si das una vuelta por el downtown cerca de las oficinas de Twitter, es un apocalipsis zombie”, declaró Musk, haciendo referencia a la ola de crímenes, violencia y drogadicción que sufre esta ciudad.
Elon Musk culpa al virus woke
“¿Y qué filosofía llevó a este resultado? Una que estaba siendo enviada a toda la Tierra”, afirmó Musk. “A una filosofía que normalmente sería muy de nicho y contenida geográficamente, así que el área de impacto hubiera sido limitado, se le dio efectivamente un arma de tecnología de la información para propagar lo que esencialmente es un virus mental al resto de la Tierra. El resultado de ese virus mental queda muy claro si caminás por las calles del centro de San Francisco. Es el fin de la civilización”.
Ese virus mental es una suerte de culto a la muerte, coincidió Rogan. “Es un culto a la muerte. Es exactamente eso. Es esencialmente los extincionistas. Están propagando la extinción de la humanidad y la civilización”.
Esa sensación de que ese virus mental (que en otras ocasiones Elon Musk ha equiparado con el movimiento woke en EE.UU., usualmente identificado con ideas progresistas o de izquierda) estaba corroyendo los cimientos de la sociedad mundial fue, dijo, lo que lo llevó a decidir la compra de Twitter por 44.000 millones de dólares.
Lo explica también Walter Isaacson en su biografía de Elon Musk: el hombre más rico del mundo considera que la transición de su hijo Xavier a autopercibirse mujer (y llamarse Vivian Jenna Wilson desde abril de 2022) es culpa del virus woke con la que la “contagiaron” en la escuela a la que iba en Los Angeles. El multimillonario cree que su hija trans, a quien califica de “comunista”, rompió la relación con él porque le habrían lavado el cerebro para que “pensara que cualquier persona rica era mala”, en la lujosa escuela de la California donde la joven estudió.
La compra de Twitter, así, funcionó cómo un paso para frenar esa infección woke que Musk cree que está afectando al mundo.
La Nación de Argentina / GDA
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